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Riesgo de derrames de combustibles por masiva actividad petrolera: Expertos


Ciudad de México (David García/ Energía Hoy).- En mayo de este año, la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) dio a conocer que los campos terrestres descubiertos en México triplican el tamaño de aquellos encontrados en Colombia y cuadriplican lo propio en Brasil. De esta manera, los hallazgos terrestres en México promedian, de acuerdo con el organismo, 59 millones de barriles de petróleo crudo.
A mayor espacio, mayor riesgo. Actualmente, según datos de la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), de 2008 a 2015 se detectaron cuatro mil 78 sitios contaminados debido a emergencias ambientales.
Veracruz ha sido el estado con mayor índice de accidentes medioambientales, registrando 391 emergencias durante 2010 a 2014, lo que implica un registro de 12.7 por ciento del total nacional. Una zona tan fuerte en materia de hidrocarburos requiere atención plena por parte de las autoridades.
En respuesta a dichas circunstancias, la Agencia de Seguridad Energía y Ambiente (ASEA) comenzó una estrategia para mejorar la situación en términos de impacto ecológico. Se trata de una serie de normativas con las que se busca reducir el impacto ambiental que se ha generado en los últimos años, afectando a distintos municipios y comunidades del estado.
En marzo la ASEA publicó la Norma Oficial Mexicana NOM 007, a entrar en vigor a partir del próximo 23 de agosto. El documento plantea los criterios y especificaciones en materia de técnicas de seguridad industrial, operativa y enfatiza la relacionada con protección al medio ambiente. Las empresas tendrán que estar apegadas a esta normatividad durante sus operaciones con hidrocarburos.
Sin importar la magnitud del daño, los derrames de hidrocarburos siempre significan un impacto importante en ecosistemas, pueblos y economía. México ha sido testigo de diversos sucesos de tal índole, siendo Veracruz uno de los estados con mayor relevancia, dada su condición petrolera.
Distintos grupos sociales y de activismo han alzado la voz en pro del medio ambiente, la salud y la economía de muchas actividades de exploración, extracción o explotación de hidrocarburos. Se exige a las autoridades la pronta resolución de problemas que, año con año, surgen en tierras petrolíferas.
Cada accidente tiene su nombre y apellido, historia y desenlace. En abril de 2016, una falla en los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) ocasionó el derrame de crudo de la refinería Lázaro Cárdenas. Más de 900 metros cuadrados de pantano servían como ‘escena del crimen’ del desastre natural, donde perecieron decenas de especies como tortugas, serpientes y lagartos.
El impacto llegó también a las redes del sector pesquero, ya que los animales propios para la comercialización murieron debido a la falta de oxígeno generada por las sustancias permeadas en el lugar. Para dichas poblaciones, donde la pesca es la principal fuente de ingresos, el derrame significaba la pérdida de todo.
Son los grandes derrames los que se llevan las portadas de los periódicos, los que acaparan minutos en los noticiarios. El desastre, las imágenes impactantes, las grandes cantidades de dinero perdidas de un solo golpe atraen a cualquier ojo.
Expertos han llamado al análisis exhaustivo de las áreas afectadas, dando importancia a cada caso, sin buscar homogeneizar los accidentes, ni olvidando aquellos cuyo impacto ha sido menor. Beatriz Torres Beristain, investigadora especializada en problemas socioambientales de la Dirección General de Investigaciones de la Universidad Veracruzana (UV) insistió en dale importancia a toda situación.
“Generalmente, cuando se trata de derrames ocurridos en mar abierto, la noticia es grande pero después se olvida, porque no tenemos contacto con ellos, no conocemos sus consecuencias a ciencia cierta. En el golfo de México se han dado muchos derrames que no se han remediado, porque prácticamente son imposibles de remediar”, dijo.
Tal como la gota escapando del grifo, que poco a poco va llenando la cubeta hasta rebosar, así han sido los derrames menores en tierras veracruzanas; no “dan la nota”, pero significan afectaciones importantes a largo plazo, mismas que no son atendidas pues no representan, de primer vistazo, un problema trascendental.
“Esos pequeños derrames que no son noticia son muchos. Si tú te das una vuelta y visitas los pozos, están en muy malas condiciones y muchas veces están filtrando. Hace seis meses hicieron una toma infrarroja y pudieron detectar la fuga de gases en los pozos. Creo que lo primero que hay que hacer es aceptar los riesgos de la explotación e ir remediándolos y así prepararnos para los grandes derrames, los grandes retos socioambientales del estado”, añadió la investigadora.
Si las rondas autorizadas para la explotación de hidrocarburos continúan su paso tal como lo han estado haciendo, se esperará correr un riesgo muy alto debido a las condiciones de contaminación existentes en muchas zonas. No obstante, los altos costos requeridos para la realización de investigación pertinente detienen su autorización.
Casos registrados por la academia permiten un análisis somero de la situación, sin embargo, ocurren decenas de incidentes que, al sólo estar registrados de manera confidencial por la empresa, resultan imposibles de conocer. “El estado de Veracruz es el lugar con más sitios contaminados, principalmente por hidrocarburos. Existe una afectación fuerte. Pero esos solo son los que están registrados, los oficiales. Un riachuelo o la parcela de algún campesino no se registra”, comentó Torres Beristain.
El sector académico ha realizado esfuerzos para hacer visible el problema de la contaminación, mismo que afecta al medio ambiente y la salud de los habitantes de las zonas afectadas. El gobierno, ya pone de su parte a fin de controlar cada situación. Estarán ahora las empresas obligadas a trabajar de la mano para evitar el crecimiento de accidentes y sus consecuencias en México.

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