Escrito por: Edición Digital EH, Opinión

Poner a América primero: el retroceso climático que sacude al mundo

climático

En enero del 2025, Estados Unidos, como líder económico global, firmó la orden ejecutiva “Putting America First in International Environmental Agreements”… un retroceso climático

Erika Ramírez Dávalos

consultora en Energía en Acclaim Energy México

En solo un instante, el presidente Trump ha asestado el golpe más importante a las iniciativas y compromisos de sostenibilidad que se han planteado desde hace más de una década para mitigar y reducir los impactos del calentamiento global.

Por mencionar algunos, en enero del 2025, Estados Unidos, como líder económico global, firmó la orden ejecutiva “Putting America First in International Environmental Agreements”, en la que se priorizan los intereses económicos nacionales sobre los compromisos ambientales globales.

Este acuerdo tiene como objetivo principal, desarrollar la economía del país, y mantener los puestos de trabajos para sus ciudadanos, al tiempo que desempeña un papel de liderazgo a través de los esfuerzos internacionales en torno a la sostenibilidad aprovechando al máximo sus recursos energéticos.

Sin embargo, durante su implementación se activaron diferentes acciones que incluyen, de manera inmediata, la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París y/o de cualquier obligación relacionada con dicho convenio, y cualquier otro acuerdo, pacto, convenio o compromiso contraído con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Asimismo, quedó revocado el Plan Internacional de Financiamiento Climático de Estados Unidos, mismo que apoyaba la inversión y contribución de este país para ayudar a otros países en la lucha contra el cambio climático en la reducción de emisiones y la adaptación (vulnerabilidad al cambio climático).
Si recordamos los objetivos que dieron pie al Acuerdo de París, el convenio buscaba establecer esfuerzos para mantener el incremento de temperaturas por debajo del nivel de 1.5°C a largo plazo. Entonces, ¿qué está pasando?

Si echamos la vista atrás y revisamos lo sucedido durante el 2024, veremos que los efectos del cambio climático ya han hecho acto de presencia y sus implicaciones son cada vez más palpables.

El 2024 ha sido reconocido como un año de récords, y no necesariamente desde un enfoque positivo. Según Bill Nelson, administrador de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), el 2024 fue el año más cálido desde que empezaron a llevarse registros en 1880, y se destaca que las temperaturas globales estuvieron aproximadamente 1.28°C por encima del promedio para el periodo de referencia de la NASA (de 1951 a 1980), a través de una racha de calor mundial sin precedentes. Nuestro país ya ha superado la barrera de los 2°C desde el 2023.

Para poner esto en perspectiva, cito a Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de Investigaciones Espaciales (GISS) de la NASA, quien menciona que las temperaturas durante los períodos cálidos en la Tierra hace tres millones de años (cuando el nivel del mar era decenas de metros más alto que hoy) eran solo unos 3° C más cálidas que los niveles preindustriales, y también menciona también que nos encontramos a medio camino de alcanzar los niveles de calor del Plioceno (una época caracterizada por cambios climáticos importantes, hace 5.3 millones de años) en apenas 150 años.

En teoría, la alineación de diversos países a los compromisos para hacer frente a los riesgos que se presentan a través del cambio climático, como el incremento de las temperaturas ambientales, se produce mediante la imposición de restricciones en la comercialización, la aplicación de tasas e impuestos a los productos que no realizan esfuerzos similares.

Este era el caso de Estados Unidos, que se movía agresivamente para reducir sus emisiones, principalmente mediante impuestos al carbono. La administración actual de Estados Unidos ha evaluado estas restricciones, y las ha catalogado como una desventaja competitiva frente a países como China, que no tiene lineamientos tan estrictos. Por lo tanto, se ha buscado dar prioridad a la economía frente a la sostenibilidad.

Por ejemplo, la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) ha debilitado las normas de emisiones para centrales eléctricas, vehículos e instalaciones industriales bajo la administración de Trump, lo que ha revertido años de progreso en la reducción de las emisiones de carbono.

Desde otro enfoque, de acuerdo con earth.org, los seis bancos más grandes de EE. UU. (Goldman Sachs, Wells Fargo, Citi Bank, Bank of America, Morgan Stanley y JPMorgan) y sus homólogos canadienses y británicos, así como bancos europeos como HSBC, se han retirado de la Alianza Bancaria Net-Zero, una iniciativa patrocinada por la ONU. Si bien no citan explícitamente las políticas de Trump, estas medidas coinciden con la creciente oposición republicana a la inversión ESG y se consideran una señal de que el cambio climático podría ser una prioridad menor para Wall Street.

Entonces, ¿qué impacto se espera para las empresas y corporaciones que operan en México?

En términos generales, la retirada de los acuerdos internacionales sobre el cambio climático, unida a sus recientes políticas arancelarias, ha aislado a Estados Unidos de algunos países de la comunidad internacional, tensando las relaciones diplomáticas y haciendo que ceda su papel de liderazgo. Esto ha creado un vacío que ha sido parcialmente llenado por países como China, India, Brasil y la Unión Europea. Sin embargo, la ausencia de la mayor economía del mundo y del segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero ha dificultado la consecución de la acción colectiva necesaria para abordar la crisis climática.

Las empresas mexicanas y, en general, el mundo entero, deben comprender que las oportunidades existen, pero más importante aún es que los costes económicos y medioambientales de una política anticlimática suponen un riesgo para la viabilidad de sus operaciones en el corto y mediano plazo.

Por citar algunos ejemplos, las empresas que no han optado por alinear sus objetivos con políticas empresariales sostenibles presentan mayores amenazas financieras por ser percibidas como más riesgosas, además de no limitarse en la percepción ya que genuinamente su operación en muchas ocasiones dependerá de las condiciones de disponibilidad de recursos y de las condiciones meteorológicas del sitio en donde realicen sus operaciones.

Erika Ramírez Dávalos, consultora en Energía en Acclaim Energy México.

Desde un enfoque económico y reputacional, el no considerar practicas sostenibles a través de, por ejemplo, las ineficiencias energéticas dentro de las operaciones, y el uso de fuentes fósiles para el suministro de energía, puede encarecen sus productos, y desacreditar a las organizaciones frente a las diversas partes interesadas: talento humano, clientes nacionales y exportaciones, aunque sin duda, la retirada del líder económico global a sus compromisos de sostenibilidad vendrá acompañado de un posible cambio en el enfoque y las prioridades de las instituciones en respuesta a la presión política y al cambio de sentimiento del mercado.
El mensaje es claro, a pesar de los desafíos que plantean las políticas anti-ambientales, existe esperanza y motivos suficientes para llevar a cabo una acción significativa frente al cambio climático.

La resiliencia del sector privado y de la sociedad civil ha demostrado que es posible avanzar incluso en la ausencia del liderazgo político federal; y las economías bajas en carbono no solo son un imperativo medioambiental, sino también una oportunidad económica para las empresas.

Adoptar prácticas sostenibles, y alinear el esfuerzo de los equipos internos y de su cadena de suministro es una responsabilidad personal y debe de ser la iniciativa de todos los empresarios, ya que frente a un panorama de retroceso significativo lidereado por la política de “poner a ‘América primero”, las consecuencias son de gran alcance y afectan no solo a Estados Unidos, si no a la comunidad global.

Ante este panorama, la transición hacia un modelo energético más sostenible no solo se presenta como una necesidad ambiental, sino también como una estrategia clave para fortalecer la seguridad energética, garantizar la estabilidad operativa a largo plazo y respaldar el crecimiento económico que su organización necesita.

En este sentido, es fundamental contar con una estrategia energética sólida. Si su organización busca acceder a energía limpia y competitiva que le permitan hacer frente a los retos actuales del entorno, en Acclaim Energy acompañamos a las más grandes empresas nacionales e internacionales a generar planes estratégicos en función no solo de sus compromisos ambientales, sino también de su rentabilidad energética; por lo que estamos preparados para ayudarle. Nuestros especialistas pueden diseñar soluciones alineadas con sus objetivos y prepararle para cualquier cambio global.

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