En una economía política global que está caracterizada principalmente por las guerras económicas, las políticas polarizadas y los populismos económicos, México – a pesar de verse seriamente afectado por estos tres factores – ha demostrado tener una gran resiliencia ante lo que el FMI llama “un clima de mucho riesgo externo e interno”. A nivel externo, la desaceleración de la economía global y la guerra económica entre los EE.UU. y China coincidieron en el tiempo con las opiniones especialmente críticas que el presidente de los EE.UU., Donald Trump, compartió en Twitter durante 2019 sobre las políticas domésticas e internacionales de México. A nivel interno, la gran aceptación con la que cuenta el presidente Andrés Manuel López Obrador, con una popularidad del 60%, contrasta con la creciente incertidumbre con la que la comunidad empresarial ve sus políticas económicas.
Tras la publicación de nuestro CEO Survey de México en junio de 2019, en esta sexta edición, hemos explorado las tendencias de los temas de actualidad junto con los líderes empresariales y les hemos preguntado sobre nuevos temas, como la reforma laboral y los desafíos estructurales que suponen un reto para el crecimiento de la economía.
Lo primero que se observa en nuestro último barómetro es que las opiniones de los líderes empresariales a día de hoy están mucho más polarizadas. Al preguntarles por sus expectativas respecto a las condiciones de las empresas locales, el porcentaje de respuestas neutrales descendió del 39% al 25%. Además, la cantidad de encuestados con expectativas negativas aumentó con respecto a la anterior encuesta, del 19% al 33%, mientras que las respuestas positivas disminuyeron ligeramente de un 37% a un 34%. Por el contrario, el porcentaje de respuestas muy positivas casi se multiplicó por cuatro, pasando de un 2% a un 7%, y las respuestas muy negativas descendieron de un 3% a un 0%.
Este panorama tan variado probablemente sea un reflejo de los resultados divergentes que hay dentro de la economía mexicana y, como consecuencia, de las diferentes direcciones que la economía puede tomar en los próximos 12 meses. Según las predicciones más optimistas, es posible que el país no alcance el 1% de crecimiento económico este año. Sin embargo, al profundizar en las cifras de crecimiento para cada uno de los estados, los resultados son más variados. Si bien el estado fronterizo de Chihuahua, al norte del país, experimentó un crecimiento interanual del 4% durante el segundo trimestre (este es el objetivo de crecimiento del presidente para todo el país), otros estados – como Tabasco, dependiente del petróleo – redujeron su crecimiento un 10,3%. En su conjunto, la economía del país creció un 0,3% en un mismo trimestre.
Esta divergencia de opiniones puede también explicarse por el mayor o menor éxito de los diferentes sectores de la economía. Si bien el sector aeroespacial sigue creciendo a un ritmo de dos dígitos, los retrasos en la reforma energética han provocado que la producción de petróleo en el país siga disminuyendo Con unos resultados tan diferentes, dependiendo del estado y del sector, no resulta sorprendente que las opiniones de los CEOs sean tan diversas.
Esta polarización se puede también observar al preguntar a los CEOs sobre“qué probabilidad hay de que su empresa realice una inversión significativa de capital durante los próximos 12 meses”. También en esta ocasión, la cantidad de respuestas neutrales ha disminuido de un 11% a un 2%. Sin embargo, el porcentaje de CEOs con una probabilidad baja de invertir aumentó de un 11% a un 20%. Aunque estos resultados compensan que haya menos CEOs con una probabilidad de invertir alta, el porcentaje de encuestados que dijeron que la probabilidad de invertir era muy alta aumentó del 32% al 42%.
Estos datos podrían explicarse por los resultados divergentes que se obtienen dependiendo del estado y del sector, o incluso podrían representar las diferentes opiniones que hay sobre los factores internos y externos que afectan al país. De hecho, durante 2019 la demora en la ratificación del NAFTA 2.0, conocido oficialmente como El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), había afectado la seguridad jurídica que tanto necesita México para que su relación floreciera con su socio comercial más importante, la mayor economía del mundo, los EE.UU. A pesar de la disposición reciente de los demócratas de avanzar con la ratificación, es incierto cuándo se aprobará en el Congreso, ya que el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, sugirió que el voto del acuerdo no se iniciará hasta que se concluya el proceso judicial de impeachment. Una vocera de la Casa Blanca contradijo esto e indicó que presionarían duro para que el tratado se apruebe antes de finales de año.
Asimismo, la pregunta sobre el tipo de capital humano que hace falta en México ha ayudado a clarificar en cierta medida el cambio de tendencias. Aunque hasta ahora en todas las encuestas realizadas las competencias más demandadas han sido liderazgo e investigación y desarrollo (I+D), esta es la primera vez que el liderazgo obtiene el primer puesto. Si bien es posible estos resultados se deban a la frustración de los CEOs ante la desaceleración del crecimiento económico del país, AMLO también ha tomado una serie de decisiones que la comunidad empresarial considera desfavorables, como la disolución de ProMéxico, la agencia de promoción de inversiones. Lejos del gobierno federal, tanto las autoridades de los distintos estados como el sector privado han adoptado sus propias iniciativas para liderar la promoción de inversiones. Entre estas, se incluye la Alianza Centro-Bajío-Occidente (ACBO), que representa la región del Bajío, la cual está considerada como la potencia industrial del país. Esta descentralización del liderazgo en México podría estar también relacionada con el cambio de tendencia en las respuestas de esta última encuesta, y las nuevas iniciativas, como la ACBO, podrían ser antídoto perfecto contra la incertidumbre que reina a nivel federal.
A la pregunta de “qué circunstancia externa podría tener un mayor impacto sobre el crecimiento de la economía en el país”, la mayoría de los CEOs eligieron el “carácter impredecible de la relación entre México y EE.UU.” Después de haber sido firmado por los líderes de los tres países el año pasado, la decisión de los demócratas de respaldar públicamente un T-MEC modificado, a principios de diciembre, indudablemente ayudará a rebajar la frustración de la comunidad empresarial respecto a la falta de progreso en ratificar el tratado trinacional. El hecho de que los CEOs mexicanos estén preocupados por la relación con EE.UU. también podría estar relacionado con dos ocasiones en 2019 en las que Trump ha presionado a México públicamente. El 30 de mayo, Trump utilizó Twitter para amenazar con aplicar aranceles progresivos sobre todos los productos que México exportase a EE.UU., si México no realizaba más esfuerzos para combatir la inmigración ilegal hacia los EE.UU.; y a principios de agosto, Trump criticó a México por la manera en que estaba gestionando la seguridad dentro de sus propias fronteras, y amenazó al país con “retirarle la certificación”.
El mayor cambio legislativo que se ha producido desde la publicación del último Barómetro Empresarial de OBG: Mexico CEO Survey ha sido la aprobación de la histórica reforma laboral. La mayoría de los encuestados, un tercio de ellos, ha respondido que tenía unas expectativas neutrales con respecto a la reforma laboral, lo que significa que la comunidad empresarial está esperando a ver cómo evoluciona la reforma en la economía real antes de pronunciarse al respecto. Dicho esto, el número de CEOs con unas expectativas positivas (28%) duplica al número de CEOs con unas expectativas negativas (14%). Aunque se teme que la reforma podría con el tiempo reducir las ventajas competitivas de México y provocar una subida de los salarios, el Partido Democrático de los EE.UU. expuso que la aprobación de esta ley constituía un requisito para ratificar el T-MEC. Este dato es decisivo ya que el partido controla ahora la cámara baja, y su apoyo es crucial para aprobar el tratado. Esta tendencia optimista en las respuestas podría también deberse a otro factor: la eventual ventaja que supondría el aumento de la productividad derivado de la reforma, uno de los mayores obstáculos para que México logre una mayor tasa de crecimiento.
En cuanto a los desafíos estructurales, los encuestados expresaron claramente su opinión, y eligieron los factores internos que ellos creen que impiden al país desarrollar al máximo su capacidad de crecimiento. De las 10 posibles respuestas, los CEOs destacaron principalmente la inseguridad y la incertidumbre o inestabilidad política, con un 24% y un 36% de las respuestas, respectivamente. Aunque no puede ignorarse que el cambio de paradigma que ha traído el nuevo estilo de gobierno de AMLO ha afectado negativamente a las empresas, es posible que lo que más preocupe a los encuestados sea la forma con la que se han adoptado ciertas decisiones.
Un ejemplo de ello ha sido la gestión del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, proyecto que fue cancelado tras una controvertida consulta popular en octubre de 2018, y cuya construcción había alcanzado ya un tercio del total de la obra; mientras que la alternativa preferida de AMLO, una antigua base militar en Santa Lucía, fue posteriormente bloqueada por los jueces. Aunque se han reanudado los trabajos de construcción en Santa Lucía, hay incertidumbre en torno a su viabilidad operacional como aeropuerto, y es una decisión que provoca un claro rechazo, con todas las aerolíneas operando actualmente fuera de la capital. La falta de claridad de las políticas energéticas también parece haber contribuido a la desaceleración del ritmo de inversión en el sector, así como la falta de progreso en la emblemática reforma del sector, ya que el presidente ha suspendido las rondas de subastas hasta 2022.
No obstante, es interesante señalar que a la pregunta de “qué sectores resultarían más beneficiados por las políticas del presidente”, la mayoría respondió el sector de los hidrocarburos, con un 34% de las respuestas. La otra opción más elegida por los encuestados fue la agricultura, con un 19% de las respuestas. Estas dos respuestas destacan, ya que son un reflejo de la estrategia de AMLO, más proteccionista y con una economía de tipo nacionalista, tendiendo hacia la sustitución de importaciones. Históricamente, México ha sido un país productor de petróleo y uno de los productores de maíz más importantes a nivel global, no obstante, ahora el país tiene que importar estas dos materias debido al bajo rendimiento en la producción. AMLO ha prometido invertir esta situación.
Aunque el compromiso del presidente para con las políticas energéticas centradas en los hidrocarburos no ha estado exento de críticas por no estar en consonancia con la economía del siglo XXI, lo cierto es que, según los últimos descubrimientos realizados en aguas profundas, México todavía cuenta con unas reservas de 7 mil millones de barriles de crudo. Incluso tras la caída del precio del petróleo, esta materia prima sigue contribuyendo en más de un 20% al presupuesto del gobierno. Si bien es posible que las políticas energéticas centradas en los hidrocarburos no den beneficios de manera inmediata, según AMLO, su emblemático plan para construir una refinería en Dos Bocas, en el estado de Tabasco, proporcionará un impulso muy necesario a la capacidad transformadora de México, con la esperanza de algún día recuperar su estatus como uno de los mayores productores de petróleo del mundo.
La trayectoria económica de México está polarizando la opinión de los CEOs
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