Aumentar el salario mínimo solo es un anuncio político negociable en un periodo, el cual se elimina ante el incremento de la inflación, de las tasas de interés y de la canasta básica
Ramsés Pech
Grupo Caraiva – León & Pech Architects
Estamos en el cierre del 2023 y escuchamos sobre el aumento respecto al salario mínimo que podría tener lugar en 2024, el cual vendría acompañado con el incremento en costos de la canasta básica a la que el empleado asalariado podría no acceder.
La realidad de México es que: “el salario ha sido tomado como una muletilla política de negociaciones entre la parte pública y privada”. El empleado queda inmerso en el vacío, al no poder conjeturar su realidad; hallándose en el limbo ante una falta contundente de representación en el Poder Legislativo.
El dinero resulta ser parte de toda economía social, pública, privada o familiar; y al disminuir el dinero, se debe buscar cómo cubrir los costos para acceder al mercado o para tener ganancias de este último.
Hoy, además del incremento del salario, vemos una discusión sobre las horas que debería trabajar una persona en México; si estas deben ser 48 o 40 horas. Y en esto realmente existe cierta oposición del sector privado. Creo que hay una razón y que es simple. En el caso de tener el aumento del 20% al salario mínimo, con reducción de horas laborales incluida, habría un incremento del 44% de dinero para las personas durante 2024, tomando en cuenta al salario mínimo actual. Pero este incremento lo debe absorber alguien, y al final de cuentas será el consumidor que está en los diferentes mercados o sectores económicos a donde se llevan a cabo transacciones comerciales.
Este aumento repercutirá en la economía mexicana, ante el incremento del valor de la canasta básica, ante la inflación y tasas de interés. La pregunta que surge, ¿quién podría pagar si suben las cosas de precio? La futura administración del 2024 a 2030 deberá cambiar el gasto de mayor proporción en el presupuesto público (el cual está en lo social) a una mayor participación en el sector económico, para mover precisamente a la economía; para hacer frente a una posible baja desde la parte privada por la falta de un mercado interno que consuma; y estamos esperanzados en incrementar las exportaciones.
Trabajar muchas horas o menos horas no es sinónimo de productividad laboral. Todo debería enfocarse en tener una mejor calidad de vida dentro del ámbito del trabajo, al accesar a capacitación, roles definidos, tiempos acordes de descanso; y sobre todo, tener un salario que permita un beneficio económico, ya sea individual o familiar.
En México, del total de la población económicamente activa (PEA) ocupada (59.4 millones de personas) de acuerdo con datos del Inegi, al mes de octubre el 62% no está inscrito al Seguro Social (informalidad). De lo más exotérico que podemos identificar del total de la PEA, es que en el sector primario, el 84% no está inscrito; en el secundario el 45 % y en el terciario el 64 por ciento.
Todas las personas que tiene un ingreso, de acuerdo con los datos observados, encontramos que, del total de la PEA ocupada, el 33% (19.80 millones) gana hasta un salario mínimo y 34% (20.35 millones) hasta dos. Pero, al tomar los inscritos al Seguro Social, esto cambia radicalmente con 22.30 millones, el 58.89 %, quienes ganan hasta dos salarios mínimos.
Esto significa que, en México la mayoría de la PEA ocupada e inscritos al Seguro Social, el promedio salarial es de un máximo de dos salarios mínimos por persona.
Lo anterior significa que, ha aumentado el número de personas que laboran en los sectores económicos, pero han sido contratadas con menor salario; reduciendo así el bienestar económico familiar ante una inflación incremental, una tasa de interés y un aumento de la canasta básica en promedio.
En enero del 2018 había alrededor de 8.59 millones dentro de la PEA ocupada, ganando hasta un salario mínimo, y al mes de octubre del presente es de 19.80 millones; un incremento de 11.21 millones de personas. No obstante, al observar los que ganan hasta dos salarios mínimos, este incremento pasó de 15.19 a 20.35 millones. En otras palabras, la gente no gana bien.
Por otra parte, al revisar los que están inscritos al IMSS, observamos que, la cantidad de personas que ganan un salario mínimo representan el 0.45% del total. Pero, al tomar los datos de hasta dos salarios mínimos de 2018 a octubre del 2023, pasaron de 7.90 millones a 13.13 millones; un incremento de 5.23 millones de personas.
Ante estos datos y observando información de la OCDE al cierre del 2002 que indican que en México las personas laboran más de 40 horas y tienen un salario bajo comparado con otros países de la misma organización, se deduce que estamos en el último lugar respecto a esta medición.
El dilema es:
- El aumentar el salario mínimo no indica un beneficio económico a la persona que labora, significa que debería haber más de tres personas laborando para poder tener un beneficio económico familiar.
- El incremento al salario no significa más dinero, significa un ajuste por incrementos en la economía.
La realidad:
- Para las personas en México el aumento al salario mínimo no significa crecimiento. Podría serlo, si las personas ganasen más veces el salario mínimo por día.
- De acuerdo con la estadística, la gente sí está siendo contratada, pero con un menor número de salarios mínimos.
- Disminuir número de horas por semana incrementaría en un 44% neto al salario en 2024, y podría tener más ganancia si el patrón pagara tiempo extra en sábado o domingo. Pero, esto significará un incremento de costos y podría repercutir directamente a la economía mexicana al tener incremento en la inflación; lo que podría disminuir la productividad de las empresas al haber menos personas que pudieran pagar por algo que necesiten de algún mercado para su cotidianeidad.
Solución:
En México, el 66 % del gasto del país este etiquetado en el rubro social pues gran parte se está yendo a la protección social (jubilaciones, pensiones y programas sociales); y solo del 25 al 28% se va al desarrollo económico. Si se invirtió en Dos Bocas, en el Tren Maya y en diferentes aeropuertos, con inversión pública que ayuda a tener infraestructura y cierta certidumbre en el sector energético, sería bueno que se incrementara el gasto en la próxima administración para mejorar las carreteras, el sector eléctrico en transmisión y distribución; la seguridad, los puertos, y para permitir una mayor inversión directa extranjera, pero en el rubro de la nueva, para tener más recaudación. En conjunto, se permitirá absorber al nearshoring con mejor calidad de vida y salarios para las personas.
Aumentar el salario mínimo solo es un anuncio político negociable en un periodo, el cual se elimina ante el incremento de la inflación, tasas de interés y la canasta básica; lo que podría cambiar al aumentar el salario en el número de veces que puede ganarlo una persona por día, siempre y cuando, no repercuta en el costo en los mercados internos y que no paralice la modalidad del flujo del dinero.
¿Está México preparado para incrementar el número de veces los salarios mínimos diarios? ¿Los patrones están dispuestos a reducir las jornadas de 48 a 40 horas y que esto no repercuta en sus costos?, lo anterior, ante un gasto de la nación por proteger en el corto plazo a la población, y dejar para el largo plazo un estire y afloje en relación a las inversiones públicas o privadas.
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