Escrito por: EH 360°, Electricidad, Energías Verdes, Hidráulica

¿Sabías que la energía hidroeléctrica comenzó en el siglo XIX?

energía hidroeléctrica

En una era donde la transición energética acapara titulares globales, pocas personas imaginan que las bases de la energía hidroeléctrica moderna se gestaron hace más de mil años en los molinos medievales de Europa

Todo comenzó con simples ruedas de madera moviendo piedras para moler grano. Eso evolucionó hasta convertirse en una de las fuentes de energía renovable más importantes.

Desde la antigüedad, griegos y romanos ya aprovechaban la fuerza del agua corriente, pero fue durante la Edad Media cuando Europa experimentó una verdadera revolución. El punto más relevante llegó en el siglo XVIII de la mano del ingeniero británico John Smeaton, quien revolucionó el diseño al construir ruedas hidráulicas de hierro. Esta innovación representó el salto de la eficiencia del 65% de las ruedas de madera al 85% de las de hierro.

Súbitamente, las industrias textiles y metalúrgicas encontraron una alternativa al escaso carbón. Con ello permitieron que ciudades como Londres, París y Nueva York se expandieran a un ritmo importante, explica el investigador Leonardo Ramos.

México avanzó en la carrera energética

En 1889, en las remotas montañas de Batopilas, Chihuahua, se inauguró la primera central hidroeléctrica del país, apenas siete años después de las pioneras plantas en Inglaterra y Estados Unidos. Durante casi cinco décadas, empresas extranjeras aprovecharon el potencial hídrico mexicano, instalando pequeñas centrales que iluminaron las primeras ciudades del país.

Pero la verdadera revolución llegó en el siglo XIX con el desarrollo de las turbinas hidráulicas. Estos dispositivos, más compactos y sofisticados que las antiguas ruedas, lograron convertir hasta el 90% de la energía del agua en electricidad. Las famosas turbinas Francis y Pelton abrieron las puertas a la construcción de centrales hidroeléctricas de gran escala, capaces de aprovechar caídas de agua masivas y flujos variables.

Algunos grandes beneficios

Hoy, mientras el mundo busca desesperadamente alternativas limpias a los combustibles fósiles, la energía hidráulica se presenta como una solución madura y confiable. A diferencia de otras fuentes renovables, ofrece estabilidad: las presas almacenan agua como gigantescas baterías naturales, liberándola cuando la demanda energética lo requiere.

Los números son contundentes. La hidroeléctrica no emite gases de efecto invernadero, reduce la dependencia de combustibles importados y puede operar eficientemente durante décadas. Países como Noruega obtienen más del 95% de su electricidad de fuentes hidráulicas, así demuestran que es posible una matriz energética casi completamente limpia.

La tecnología que hoy promete ayudar a salvar el planeta del cambio climático tiene sus raíces en los humildes molinos medievales. Cada vez que encendemos una luz alimentada por energía hidroeléctrica, estamos utilizando el mismo principio que utilizaban los molineros hace mil años: transformar el movimiento del agua en trabajo útil.

La innovación energética no siempre requiere inventar desde cero, sino perfeccionar y escalar las soluciones que ya funcionan. Las ruedas hidráulicas del pasado se han convertido en las turbinas del futuro.

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