Escrito por: Opinión, Ramsés Pech

La insensatez de los Tratados de Libre Comercio

tratados de libre comercio

El mundo ha creado diferentes formas de hacer intercambios de productos, servicios, mercancías y tecnologías para desarrollar la economía regional, como es el caso de los tratados de libre comercio. Quienes forman parte de ello encuentran ciertas ventajas competitivas, por ejemplo, tener un costo bajo que cubra la necesidad de un mercado de consumo

Ramsés Pech

Grupo Caraiva – León & Pech Architects

En México estamos entrando a la fase de incomunicación, como aquella nave que ingresa al espacio y se aísla del mundo, ante la incertidumbre de quién y cómo llegará a las elecciones.

De manera general se han detenido las inversiones en el sector energético y manufacturero, así como se han generado disputas internas de los sindicatos manufactureros. Propiciando con ello desventajas competitivas en ese ámbito y que en el corto plazo serán aprovechadas por otros.

La realidad de México: “Nunca fue contemplado como un país que generara tecnología. Simplemente fue incorporado por Estados Unidos y Canadá para protegerse de no ser vulnerados ante el crecimiento de otros países a nivel tecnológico”.

La historia indica que Estados Unidos inició negociaciones comerciales bilaterales con Canadá hace más de 30 años, lo que dio como resultado el Tratado de Libre Comercio entre ambas naciones, al entrar en vigor el 1 de enero de 1989. Para 1991 comenzaron las conversaciones bilaterales con México, a las que se unió Canadá. Siguió el TLCAN, que entró en vigor el 1 de enero de 1994.

En consecuencia, en 2008 se eliminaron progresivamente los aranceles, además de todos los derechos y restricciones cuantitativas, con excepción de los aplicados a un número limitado de productos agrícolas comercializados con Canadá. México no formaba parte del negocio de América del Norte, pero frente a la necesidad de poder bajar costos fue incluido para proteger a la región.

En el presente, el TMEC ha sido revalorizado y mejorado a favor de los países que lo conforman. Con ello dejan claro que México continúa siendo parte de él solamente como país ensamblador de tecnología. Esto se debe a que a México le hace falta unidad en su planeación a largo plazo, eso deja a la nación en una desventaja en cuanto a políticas públicas sexenales. Recordemos que las políticas públicas sin dinero no existen, y un país sin patrimonio está destinado a depender de otros, como hoy lo está México, al ser uno de los países que más exporta al mercado de mayor consumo, pero solo ensambla tecnología de otros.

El mundo de los negocios es insensato: puede hacerte creer que eres parte de él y que sin ti nada podría ser. Sin embargo, la realidad de México a largo plazo es la incertidumbre de cuánto se va a crecer y la falta de credibilidad en las políticas públicas actuales; a corto plazo, el país deja un mal sabor de boca a quienes quieren invertir en él. Este fenómeno le ocurre a nuestro actual mayor socio comercial, quien ha realizado continuas observaciones y reclamos bajo los términos del TMEC. Observaciones que están siendo resueltas, pero no a la velocidad que el tiempo requiere debido a los cambios geopolíticos actuales.

Los reclamos de mayor fuerza y consenso han sido en el sector energético. Principalmente provienen de las empresas pertenecientes al TMEC, quienes no saben cómo invertir, generar u obtener los permisos necesarios para ayudar al mercado; ante no poder cubrir al todo por parte de las empresas productivas del Estado.

En cuanto al sector del medioambiente, el Tratado considera el uso de combustibles que disminuyan las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI), al no utilizar diésel de bajo azufre por parte de México. En ese tenor, es urgente que la Comisión Reguladora de Energía (CRE) deje de aplazar el uso de alternativas al combustible fósil como los biocombustibles.

Las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos definirán si cambian o continúan las mismas políticas públicas. Las cuales se alinean a un objetivo común: la protección de la economía ante las guerras comerciales actuales, como la planteada contra China; donde México vuelve a ser parte, como lo fue con el TLCAN.

El nearshoring o relocalización de México está siendo observado con cuidado por parte de Estados Unidos, particularmente frente a la posible introducción de tecnología, productos o mercancías que no tengan un origen cien por ciento hecho en México. Esto, en el 2026, derivará en una revisión de los términos y condiciones del TMEC, para proteger al mercado de mayor consumo; a fin de que no sean invadidos.

¿Por qué la preocupación? México no genera tecnología, solo ensambla. Las ventajas que ofrece para ensamblar son: estar cerca de los Estados Unidos (tiene un tratado de libre comercio); que algunos productos o mercancías están libres de aranceles o con un bajo porcentaje de pago; y que con el simple hecho de que la mercancía haya sido ensamblada le aplican los términos del tratado.

En otras palabras, si una empresa de los países asiáticos (China) decide colocar sus plantas en México, podría tener un incremento de las utilidades que propiciaría el desarrollo de sus mercancías. En consecuencia, podrían eclipsar a Estados Unidos, dejando obsoleta su política “Made in USA”.

Al venir a México, las empresas chinas buscan aumentar las utilidades. Simplemente, por el hecho de que la mano de obra es más barata, la distancia a Estados Unidos es más corta, barata y de menor riesgo, debido al incremento del costo de las embarcaciones. La cereza del pastel son los aranceles en cero o de bajo costo al enviar de manera directa el producto. Recordemos que el precio de lo importado, aunque sea realizado en México, no bajará el costo para el consumidor estadounidense. Así el único beneficiado es el dueño que cubre la demanda del mercado.

Dejemos de perder el tiempo, es necesario entender por qué somos parte del TMEC y las limitaciones que implica. Firmar un papel no significa que somos buenos, existe un interés mutuo. Alguien puede tener un mayor beneficio. En ese sentido, México es un simple espectador que únicamente ensambla lo que nos dicen que podemos vender. México no da certidumbre, Estados Unidos podría regresar el tiempo tres décadas atrás, cuando su alianza era con Canadá, y dejarnos fuera de la realidad virtual actual.

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