Preocupa la estrategia energética fallida cuando hablamos del futuro energético, opina David Madrigal, ingeniero en energía
David Madrigal
Ingeniero en energía y desarrollo sustentable
El gobierno actual, la incertidumbre que genera no solo en materia energética y un cambio radical en el discurso han propiciado desorientación, como aquella que se experimenta previo al huracán.
Esto ocasiona luchas aisladas y movimientos acéfalos, que más que redirigir el rumbo energético del país lo entorpecen. Desafortunadamente estos frentes que no se encuentran bien articulados son expertos en algo: contradecir de facto. Desconozco sus propósitos y aunque, en el mejor de los casos, su conocimiento político y legal puede ser amplio, en materia ingenieril y energética se quedan “cortos”.
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Me parece valioso retomar, para contextualizar, un fragmento del texto “Primer resultado del apagón: todos son expertos en sistemas eléctricos de potencia” que dice “Obvian, posiblemente porque ni siquiera se lo imaginan, que la máquina más grande que ha construido el hombre es un Sistema Eléctrico de Potencia (SEP). Nada se compara, ni cercanamente, a la magnitud de tener en operación conjunta miles de generadores, cientos de miles de kilómetros de transmisión, millones de kilómetros de distribución y decenas de millones de usuarios que, además, demandan energía en forma aleatoria”.
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En aguas turbulentas, cautela
Creo que es momento de ser cautos, inteligentes (intentarlo, al menos) y no actuar de forma visceral. Tenemos encima no solo una crisis climática, sino otra económica causada por la pandemia provocada por el coronavirus. Cambios de rumbo en el barco y que gente dentro del mismo, busque hundirlo es muy peligroso. Con ello me refiero a la oposición, medios de comunicación y movimientos sociales (organizados y no organizados).
El diálogo interno que se genera, repercute en la visión externa. Atrevernos a generar incertidumbre es darnos un balazo en las piernas que, quizás, ya teníamos lesionadas. Se tiene que ser mesurado, pues entre dimes y diretes la inversión extranjera cada día perderá más interés en el país, a pesar del imporante potencial que tiene el sector energético (renovable y no renovable). Saber que las condiciones son buenas y el marco regulatorio está servido es importante, que es perfectible, no tengo duda, prueba de ello es son los legados de autoabasto y la reciente reforma a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE); tengamos en cuenta lo complejo que es para la Comisión Federal de Electricidad (CFE) mantener en funcionamiento el SEN y que los pagos de uso de la red en ese esquema son una mofa.
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Por otro lado, tenemos lo sucedido el año pasado con la política de confiabilidad, que no era más que la reafirmación del Código de Red. Muchos consideraron que constituía un atentado contra las renovables; no obstante, solo se buscaba responsabilizar a generadores y consumidores en su relación con el sistema. Si alimentan, si consumen, que sean aptos para hacerlo, ese es el punto.
Me permito, de manera breve, explicar que el Código de Red se aplica en muchos países y su principal función es garantizar la calidad de la energía y promover la sostenibilidad; evalúa factores de tensión y corriente, entre otros.
¿Y ahora qué hacemos?
Es momento de que cada quien haga lo que mejor sabe hacer en pro de los demás. Entender qué eso es lo que demanda la situación, echar culpas, velar por intereses propios y deambular como gallinas sin cabeza no nos acercan a ningún puerto. Ser oposición es fácil, debatir todos contra todos a modo reactivo, destacar errores o señalar, todos lo podemos hacer; entendamos la situación, traigamos soluciones coherentes a la mesa y alejémonos de los extremos.
Lo mencionaba hace algunos días en la conversación “El futuro humano será sostenible o no será”. Para ello, licenciados, políticos y protestantes deben comprender que transición, es eso, un proceso, y que existen limitantes físicas (eléctricas y tecnológicas) y económicas que marcan el ritmo. Mientras la tecnología de almacenamiento no sea la que soñamos, no me cansaré de decirlo: Nuestra mejor aliada es la eficiencia energética.
A todos nos gustaría resolver las dos crisis mencionadas, pero para construir soluciones reales, partamos de situaciones reales. Para que en algún momento A y B encuentren un punto y coexistan en el plano cartesiano, seamos sensatos, constantes y realistas, pues debatir sobre la utopía es inviable ya que solo es eso.
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