Escrito por: Contenido Exclusivo, Gobierno

COVID-19 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible: Reducción de la Desigualdad


Mariana Di-Bella Díaz de León y Pablo López Sarabia 
Miembros del Programa de Iniciación a la Investigación, PIICETEC. Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, Tec de Monterrey, Campus Santa Fe. E-mail: cina_so@hotmail.com y plsarabia@tec.mx
Ciudad de México (Expertos / Energía Hoy).- La crisis sanitaria del COVID-19 ha dejado en evidencia las grandes brechas de desigualdad que existen, tanto dentro de los países como entre ellos, haciendo ver que no todos pueden hacerle frente al virus y sus secuelas económicas del mismo modo. El mundo entero está atravesando un momento difícil, y es imperante hacer algo para no dejar a nadie atrás.
En 2015, se decidió que reducir la desigualdad en y entre los países sería el décimo Objetivo de Desarrollo Sostenible. Para lograr esto, se deberían cumplir una serie de metas que incluyen garantizar igualdad de oportunidades, lograr el crecimiento de los ingresos de la población, y la creación de políticas de protección social para promover la equidad. Muchas de estas metas han parecido ambiciosas desde que se crearon los ODS, pero el contexto actual, en medio de una pandemia, las complica aún más. Las consecuencias que traerá la crisis del Covid-19 amenazan con empeorar la situación de desigualdad, tanto a nivel global como nacional.
Durante abril y marzo, prácticamente todos los grupos de la sociedad han sufrido algún impacto económico y social asociado al COVID-19. La economía ha tenido una contracción importante como consecuencia de las medidas de mitigación de la pandemia. Sin embargo, hay un grupo importante de personas que sigue obteniendo altos ingresos a pesar de la pandemia. En los últimos años, las personas más ricas del mundo son aquellas que se dedican a cuestiones de tecnología, y, durante la pandemia, sus ingresos no han dejado de crecer. Este grupo de personas se encuentra dentro del 1% más rico del mundo, y se concentran principalmente en Europa Occidental y Estados Unidos. En 2019, el Informe de Riqueza Global de Credit Suisse reportó que este 1% poseía el 44% de la riqueza mundial.
Por otro lado, el Banco Mundial informa que, si bien la pobreza mundial ha ido en descenso desde 1998, esta tendencia cambiará a partir de la pandemia del COVID-19. El impacto en la educación, salud, aumento de precios y crecimiento del desempleo contribuirán a este cambio, y se estima que entre 40 y 60 millones de personas caigan en pobreza extrema este año. Esto hará que la brecha de desigualdades se haga mucho más notoria en todo el mundo, pues las poblaciones con ingresos más bajos son las que se verán más afectadas. En México, por ejemplo, el índice de Gini para medir la desigualdad ha ido en descenso en los últimos años, aunque el coeficiente sigue siendo alto. Sin embargo, al igual que en el resto del mundo, esta tendencia se revertirá durante y después de la crisis sanitaria.
Además de lo anteriormente mencionado, el ODS 10 tiene otra meta que se verá profundamente afectada por la pandemia. La meta 10.7 de este Objetivo consiste en facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas, incluso mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bien gestionadas. Sin embargo, el miedo al contagio, las restricciones impuestas en las fronteras y el surgimiento de nacionalismos son elementos que pondrán freno al traslado interestatal de personas. En algunas regiones, esto complicará aún más la situación. Por ejemplo, aquellas personas que vivan en campos de refugiados tendrán dificultades para encontrar un nuevo lugar dónde vivir. Como consecuencia, estos espacios seguirán saturados de personas, haciéndolas más vulnerables a un virus que no están preparados para combatir.
De igual forma, los gobiernos de todo el mundo se enfrentan al gran reto de crear políticas y programas de recuperación económica para disminuir el impacto de la crisis sanitaria. Si bien éstas estarán seguramente enfocadas en el apoyo para los ingresos de las familias y en la creación de empleos, no deben olvidar que la recuperación comienza desde la igualdad de oportunidades. Por lo tanto, los programas deberán tener un impacto transversal, y no solo económico; es decir, la educación también tiene que contemplarse en las nuevas políticas de recuperación, porque solo así se evitará un aumento en las desigualdades a largo plazo.
Dentro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, el ODS 10 puede considerarse como el más completo, ya que la desigualdad es un problema que tiene raíces en muchas áreas, y no nace de un solo punto. Por consiguiente, si se espera lograr con lo planteado para 2030, los gobernantes deberán buscar la manera de ir logrando el resto de los ODS, porque solo así se podrá cumplir con el número 10. La desigualdad es algo en lo que se ha trabajado mucho desde el siglo pasado, y, si bien no se ha eliminado, en los últimos años sí ha habido una reducción en la misma. Por lo tanto, lo que toca ahora es, por lo menos, encontrar la manera de que todo ese trabajo de años no se revierta en unos pocos meses.

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