Escrito por: David Madrigal, EH 360°, Opinión

El mexicano no olvida, pero hace poco y se queja mucho

mexicano

No somos ciudadano solo el día de las elecciones. Mexicano, la invitación es a no olvidar lo ocurrido el 3 de mayo en la Ciudad de México

David Madrigal
Ingeniero en energía y desarrollo sustentable

2 de octubre no se olvida. En esta fecha, pero de 1968 sucedió una de las mayores masacres que han ocurrido en nuestro país desde que México se constituyó como una nación independiente. Contrario a mi estilo, en esta introducción no compartiré números ni daré cifras, son inciertas, y además hoy no importan. Hablar de un estado que reprime a su pueblo es una deshonra, independientemente de si fue a un solo estudiante o a cientos de miles de ellos, lo ocurrido en la plaza de las Tres Culturas, en

Tlatelolco es un acto inenarrable pero que, olvidarlo, sería otorgarnos la desafortunada posibilidad de repetirlo. No olvidemos que los estudiantes solo querían democracia.

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Hoy escribo para no olvidar. Me encuentro molesto y con nudos en no sé cuántas partes de mi cuerpo, la quijada me rechina y mi corazón está apachurrado. Recuerdo el 3 de mayo de este año, sucedió algo que me tomó semanas poder asimilar e indagar, no quería creer la veracidad del hecho. “El accidente de los 26” a unos 26 km de la plaza de las Tres Culturas sucedió el accidente del Metro en la Ciudad de México.

Como cualquier obra tradicional del gobierno mexicano, la construcción de la Línea 12 ha sido señalada por sobrecostos, relacionada con favores políticos, fallas estructurales y de más… que si no se le daba mantenimiento, que si los vagones no eran los correctos, que si había temblado en 2017, ¡qué más da! Hoy tenemos 26 muertos, uno por cada mil millones de pesos (MDP) que invirtió (o gastó) el gobierno en el proyecto. Es correcto, la obra reportó un costo de 26 MDP para ser ejecutada.

Seguir los números para encontrar el sentido. Ir hacia atrás para recordar que en los últimos dos años existían cientos de quejas y que en 2014 ya habían sido detenidas las operaciones por “inconvenientes’’. Crónica de una muerte anunciada.

Palacio Nacional se barre de noche

Negociar en lo oscurito o reírse en nuestra cara. Como prefiramos. Recordemos que el mandatario federal también reconoció el compromiso de Slim Helú y “el respeto que muestra por el Gobierno federal, al no buscar protagonismo y apelar a la politiquería”. El presidente de la República explicó la semana pasada que existe voluntad por parte del empresario en colaborar con la reparación de la Línea Dorada.

Me pregunto, qué clase de protagonismo buscaría, si se sabía responsable de un suceso fatídico; y bueno, lo de politiquería, realmente no sabemos qué pasó cuando se bajaron las cortinas, porque justo eso, se pactó a puerta cerrada. Por último, ¿hablar de voluntad? No señores, reparar los daños no es un favor, es una responsabilidad y hay contratos de por medio.

Al día de hoy no existen responsables. Ni Sheinbaum, ni Ebrard, tampoco Mancera y mucho menos otros, ahora bien, hacer responsables a obreros con preparación técnica por malas prácticas dirigidas y supervisadas me parece poco loable.

Politizar temas técnicos sale caro

Existió una renuncia (o un relevo), nada más que eso. Y revisemos, porque dejar cargos no es asumir responsabilidad; se les contrató para resolver problemas no para que perpetúen un funcionamiento fallido y que cuando se requiera den un paso al costado, demostrando su incapacidad, cuando desde un principio no debieron asumir el cargo. Si llegaron al puesto y habían fallas era su deber exponerlas. Politizar temas técnicos cuesta millones de pesos y mucho peor, nos empieza a costar vidas.

A seguir recordando

Como buen mexicano yo no voy a olvidar, no quería ni siquiera saber de qué se trataba esta nueva desdicha, pero es nuestro deber inmiscuirnos. No somos ciudadanos solo el día que vamos a que nos pinten la yema del dedo sin conocer siquiera a nuestros candidatos. Yo no voy a olvidar que el 3 de mayo, la incapacidad le costó a México la vida de tres menores, que dejó a niños huérfanos y a personas incapacitadas.

No nos queda de otra, ¿o sí? Tendamos a la excelencia, en un sistema fallido, atrevámonos a hacer el cambio en donde nadie lo nota, concentrémonos en pequeñas acciones que son las que generan transformaciones. Trabajemos horarios extras, busquemos ser una mejor versión, y no la más cómoda. No aceptaremos menos que lo justo y merecido.

 

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