Algunos analistas cuestionan las razones de que una propuesta como la realizada por el Ejecutivo cuente con el apoyo de la sociedad, de cara a que inicie el 2022
Luis Serra
Director ejecutivo de la Iniciativa de Energía
del Tecnológico de Monterrey
En la primera semana de noviembre, los líderes parlamentarios de Morena, PT y PVEM anunciaron que la votación de la iniciativa de decreto por la que se modifican los artículos 25, 27 y 28 constitucionales quedaría pospuesta para 2022. Según palabras del coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier, la discusión en la cámara baja ocurrirá antes de que acabe el periodo ordinario, de tal forma que su paso por el Senado y las aprobaciones de los congresos estatales tendrían lugar hacia el primer cuatrimestre del año siguiente.
Las especulaciones sobre por qué el proceso tomaría más tiempo del esperado no se hicieron esperar. De entre ellas, la más sólida alude a que Morena no contaba con el número de votos necesarios para aprobar la reforma. A su vez, esto significaría que está abierta la posibilidad de corregir el documento enviado por el titular del Ejecutivo, a fin de atraer al grupo de legisladores necesarios para su aprobación. Por eso, el mismo diputado Mier comentó que los empresarios estaban invitados a la mesa de discusión.
Distintos puntos de vista
Aquellos cercanos a la visión del presidente sobre la conducción que debe tener el sector energético expresaron que era mejor tener discusiones con calma y a conciencia sobre lo que queremos como país. Incluso, algunos analistas defienden tal postura bajo la premisa de que la Reforma Energética de 2013 fue erigida bajo cimientos débiles. Al buscar construir una estructura compleja sobre fundamentos pobres, desde su perspectiva, dicha reforma no unió al país, sino que lo dividió. Adicionalmente, como si fuera ilustrativo de los diversos casos de corrución de la administración de Enrique Peña Nieto, dos servidores públicos de alto nivel están en proceso penal por supuestos sobornos relacionados con esta reforma.
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Desde la óptica técnica, no hay sustento alguno a favor de la reforma propuesta por el presidente López Obrador. Si nos atenemos a criterios de eficiencia en el despacho, o a elementos de confiabilidad, seguridad, calidad y continuidad del Sistema Eléctrico Nacional, lo propuesto en su proyecto de decreto del 30 de septiembre pasado es inaceptable. De igual forma, como algunos colegas han evidenciado, no es posible desplegar una transición energética basada en el parque de generación hidroeléctrica con el que cuenta nuestro país. Tampoco es factible ni costo-eficiente que el Estado mexicano asuma el reto que representa la ampliación y modernización de la Red Nacional de Transmisión. Sobre todo, cuando hay otras necesidades apremiantes para el país en materia de seguridad, educación y salud, que no tienen inversionistas privados interesados en participar, como si sucede en materia de energía.
Reguladores
La cuota discrecional de participación que se busca implementar para que, de manera artificial, la Comisión Federal de Electricidad tenga preponderancia en el segmento de generación eléctrica no está amparada por ningún modelo. También sería más fácil atender cualquier ajuste menor a los esquemas de autoabasto y productores independientes de energía que cancelar dichas figuras. Pero al desaparecerlas, la estructura de costos de las empresas consumidoras de electricidad se incrementará y tendrán que reflejarlo con menos empleos o mayores precios, o ambas. La desaparición de los órganos reguladores coordinados en materia energética tampoco es útil. El sector energético está plagado de condiciones que conducen hacia equilibrios que no sean deseables desde la perspectiva de la sociedad. Las agencias regulatorias existen precisamente porque ni los mercados, ni los gobiernos por si solos son capaces de orientar los resultados del sector energético hacia el mejor interés de la sociedad.
Sin embargo, desde la soberbia de una torre de marfil, algunos analistas cuestionan las razones de que una propuesta como la del Ejecutivo cuente con el apoyo de la sociedad. En algunos casos, incluso, con dureza se ha escrito que “los mexicanos tenemos al gobierno que nos merecemos”. Si ese es el caso, el apoyo que esta administración ha recibido es una consecuencia natural de la inmediata anterior.
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Cuando la Reforma Energética de 2013 fue promovida entre los mexicanos se prometieron mejores condiciones en el consumo de energéticos como la electricidad, las gasolinas y el gas natural, entre otros. Al introducir los esquemas de liberalización de precios en los distintos mercados, no fue sorpresivo para el especialista que estos mostraran incrementos; después de todo, un precio que dejaba de ser controlado, iba a reflejar las condiciones comunes de volatilidad en mercados y presiones a la alza.
Pero cuando el consumidor de a pie observó que su bolsillo rendía menos en la estación de servicio o que las tarifas residenciales de su recibo eléctrico no eran sustancialmente menores, su reacción normal fue cuestionar si la reforma realmente había sido un paso en la dirección correcta. Y la respuesta que obtuvo de la administración que la implementó no fue empática. ¿Recuerda usted la campaña “Ya chole con tus quejas” del gobierno de Peña Nieto? En diversos spots, el mensaje entregado a la población que no entendía las reformas constitucionales, entre ellas la energética, era uno de total desdén hacia las preocupaciones de los ciudadanos. Algunos funcionarios, de hecho, mencionaron que las quejas por parte de la población eran injustificadas; ya que en países desarrollados, especialmente en Europa, los ciudadanos pagan más por sus gasolinas.
Sin lugar para el debate
De igual forma, es común observar en redes sociales, foros y espacios de discusión públicos, la fatuidad con la que grupos, desde su pedestal de conocimiento especializado, reducen a cualquiera que no comulgue con ideologías de mercado o que siquiera conciba posible para el sector energético nacional otro esquema diferente al implementado por la RE de 2013. Y así, sin darse cuenta, esos grupos adquieren el mismo grado de intolerancia, cerrazón y obnubilación que tanto crítica del titular del Ejecutivo o de sus seguidores. Por eso es exitosa la campaña en contra de los expertos que un día sí y un día no lanza el presidente desde las mañaneras.
Esta será la arena en la que se tome una de las decisiones más importantes para el futuro de nuestro país; caracterizada por un problema de coordinación asentado en la falta de humildad y sensibilidad de los técnicos, por un lado, y la necesidad de confiar en “autócrata benevolente” de la mayoría. Eso, como refiere el trabajo de William Easterly, es una trampa.
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En ese sentido, el 2022 puede ser un año pivote en la trayectoria de desarrollo que nuestro país adopte. Para conducir esa trayectoria a un destino de transición y seguridad energética con beneficios extendidos a la sociedad será clave evadir la trampa descrita por Easterly. Habrá qué modular las soluciones técnicas a contratiempos inmediatos en pos de abordar las problemáticas políticas subyacentes a ellos. Además, se debe escapar a la tentación de concentrar el poder en unos pocos, ya que puede conducir a la reducción de libertades, sobre todo de sectores de la población en condiciones de vulnerabilidad.
Por tal motivo, la discusión de la reforma a los artículos constitucionales 25, 27 y 28 no debe omitir elementos relevantes que no están en la iniciativa de decreto. ¿Cuál es la visión del sector energético de nuestro país hacia 2100? ¿Qué esfuerzos a lo largo de las cadenas de valor deben sumarse para explotar la transición energética y generar externalidades positivas hacia las industrias manufacturera, electrónica y metalmecánica, entre otras? En caso de mantener esquemas de mercados regulados, ¿Qué instrumentos estuvieron ausentes para asegurar que los beneficios en el upstream del sector lleguen a los consumidores finales? ¿Cómo integramos una estrategia de desarrollo de capital humano, ciencia y tecnología en transición energética que a largo plazo genere mayor valor agregado en la economía nacional? El 2022 puede ser una gran oportunidad; no caigamos en la trampa.