Los recientes acontecimientos reflejan un estado de Derecho fallido naufragando en un tsunami, rebasado y que no sabe a dónde ir o qué hacer.
David Madrigal
Ingeniero en energía y desarrollo sustentable
Suelo escribir con tinta verde. Hoy escribo con tinta negra y una pizca de rojo. Es domingo por la noche, organizo la semana que viene, o pretendo hacerlo como si acaso eso tuviera sentido. Quiero aterrizar una idea que tengo en mente desde el viernes, mejor dicho un miedo, en esta ocasión hablar de KWh (Kilowatts hora) no hace sentido; escribo esto en marzo. Al día de hoy se han asesinado siete periodistas en mi país en lo que va del año 2022.
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— Energía Hoy (@energiahoy) March 15, 2022
Escribo esto la semana en que en la entidad de la gente que más quiero, asesinaron a sangre fría a un presidente municipal y sucedieron dos balaceras a plena luz del día, una dejó a 17 muertos durante un funeral y otra afuera de un colegio.
Tragedia en Querétaro
Escribo esto, en la semana en que en Querétaro, el fútbol perdió, sí la que Diego decía que no se manchaba (la pelota) quedó salpicada de sangre en el estadio Corregidora. Sin entrar en detalles se armó una trifulca en la que se tiene que decir que el Estado es cómplice; hay videos de un policía tomando una llamada e ignorando los asesinatos (por confirmarse de manera oficial) que cometían ante sus ojos, mientras presuntamente trabajaba.
Durante la semana se mencionó que él y sus compañeros percibían un salario de 300 pesos por partido. Eso genera un contexto claro y responsables inmediatos.
Esto mismo lo redacto también la semana que se llevaron a cabo, los ya habituales, 10 feminicidios diarios, es decir, 70 mujeres asesinadas en esta semana por eso, por ser mujeres.
Claro, esto sucede la misma semana que se transmitieron en vivo las también habituales dos horas diarias del show mañanero. Ese monólogo presidencial en el que se habla de nada y se dice poco, en el que se critica a los de antes y no se responsabiliza a los de ahora.
La verdad no existe
No sé si escribo por hartazgo, por miedo, por dolor, pero en parte sí sé que escribo porque puedo, porque tengo voz y espero que sea escuchada, que sean escuchados los que ya no están y murieron gritando, también esos que ya no quieren más de lo mismo, esos con deseos de ver y construir algo mejor.
Escribo porque deseo que se escuche más esa voz, que la de los que pregonan tener la verdad, en donde la verdad no existe, sino que es un constructo por parte de los más mentirosos, por parte de los que más repiten el discurso.
Estamos de luto
Escribo porque admiro a una periodista, porque estoy harto de que seamos el país de los policías de 300 pesos y porque tenemos que reconocer que esto no es un hecho aislado, una coincidencia o una ola; es un Estado naufragando en un tsunami, rebasado y que no sabe a dónde ir o qué hacer.
La selección de mi tinta roja y negra fue simple, estamos de luto, llenos de sangre, pero aquí estamos y no nos callamos.
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