Escrito por: Opinión, Ramsés Pech

El inicio del fin de México. Presupuesto 2024

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El presupuesto de México para el 2024 será un precedente para las futuras administraciones, y puede tener como consecuencia una deuda pública superior a la actual

Ramsés Pech

Grupo Caraiva – León & Pech Architects

De acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) en su último informe trimestral, es posible que el cierre de este año sea de 9.143 billones de pesos, en relación con el gasto neto total; y en 7.444 billones los ingresos presupuestarios, lo que produce un déficit presupuestal de 1.7 billones.

Debemos tener en cuenta que, para el ejercicio fiscal 2024 se aprobó un monto de endeudamiento interno neto del Gobierno federal de 1 billón 990 mil millones de pesos y un techo de endeudamiento externo neto que incluye al Gobierno federal y a la Banca de Desarrollo, de hasta 18 mil millones de dólares. La SHCP prevé que la deuda pública aumente en 2 billones de pesos y que será la más alta de los últimos 20 años (2015, fue de 1.5 Billones).

La deuda neta de este año, teniendo en cuenta el cierre de diciembre al mes de agosto, ha alcanzado los 16.660 billones, un incremento de los 1.795 billones; esperando alcanzar el objetivo establecido por hacienda al cierre de diciembre.

La cuestión que surge, ¿será el mismo gasto en 2025? Y en el dado caso, para reducir el déficit que se ha propuesto reducir, se incrementarán los ingresos y eso provendría de la parte petrolera, al aumentar el precio de barril, con menos estímulos para los combustibles como ha ocurrido este año. ¿De dónde provendrían los ingresos?, para no tener un déficit como el actual y que esto ocasione que la deuda neta aumente, lacerando la relación de esta respecto al producto interno bruto; y en el cual para 2025 se estima una contracción del crecimiento económico, respecto al esperado para 2024.

Se ha mencionado que, en México, la deuda no ha superado el 50 % en comparación con el PIB, lo cual es correcto, pero inexacto al hacer un balance económico en función del dinero; debido a que los porcentajes han variado principalmente a que el PIB ha aumentado en mayor proporción respecto a la deuda del 2000 al 2023.

No obstante, debemos comprender que, si se incrementa el PIB, es posible disminuir el porcentaje de la deuda pública en relación con esto. Esto da margen para poder tener un mayor déficit, y esto es una tentación para el 2025 y México no debería estar involucrándose, al poner en el presupuesto este crecimiento ficticio en papel para cerrar la brecha.

En 2025, el dinero del presupuesto se centrará en un 70 % en el desarrollo social, lo que podría generar un incremento en el déficit y, por ende, una mayor deuda.

¿Cuál sería la estrategia numérica económica que seguir?

¡Gastar menos! Eso significaría que el presupuesto de egresos fue contraído respecto al 2024, acción que afecta en la operación del gobierno. Un mayor gasto social en la protección social significaría un menor presupuesto para el desarrollo económico; y es donde están las inversiones públicas respecto a infraestructura, energía, turismo y todo lo que pueda ayudar al crecimiento del PIB.

Ahora qué México está apostando en que gran parte del crecimiento económico provenga de la inversión pública, ¿realmente podrá ser esto?, ante los cambios constitucionales que están por ocurrir en los próximos meses y ante la incertidumbre mundial sobre los costos de los energéticos, productos, el transporte y una geopolítica económica-financiera-energética incierta.

Podemos argumentar que, la inflación disminuirá en los próximos meses, pero se debe dejar claro que los productos, mercancías y servicios seguirán aumentando. El costo del dinero ha empezado a descender, ante la disminución de las tasas de interés en los principales bancos centrales en el mundo. Se observa a un dólar en cuanto a su índice que fluctúa en forma variable, en comparación con las monedas que se evalúan para determinar su fortaleza, ya que es la moneda de mayor utilización para transacciones comerciales. Teniendo en cuenta que, el peso mexicano no forma parte de esta evaluación y solo se compara en cuanto a una depreciación o apreciación.

Todo esto puede influir en los ingresos de México, debido a que, al tener una mayor incertidumbre y un mayor riesgo del dinero para utilizarse en proyectos dentro de los diferentes mercados en forma directa, el dinero podría ir a otras partes del mundo en donde se sienta más cómodo.

En el dado caso de que algunos peculios asuman la forma de contratarse por alguna secretaría, empresa estatal o cualquier órgano del gobierno que necesite un servicio, construcción, o productos por medio de una licitación, asignación u cualquier manera que considere, los precios unitarios estarán influenciados por la incertidumbre y la prima de riesgo plasmar, originando un sobre costo en el erario. Estos incrementos podrían lacerar los gastos programados dentro del presupuesto, al estar arriba de lo planificado.

Dado que no existen ingresos adicionales en la actualidad, y debido a que no existe una mayor proporción de nuevas empresas que generen nuevos negocios y que a su vez incrementen la recaudación al tener nuevos empleos que en conjunto generan en mayor proporción más dinero para el erario, será difícil poder llevar a cabo el todo, como es la perspectiva actual.

Por favor, no consideren a las remesas como un incremento de ingresos para la nación, ya que gran parte de este dinero no genera o paga impuestos a través de una formalidad; y gran parte se utiliza para la vivencia cotidiana de las familias, las cuales pueden tener una desintegración familiar aguda y agravada cada día al salir más miembros de la familia a buscar una percepción salarial más favorable.

El aumento del salario por arriba de la inflación no sirve de nada, debido a que la gente necesita percibir una mayor proporción de veces el salario por día. Hoy, la gente que está inscrita en el seguro social percibe entre el 65 y un 70 % de los asegurados, no más de dos salarios mínimos, lo cual no es suficiente para tener una vida digna.

El presupuesto del 2025 es un misterio para la SHCP y un obstáculo para la nueva administración, debido a que dependerá de la forma en que se distribuirá el dinero, y de cuánto se asignará a los estados y a todo el sistema operativo de la nación. Un ejemplo es Pemex y CFE, a las cuales se les asigna aproximadamente 1 billón de pesos para su operatividad, y ante los cambios que ocurrirán en la forma de poder tener energía, deberían aumentar a partir del 2025 entre 1.3 a 1.5 billones; y después del 2026 entre 1.8 a 2.0 billones de pesos. Debido a esto, deberá existir una mayor deuda, o algún programa dejará de percibir el dinero suficiente. Recordemos que, el dinero es finito.

La gran incógnita para tener, ya no son los cambios constitucionales, porque eso ya está en la agenda legislativa; y todo indica que no cambiara mucho lo del propuesto.

Es hora de dejar de lado la política que no genera dinero para el país y centrarse en cómo obtener los ingresos, y como gastar para obtener desarrollo económico; y por ende, el crecimiento necesario para estar ad hoc con el mundo.

Un presupuesto con alta incertidumbre, al no tener al dinero que cubra el gasto neto, creará dudas a los mercados financieros; los cuales pudieran apalancar a la deuda pública y al mismo tiempo a las empresas que sean contratadas por los gobiernos federales, estatales o municipales. Pero, el dinero costaría más de lo esperado, al tener primas de riesgos por encima del promedio observado en los mercados.

En última instancia, el que tendrá que pagar el todo será el consumidor final, el 40 % que está en la formalidad; y las empresas que mantienen sus negocios sin invertir en crecimiento.

Presupuesto del 2025… un acertijo para el futuro.

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