Sin importar los efectos que tiene el dióxido de carbono, el gobierno de México no lleva a cabo acciones para disminuir estas emisiones
Pablo Ramírez
Especialista en Energía y Cambio Climático de Greenpeace México
El dióxido de azufre (SO2) es un contaminante del aire incoloro, imperceptible para el ojo humano, pero extendido y peligroso para la salud. Respirarlo pone en riesgo nuestra salud; y entre las enfermedades asociacas a este óxido están: los accidentes cerebrovasculares, enfermedad cardíaca, asma y cáncer de pulmón, todas ellas pueden concluir en la muerte.
Si bien, las emisiones de este contaminante están vinculadas con fenómenos naturales como las erupciones volcánicas; sobre todo tienen relación con actividades humanas de extracción y refinamiento de petróleo, generación eléctrica y acerera.
Un nuevo análisis de la NASA realizado por Greenpeace India y el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés) reveló que las emisiones de dióxido de azufre (SO2) tóxico en los tres principales países emisores del mundo: India, Rusia y China cayeron durante 2019.
No así las de México, que es el 5° país a nivel mundial emisor de dicho contaminante; y donde las emisiones antropogénicas de SO2 aumentaron 4% en 2019, después de una rápida disminución de tres años. En 2019 creción la combustión de petróleo y gas, responsable del 90% de las emisiones antropogénicas de SO2 de México.
Implicaciones del modelo energético mexicano
Los resultados del informe son una muestra clara de las implicaciones que tiene el modelo energético basado en combustibles fósiles en la salud. Cobra relevancia la política energética nacional que busca incrementar su uso en la producción y refinación de petróleo. Además de promover el uso del carbón y el combustóleo, para generar electricidad.
De esta manera, el país cuenta con 4 de los 50 puntos críticos en el mundo de este tipo de contaminación, entre las que se encuentran las instalaciones petroleras de Cantarell y Reforma (que generan alrededor del 48% de este compuesto), así como las centrales eléctricas de Tula y Tuxpan que queman combustóleo y cuyas emisiones podrían aumentar en los próximos 4 años.
Las emisiones de SO2 en México aumentaron en un 4% debido al petróleo y gas.
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— Greenpeace México (@greenpeacemx) October 8, 2020
Las elevadas emisiones de nuestro país tendrían que significar una alerta que realce la urgencia de implementar regulaciones más estrictas que limiten la emisión de estos contaminantes; y promuevan la transición a modelos energéticos sustentables basados en tecnologías renovables.
Leyes que favorezcan la descentralización de la generación y en las que las comunidades, principalmente las que han sufrido las inequidades del modelo fósil, sean pieza fundamental en la generación de la energía nacional.
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