Carlos Samayoa
Especialista de Ciudades Sustentables
Greenpeace México
Uno de los contaminantes más frecuentes y que han causado severos daños a la salud en las metrópolis del país es el ozono (O3), cuyo precursor es el azufre presente en los combustibles. En 2016 se dio un buen paso para lograr un cambio con la publicación de la NOM-016-CRE-2016 Especificaciones de calidad de los petrolíferos, por parte de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), que delimitó el abastecimiento de combustibles con menor presencia de azufre en las principales zonas metropolitanas y en algunos corredores industriales del país.
Sin embargo, la aplicación restrictiva de la medida implica que otras ciudades que presentan problemas de calidad del aire se queden desprotegidas, por lo que es vital que los gobiernos trabajen para lograr una aplicación en todo el país. En el caso del diésel, en estrecha relación con esa necesidad de la publicación de la NOM-044-SEMARNAT-2017, que también fue un gran acierto al disponer que, todos los vehículos pesados vendidos a partir de 2021 cuenten con tecnología que elimine en más de 99% los contaminantes más peligrosos. No obstante, estos vehículos requieren de la distribución de diésel limpio para su correcto funcionamiento.
Ante esta situación, para asegurar la disponibilidad de diésel de ultra bajo azufre (DUBA) para los nuevos vehículos, así como las políticas que entreguen reducciones reales de contaminantes tan dañinos como las partículas, el carbono negro y los precursores de ozono, es necesario considerar cuestiones importantes como garantizar que se distribuya diésel limpio efectivamente en las principales zonas metropolitanas y conurbadas, zonas fronterizas y corredores logísticos, y elaborar junto con el sector de transporte y con la sociedad civil un plan de distribución para el resto del país, tomando en consideración que los nuevos vehículos pesados pueden cubrir hasta 3,000 km con un tanque de diésel.
Las ciudades del país también tienen la responsabilidad de promover la renovación acelerada de la flota del transporte público, adquiriendo autobuses que cumplan con los estándares más estrictos de la NOM-044, como lo ha hecho la Ciudad de México con la reciente adquisición de autobuses Euro VI, lo cual permitiría compensar el incremento en emisiones asociado con la prolongación de venta de diésel sucio.
Finalmente, no podemos ignorar la situación presupuestal de Pemex, por lo que inexorablemente se deberá autorizar a la paraestatal los recursos necesarios para cumplir con las obligaciones de suministrar diésel limpio y mantener un seguimiento adecuado de los proyectos encaminados a dicho fin.
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