Escrito por: Opinión

¿Qué viene para el sistema energético mexicano?


Estamos en un mundo que cambia de manera importante en cómo opera. Algunas reglas seguirán su curso, otras no. Algunas formas están evolucionando de manera abrupta, otras se mantendrán.

Miguel Tovar
Socio de Alterpraxis. Consultor experto en negocios con más de 14 años de trayectoria asesorando a compañías mexicanas y globales

Como muchas veces, los cambios globales toman a México mal y de malas. Sin embargo, en términos del sector energético, hay una serie de evoluciones que será de especial interés observar en el mediano plazo.

La realidad es inevitable, México tendrá que hacer frente a distintos choques externos. En consecuencia, las herramientas institucionales, inversiones de largo plazo y desarrollo de infraestructura deberán moverse con mayor agilidad.

La coalición global que cabildea la adopción de compromisos de descarbonización avanza. Así que podrán preverse cambios en los marcos de referencia globales para industrias, inversionistas y gobiernos, de lo cual México se aleja y sin mucho sentido por su actual política energética e infraestructura.

A esto se suma la coyuntura de la guerra en Ucrania, la crisis energética en Europa y la desaceleración en China. Es una amalgama de eventos sin procedentes (económicos, sociales y políticos) que tomarán a México muy fajado en contrarreformas, pero en el fondo sin mucha capacidad de reacción.

Hidrógeno

• El tema se ha posicionado a nivel global en buena medida por la gravedad del cambio climático. Esto ha motivado el desarrollo de una industria y soluciones comerciales.
• México está ante una industria pujante. Según la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ), nuestro
país tiene capacidad en alrededor de 1,400 millones de toneladas de hidrógeno verde.
• Sin embargo, hace falta un mundo por delante: desde regulación y políticas públicas para incentivar, reglas privadas de mercado, hasta aplicaciones para la generación eléctrica y para el transporte público.

Almacenamiento de electricidad

• Desde el primer momento que se generó electricidad se ha pensado en cómo almacenarla para encontrar el momento óptimo de uso. Los desarrollos tecnológicos han madurado tanto para sistemas de generación distribuida como de soporte para los generadores y sistemas de transmisión.
• Empezando por los modelos a base de litio hasta lo innovador de Energy Vault, el almacenamiento comienza a ser una tendencia global. Incentivar y sumar estas aplicaciones será vital para darle confiabilidad al sistema de transmisión mexicano.
• Las necesidades de almacenamiento serán estratégicas en el mediano plazo; ya en 2020 la Comisión Reguladora de Energía (CRE) estimaba que en 10 años México requerirá 2.3 GW de almacenamiento.

Energías renovables

• En seis años pasamos del amor al odio. Sin embargo, México cuenta con una mezcla renovable sólida que consiste en energía solar (7GW), eólica (7.7GW) y geotérmica (976 MW).
• Lo realmente revelador es la capacidad de escalar ese potencial. Según el Departamento de Energía de Estados Unidos, México podría desarrollar hasta 25 mil GW de energía solar fotovoltaica, 3,669 GW de energía eólica, y 2.5GW de geotérmica.

LNG

• Hace 10 años nadie hubiera pensado que México podría convertirse en un competidor global. La demanda asiática requiere un crecimiento continuo de la capacidad de licuefacción y la ubicación de las instalaciones de exportación en el Pacífico mexicano serán una vuelta de tuercas para la competitividad.
• Ya hay algunos pasos: la reconversión de Energía Costa Azul (Sempra, Total), las adiciones del gasoducto Wuahalajara y la instrumentación de Manzanillo en un activo de licuefacción.
• México cuenta potencialmente con 12 proyectos de gran escala que suman inversiones por 7,840 millones de dólares.
• De tal forma, se entraría por un segmento de mercado en expansión y competido, pero con el acceso al gas texano y una ubicación privilegiada, colocando al país en ventaja frente a Mozambique y Qatar.

Conclusiones

Las capacidades del sector energético mexicano son prometedoras. Es el motor de una economía de 1.14 billones de dólares, con un desempeño muy por encima de la media mundial. Sin embargo, es importante repensar el sector energético a la luz de las exigencias de un país que enfrenta retos en términos de crecimiento, inserto en un mundo globalizado que cambia de manera abrupta.

En ese sentido, generar las inversiones para la construcción de infraestructura energética que motive no sólo más crecimiento, sino desarrollo económico y social sostenible es una necesidad y una obligación.

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