Escrito por: Eficiencia energética, EH 360°, Geotérmica, Internacional

Descubre cómo pierdes energía y dinero por las cámaras termográficas en tu casa

cámaras termográficas

Las cámaras termográficas genera pérdidas de energía, pobreza energética y emisiones. El mal aislamiento de tu casa es un problema que requiere soluciones urgentes

En pleno invierno, mientras millones de familias se abrigan más de lo habitual, renuncian a una ducha caliente o a encender la calefacción, una silenciosa fuga de energía sigue ocurriendo cada día: nuestras casas, mal aisladas, están calentando la calle. Así lo demuestra Greenpeace con cámaras termográficas que revelan cómo el calor se escapa sin control por paredes, ventanas y techos. El problema tiene un alto costo económico, social y ambiental.

Conoce la energía que no usas, pero sí pagas

Las imágenes térmicas de barrios enteros reflejan colores cálidos —naranjas, amarillos, rojos— que delatan pérdidas de calor incluso a través de las paredes, donde se pueden distinguir los radiadores encendidos. Una radiografía del despilfarro energético que, según datos del Instituto Nacional de Estadística de España (INE) 2024, afecta al 95% de las viviendas de aquel país.

Lejos de ser un problema aislado, se trata de una situación estructural que se agrava con el aumento del precio del gas y la electricidad. En 2024, el precio de la luz en España subió un 54%, el IVA regresó al 21% y finalizó la llamada “excepción ibérica”, dejando a millones de personas a merced de la especulación energética. La consecuencia directa: pobreza energética.

“A nadie le gusta el estigma, pero si dedicas más de un 10% de tu presupuesto del hogar a los gastos energéticos, también sufres pobreza energética”, alerta Greenpeace. Esta realidad afecta a uno de cada cinco españoles —¡10 millones de personas!— que no pueden mantener su vivienda a una temperatura adecuada.

Las cifras lo confirman

El sector residencial consume el 25% de la energía total del país, y cerca del 47% de ese consumo se destina solo a calefacción. En términos de emisiones, la climatización de los hogares representa un 8.2% del CO₂ emitido en España, y el gasto económico puede superar los 2,000 euros anuales por familia, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).

Pero más allá de las cifras, están las personas, quienes sufren de humedad, filtraciones, frío, ansiedad y enfermedades asociadas a la falta de confort térmico.

Greenpeace pide, en el corto plazo, garantizar el acceso a servicios energéticos básicos: bono social, tarifas justas y la prohibición de cortes por impago. Y en el mediano y largo plazo, demanda una rehabilitación energética profunda de las viviendas: mejor aislamiento, bombas de calor y autoconsumo solar, para romper la dependencia del gas y construir hogares más sanos y autosuficientes.

“Nuestra casa es y será, cada vez más, nuestro primer refugio climático”, asegura. No se trata solo de pagar menos, sino de vivir con dignidad. Para ello, dice, es necesario dejar de subsidiar los combustibles fósiles y comenzar a invertir en el bienestar común. Porque la energía no debe ser un lujo, sino un derecho.

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