A partir del 2 de julio del año pasado, haya sido negociado o no, el sector energético del país entró en coma. Se detuvieron las compras de las empresas productivas del estado (EPS) así como las inversiones. Algunas llamaron más la atención pública, como el que la cuarta subasta de renovables se pospuso, así como las líneas de transmisión, tanto de corriente alterna como de directa. Sin embargo en Pemex tenemos entre manos un problema más grave; estamos enfrentando desabasto de gas y la no renovación de los contratos de suministro o ya bien en cantidades garantizadas menores.
El fuerte incremento de las tarifas eléctricas durante todo el 2018, a pesar de la disminución de aproximadamente un 20 % en diciembre pasado, el aumento acumulado superó el 60 % lo que a todas luces representa una gran carga económica para las empresas. Fue fuente de enormes fricciones entre las cámaras y asociaciones con la CRE, CFE y SENER.
Sin embargo ahora la principal preocupación se enfoca con el gas ya que los contratos de abasto no se están renovando en varios casos y la disponibilidad apunta a la baja. Esto es sumamente grave porque sin gas la industria no puede operar. Con la electricidad fue el precio, aquí hablamos ya de suministro y no hay bien más caro que el que no se dispone.
Pensábamos que las alertas críticas, los avisos de falta de disponibilidad de gas durante el sexenio de Calderón, eran cosa del pasado. Pero la realidad es muy terca y si no se invierte los problemas retornan con celeridad y violencia virulenta.
¿Qué nos sucedió? Es una concatenación de falta de acción así como el negar problemas de fondo que hay que atacar. Empecemos por el gasoducto de la empresa TransCanada, en el estado de Hidalgo, que no puede ser concluido por problemas sociales. Quizá las autoridades no se hayan percatado que sin gasoductos no existe el abasto, oportuno y económico, del recurso. Como éste varios de los proyectos presentan atrasos o de plano se encuentran en el limbo.
La falta de inversión en Pemex por la paralización, a todas luces injustificada y peligrosa, en el cambio de gobierno se empieza a sentir ahora. Balanceo de presión en líneas, mantenimiento preventivo y otros no se perciben en el corto plazo pero sí en el mediano y largo; estamos empezando a sufrirlos.
Veremos también, por ésta misma causa, una caída en el volumen de extracción de crudo en los siguientes meses.
Supuestamente el gobierno actual conoce más de petróleo y gas que de electricidad por lo que estos yerros sorprenden y, más aún, preocupan de su estrategia de manejo del sector energético. Como sucede en todas las empresas y organizaciones el enemigo está en casa. No es la CRE y la CNH. Tampoco la Reforma Energética. Menos aún la nueva competencia. Paralizar la inversión para “ver que todo se haga bien” tienen consecuencias muy graves no tan sólo como las que vivimos sino que los que se estaban yendo tuvieron la excusa perfecta para no actuar.
Vienen meses interesantes. Los mandos actuales tendrán que actuar con más pragmatismo y menos dogmatismo. Veamos si son capaces.
¿Qué nos depara el 2019 en abasto de gas?
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