Mónica Flores, quien preside ManpowerGroup en América Latina, conversa sobre los retos de las mujeres en la economía formal y las consecuencias de la recesión
La pandemia de COVID-19, cuya declaratoria por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sucedió el 11 de marzo del 2020, ha borrado, al menos 10 años de avances en la participación laboral femenina, “lo cual significa una catástrofe”, considera Mónica Flores, quien preside ManpowerGroup en América Latina.
“De hecho, hoy más mujeres están pensando en renunciar a sus empleos, reducir el número de horas que dedican al trabajo remunerado, o bien, no optar por ascensos que implicarían mayor responsabilidad”, narra con preocupación.
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Cifras que preocupan
De acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en Latinoamérica, la tasa de participación de mujeres fue de 46% en 2020, lo que implicó perder seis puntos, respecto a los niveles previos a la crisis sanitaria. Además, de cada 100 empleos que se perdieron, la mayoría, alrededor del 64%, estaban ocupados por una mujer.
En el caso de México, sabemos que las mujeres constituyen el grupo más afectado tras la pandemia, debido a que muchas estaban al frente de microempresas que se vieron obligadas a cerrar ante la crisis económica.
“Sí, ya desde antes, éramos el país de la región con menor representación de mujeres en los consejos de administración, puestos de dirección general y alta gerencia, esto va a impactar mucho más en el proceso de ganar terreno en el mundo de la economía formal’’, comenta Flores.
Liderazgo, habilidades y la recesión femenina
En el estudio “Liderazgo, habilidades y la recesión femenina. ¿Qué sigue para el progreso hacia la igualdad?” elaborado por ManpowerGroup, el riesgo de una recesión femenina, también llamada She-cession es concluyente.
“La pandemia desencadenó el mayor cambio en la fuerza laboral desde la Segunda Guerra Mundial, con industrias como el comercio minorista, la hospitalidad, el entretenimiento, el turismo e incluso la manufactura, las cuales emplean proporciones más altas de mujeres, congelándose de la noche a la mañana”.
Impulsar la participación de las mujeres en la vida económica de un país y acortar la brecha de género es labor de toda la sociedad; no solo de las empresas y los gobiernos.
La sociedad tiene el deber de impulsar que más mujeres estudien las carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés); porque hoy son las que tienen mayor demanda en el mercado laboral y, por supuesto, las mejor remuneradas.
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