EN SEPTIEMBRE DEL 2016 –EN PLENA CAMPAÑA ELECTORAL ESTADOUNIDENSE- ESCRIBÍ ÉSTE ARTÍCULO, EL CUAL RESUMO, PARA LUEGO ELABORAR SOBRE NUESTRAS ELECCIONES EN EL 2018.
La reacción de los medios de comunicación, y de la inmensa mayoría de mis compatriotas, ante el fenómeno republicano a la presidencia Estados Unidos, Donald Trump, me tiene más que sorprendido. De hecho me parece sumamente triste.
Lo primero que tenemos que hacer es analizar las promesas de las campañas presidenciales de candidatos anteriores en épocas recientes. ¿Logró Obama el instaurar su programa de salud universal, mejor conocido como Obamacare? La respuesta es negativa. ¿Consiguió pasar la ley de inmigración? Misma respuesta. ¿Pudo cerrar la prisión de Guantánamo? y recordemos que aceptó el premio Nobel de la paz. Tampoco. ¿Reagan construyó el sistema de protección contra ataques con destrucción de misiles que sobrepasaba la ciencia ficción? Negativo.
Entonces, ¿porque pensamos que el muro podrá ser construido cuando representa retos formidables? Aún así, ¿de qué serviría? El muro de Berlín, al igual que el que construyen ahora irónicamente los israelitas, sólo funciona por una simple y sencilla razón que no tenía que ver con la altura u otra barrera física: el que intentaba saltarlo le disparaban a matar. De otra forma hubiese resultado un queso gruye-re. Pero que ellos hagan lo que piensen que conviene a sus intereses y, por otra parte, nosotros a trabajar en los asuntos que aumenten nuestra competitividad…” Hasta aquí la cita.
Si sustituimos la palabra Trump por AMLO y lo adaptamos a nuestras realidad veremos que, al menos en más de la mitad de la población, existe esta sensación de incertidumbre y el que nuestro país puede caer en una espiral similar a la de Venezuela. Basta tomar el teléfono celular de cualquier persona y ver la cantidad de mensajes apocalípticos en caso de que MORENA logre el triunfo para el puesto presidencial en las elecciones del primero de julio.
Al igual que con Trump pienso que lo que podrá llevar a cabo es tan limitado que los escenarios de desintegración del país son completamente emocionales y sin un análisis con cabeza fría. Un ejemplo del país del norte: como el muro ni siquiera se ha construido –ni se erigirá– ahora amenaza con llevar fuerza militar en la frontera que, por cierto, Obama también realizó.
Si llega a ganar AMLO se enfrentará a una realidad más dura que la de Trump ya que recordemos que los Republicanos tienen el control del Senado y de la Cámara de Diputados. En ningún escenario se contempla, aunque todo es posible, el que el partido de López Obrador llegase a tener mayoría en los órganos legislativos lo que de facto le atará las manos. Decenas de veces me han preguntado que pasará con la Reforma Energética a lo que respondo que lean el artículo 135 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Después de una cara de bájate del pedestal les explico que se requiere de dos terceras partes de aprobación de las Cámaras y, muy importante, que éstas sean aprobadas por la mayoría de las legislaturas de los Estados y de la Ciudad de México. No olvidemos que las Reformas pasaron por el apoyo del PAN a los cambios estructurales que siempre había respaldado.
Por supuesto los amantes de escenarios apocalípticos dicen que puede detener, o retrasar, las rondas petroleras y subastas eléctricas lo que sin duda puede ocurrir pero nadie está peleado con su dinero. Si lo hace las inversiones tendrán que venir del erario lo que minará en forma muy significativa su margen de maniobra.
Otra situación que plantean es que nuestro país se volverá una Venezuela lo que resulta fácil de plantear… sobretodo si jamás se ha estado en el país del cono sur y se desprecian, entre otros asuntos, las cifras de intercambio comercial con EUA. Venezuela importó de EUA, en el 2017, 4,170 millones de dólares (MDD) y exportó a la nación del Tío Sam 12,330 MDD en su mayoría petróleo. Más aún: mostró una disminución del 30% con respecto al 2016. Las mismas cifras con México son de 276,200 MDD y 340,300 MDD, dando a México un superávit de 64,100 MDD. Mucho más relevante que las cifras resulta la composición, que abarca la mayoría de los sectores productivos y, adicionalmente, EUA goza de un superávit de 7,000 MDD en el ramo de servicios que es altamente lucrativo.
¿Qué tenemos que hacer? En estos últimos 6 meses trabajar en primer lugar en avanzar en un futuro educativo sólido donde a los egresados de carreras y tecnológicos no tengan que educárseles en sus sitios de trabajo sino que complementen sus conocimientos. Hoy no sucede por desgracia y el temor a la CNTE ya es un verdadero cáncer para México. Pasando al segundo sitio el continuar con las obras de infraestructura –AICM en forma especial– y blindar la Reforma Energética. Avanzar en eliminar cotos de poder, hay sectores que las Reformas han dejado en la misma posición como es el caso de los notarios. Sin duda el cartel más organizado y que cobra a la sociedad ta-rifas desproporcionadas. Recuerdo en una cena donde tres miembros de éste gremio criticaban a los taxistas que protestaban contra la entrada de Uber en sus ciudades. Su posición resulta, cuando menos, un acto de cinismo.
Hay decenas de acciones más pero probablemente la más importante sea no cejar en llevar a feliz puerto las Reformas que se han puesto en marcha.
A pesar de que mi voto no estará con el tabasqueño no veo con temor el futuro. Lo que tenemos, y debemos hacer es tomar una participación mucho más activa en la vida política. Seguimos pensando en la Presidencia Imperial del PRI que tanto afectó nuestra forma de pensar y reaccionar en lugar de actuar. Veo con muy buenos ojos que en la sociedad aparecen en forma constante nuevas Asociaciones lo que, sin duda, permitirá un tejido social más denso y firme que pueda limitar las acciones unilaterales que puede tomar cualquier gobierno.
Finalmente, y quizá lo más importante, terminar con la impunidad. Si Perú, Ecuador y Brasil han dado pasos agigantados y sorprendentes no tenemos excusa de no iniciar en forma contundente el camino.
Vienen tiempos interesantes. Aprovechémoslos.
¿De verdad somos tan poca cosa? Continuación a 20 meses
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