Escrito por: Opinión, Santiago Barcón Palomar

La relevancia de la Seguridad Aérea


Un aspecto al que se le presta poca atención en los proyectos energéticos es el cumplimiento de las normativas relativas a la seguridad aérea. Obviarlas puede conllevar multas cuantiosas e inclusive a el desmantelamiento de la instalación infractora.
La continua y celosa atención a la seguridad en la aviación civil ha logrado que sea, por mucho, el medio más seguro de transporte. Tan sólo en el 2017, el mejor año en la historia, se registraron un accidente por cada 7.36 millones de vuelos. Cuesta trabajo imaginarse una cifra tan alta en una operación donde el clima y el factor humano juegan un papel tan importante. Recordemos que los despegues y aterrizajes son aún responsabilidad de los tripulantes pero que ahora cuentan con una gran cantidad de información y recomendaciones basadas en algoritmos avanzados.
De hecho en el 2017 no falleció ningún pasajero en vuelo comercial con equipo de propulsión aunque sí, por desgracia, en los de turbohélice. Además de que la cifra es extraordinaria que si la comparamos con un 6 sigma de manufactura, un valor que indica un férreo control de calidad, éste resulta que es 3.4 partes por millón. Con una sencilla regla de tres vemos que volar en avión es 25 veces mejor.
Si éstas son las cifras, ¿por qué muchos se  sienten inseguros al volar? Existen varias causas pero la principal proviene de la cobertura mediática que se le da a los accidentes aéreos de ahí nuestra mente infiere que su probabilidad es alta.
Los excelentes resultados se deben en gran medida a las labores que podemos considerar propias de la aviación: análisis riguroso de las aeronaves, capacitación extrema a los pilotos, autoridad de que cualquier persona que tenga contacto con la aeronave pueda evitar que despegue, intercambio de experiencias y, por supuesto, aviones cada día más seguros y confiables. Los esfuerzos de los dos grandes fabricantes se han centrado en seguridad, eficiencia de combustible y al final, los que viajamos lo sabemos, en la comodidad del pasajero. Lo único que hay que agradecer, desde el punto de vista del confort, es que son más silenciosas.
De igual importancia, pero menos apreciado, resulta toda la reglamentación relacionada con los aeropuertos y aeródromos; la seguridad es una cadena y con un eslabón débil este se rompe. ¿De qué sirve la mejor aeronave, con pilotos capacitados si la normativa aeroportuaria resulta laxa o inadecuada?
Afortunadamente esto no es así y desde el 7 de diciembre de 1944, aún peleando la segunda guerra mundial que terminó en su fase europea el 8 de mayo de 1945, se firmó por parte de 52 países la Convención Internacional de Aviación Civil ya que la ONU había creado ese mismo año la OACI, la Organización de Aviación Civil Internacional.
Actualmente la OACI cuenta con 192 países –donde México forma parte– que trabajan para desarrollar, y crear consenso, sobre la Normas y métodos recomendados para la aviación civil internacional. Estas reglamentaciones van desde el tamaño y forma de las pistas de aterrizaje, que obviamente dependen de su anchura, a los radios de las curvas en las pistas, los colores de las luces y miles de detalles adicionales. Esto permite que un piloto se sienta igual en Helsinki que en El Cairo o en Buenos Aires; sin esto los errores serían muy comunes y trágicos.
Existen alrededor de 8 tipos de aeródromos entre ellos militar, civil, federal y estatal por mencionar algunos. Dependiendo del tipo al que pertenezca tendrá el tamaño de acuerdo a las aeronaves que opere y marcará las restricciones con las que debe de operar.
La OACI redactó la Norma, que trata sobre la operación y diseño de los aeródromos, donde independientemente de la actividad profesional de cada uno da tranquilidad el ver in documento tan profundo y bien redactado.  En México éste documento se encuentra en Circulares Obligatorias así como en varios artículos de la Ley de Aviación y la Ley de Aeropuertos que emite la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
El cabal cumplimiento de éstas circulares resulta ineludible y el hacerlo puede llevar a la clausura de la instalación o ya bien a multas significativas. No se puede poner en riesgo a las vidas humanas.
¿En qué afecta esto a los proyectos energéticos? Su importancia resulta de primer orden ya que hay que validar que las alturas de los aerogeneradores, el reflejo de los parques fotovoltaicos, las chimeneas de la generación de gas tradicional, las líneas de transmisión y distribución, entre otros, que deben estar aprobados por Aeronáutica Civil. Si usted piensa que en su obra no aplica al no haber un aeródromo cercano está cometiendo un craso error porque todas las instalaciones deben de contar con ésta aquiescencia.
Aeronáutica Civil es la única autorizada para otorgar los  permiso y puede llegar a obligar a la desmantelación de la instalación. Varios proyectos de energías renovables omitieron el proceso y apenas están poniendo sus instalaciones en regla. Por supuesto, y no es un punto menor, contar con ayuda especializada y con experiencia es indispensable para el trámite y cabal cumplimiento.
Bienvenidas todas estas reglamentaciones y regulaciones, independientemente de los excelentes resultados, la seguridad jamás tiene una meta: es un sendero. De nuevo, no lo transite sin apoyo.

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