Escrito por: EH 360°, Internacional, Opinión, Santiago Barcón Palomar

Joe Biden, pinceladas de su presidencia en el sector energético

Joe Biden

El 20 de enero, Joe Biden asumirá la presidencia de Estados Unidos. No son noticias halagüeñas para la administración actual en México

Ideas con brío
Santiago Barcón
CEO de Baorgg y PQBarcon

Desde el inicio de su campaña el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden ha sido más que claro en su apuesta a las tecnologías renovables y a la descarbonización de la economía. Su estrategia es explícita, inequívoca y contundente.

Si tomamos su pronunciamiento y le cambiamos el signo para invertir el resultado, tendremos la definición de la política mexicana en energía. Esto, aunado a las restricciones del T-MEC, solo puede deparar, y no quiero pecar de pesimista, una barrera que no permitirá realizar la visión que pretenden implantar.

Esto lo comprendió, con su gran olfato político, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), tanto así, que viajó a Washington para reforzar su relación con Donald Trump y contar con cuatro años de libertad de acción, mismos que se empataban con la salida de ambos de sus presidencias.

Para desgracia de los dos, sus planes se vieron afectados, uno a un retiro ignominioso lleno de demandas que lo perseguirán hasta su deceso y, en el caso del mexicano, a buscar la manera de ajustar su postura sin perder cara ni votos. No resultará sencillo.

Aunemos que, en el momento que redacto esta columna, ExxonMobil y Shell acaban de anunciar una disminución en los precios por petróleo y gas que conlleva, naturalmente, a un recorte del valor de sus activos. Inclusive una empresa como ExxonMobil, un ejemplo de administración, piensa que tendrá problemas para cubrir sus inversiones de capital y dividendos el año entrante.

El cambio ha iniciado

Seamos claros, esto no significa que vayan a desaparecer ni que no continúen siendo una parte fundamental, y quizá la más rentable del sector energético. Es tan solo que el cambio ha iniciado y será gradual pero, dependiendo de las políticas de medio ambiente que asuman los diferentes países, tendrá diversos tiempos de realización.

La transformación que estamos viviendo se evidenció con la pandemia de COVID-19 pero ya estaba presente. En un sector como el energético los movimientos resultan lentos, como cambiar el rumbo de un buque petrolero: de giro de timón al cambio de dirección pasan decenas de kilómetros.

Siempre menciono que el siglo XIX fue el del carbón, el XX del petróleo y gas y el XXI, sin duda, de la electricidad. Si como país vamos a apostar, pues seleccionemos el caballo con mayores posibilidades de triunfo. Petróleos Mexicanos (Pemex) es tirar el dinero.

Para hacer más sombrío el panorama, tanto Justin Trudeau, primer ministro canadiense, como Joe Biden serán muy vigilantes de los acuerdos plasmados en el T-MEC, particularmente en los aspectos laborales; otra piedra en el camino. El país del tío Sam y el de la policía montada piensan igual, serán poco amigables con los que estuvieron cerca de Trump y, peor aún, le dieron un espaldarazo incondicional.

¿Malas noticias para México?

Lo que pueden ser malas noticias para AMLO pero no necesariamente aplican a México. Tan solo en medir y ajustar la relación con Joe Biden tomará, como mínimo, 6 meses. Veo extremadamente difícil que el mandatario mexicano cambie su posición, pero la realidad es muy terca y su ilusión de pasar a la historia como un prócer disminuye cada día.  Las opciones de solución son amplísimas, el asunto está en encontrar las que le permitan salvar la cara y beneficien al país. Antes de explorar alternativas, la premisa básica es que la Iniciativa Privada (IP) tiene que evitar caer en la tentación del revanchismo o de la mofa. No será fácil, todos tenemos nuestro ego, pero hay que ser más inteligentes.

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Aunque las asociaciones público-privadas no se tienen en el radar es cuestión de cambiarles de nombre o de enfoque. Opciones hay, conservando la soberanía y con una arista social. No se trata solo de construir la línea de transmisión, por ejemplo, sino de llevar electricidad  a 700 comunidades. Es decir aumentar el alcance de una simple obra eléctrica a un beneficio social.

Los industriales mexicanos tienen que sacar la casta y dejar de ser timoratos: los grandes beneficios de la Reforma Energética no se quedaron en el país. En España el gobierno acaba de blindar compras extranjeras de sus empresas “estratégicas” porque “con el COVID pueden venir inversionistas tiburones” ¿Por qué nosotros no?

Cobertura universal para 2035

También el aceptar cargos, como la reserva rodante, que hacen todo el sentido técnico pero que no se reconocen, o el respaldo de la red en los sistemas fotovoltaicos domésticos. Pagar 300 pesos al mes, a modo de hacer números rápidos, daría a Comisión Federal de Electricidad (CFE) más de 170 millones de dólares anuales. Parece razonable reconocer el mantenimiento y servicio que proporciona CFE a través de la red de distribución: son 10 pesos diarios.

Pensar en grande: todos los mexicanos contarán con servicio eléctrico para el 2035, o bien 2040, se puede y se debe. Pero si nos vamos a mantener en que todo sea como antes, pues buena suerte, ambos perderán y México más, mientras que solo seguiremos quejándonos. Espero equivocarme, pero me parece que en eso acabaremos.

* Fotografïa Agence France-Presse.

 

 

 

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