Escrito por: Opinión, Petróleo, Ramsés Pech

18 de marzo, el déjà vu eterno de México

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En México se ha usado a Pemex como la caja chica y esto continuará; debido a que, por cada peso que le dan de presupuesto, dicha empresa regresa entre 2 a 2.5 pesos al erario

Ramsés Pech

Grupo Caraiva – León & Pech Architects

Para todas las generaciones de este país desde 1938 ha habido una fecha conmemorativa para ciertos sectores, desde un punto de vista político, económico y operativo. Es un hecho repetitivo que enfatiza, la justificación de tener control de los recursos naturales del subsuelo; cuya visión ha sido la extracción de la mayor cantidad de crudo y/o gas en la superficie para su comercialización y no su transformación.

Sobre los hidrocarburos, en un principio en la década de los 70 del siglo pasado, era importante tener esta materia prima en sus dos fases físicas, líquida o gaseosa; y esto proporcionaba cierta seguridad energética, del tener la materia prima para tener el control. Creando una autosuficiencia virtual en el mundo, debido a que el verdadero negocio del sector de hidrocarburos está en el ámbito de la transformación de estos para su utilización; como combustibles o materias primas, y en las últimas décadas para la generación de electricidad.

Los países productores de hidrocarburos, a partir 1980, empezaron una carrera de la hegemonía en el mercado de hidrocarburos; basado, principalmente, en quién o cuánto producían, y con relación a las reservas de los hidrocarburos en su subsuelo.

Algunas naciones al inicio invirtieron por medio de sector público, y posteriormente permitieron a la Iniciativa Privada o una combinación de ambas; habilitando un mejor aprovechamiento, al adaptarse en forma rápida, para que los recursos públicos fueran usados en otros sectores del desarrollo económico. Pero en México, se usó a Pemex como la caja chica y esto continúa; debido a que, por cada peso que le dan de presupuesto, regresa entre 2 a 2.5 pesos al erario.

A inicios de este siglo, los países de la OPEP tuvieron una hegemonía en el control del mercado de comercialización de este sector; al producir la mayor cantidad y al hacer el intercambio comercial, siendo el mayor importador nuestro socio comercial Estados Unidos.

El país de las barras y las estrellas, al tener una gran exposición de riesgos, incertidumbre y variaciones en los precios de los hidrocarburos, deciden cambiar su rumbo en el mercado; estableciendo en 2008 una consolidación final de un plan que duró casi cinco décadas tener el control de su mercado interno e influir a nivel mundial en los precios del petróleo; y cubrir la demanda respectiva de combustibles. Convirtiéndose hoy en uno de los de mayor producción de hidrocarburos, y en el primer mercado de consumo de combustibles para motores de combustión.

Además de ser actualmente uno de los líderes en la transformación energética, que se basa en cuánto tomas de energía primaria y cuánto aprovechas de ella; creando tecnología que reduzca la cantidad de contaminantes a la atmósfera.

En México, hemos sido parte de esta transformación a nivel mundial, al tener una empresa del estado que se ha mantenido (y continuará así por muchas décadas) como base de la producción de hidrocarburos de nuestro país.

En este punto, México está estancado, inmerso en un sueño repetitivo, constante de hechos, y que de ahí no hemos pasado desde 1938 a la fecha. Hemos creído, y continuamos creyendo que, los recursos energéticos primarios del subsuelo nos pertenecen; por el hecho de estar debajo de nuestro territorio, creando un espejismo soberano de codependencia ideológica del derecho de tener, sin entender el para qué.

Cada ciclo de 365 días convierte el 18 de marzo como un recordatorio de nuestros traumas existenciales de país; y no hacemos de esta fecha una evaluación sobre si realmente tenemos un plan para un mejor aprovechamiento de estos recursos.

Es momento de entender que, para llegar a una autosuficiencia energética tan solo en el sector de hidrocarburos, primero debemos comprender para qué queramos esta energía primaria. Los hidrocarburos por sí solos no tienen un valor comercial real; y su fase inicial, líquida o gaseosa, solo tiene un precio o retorno de inversión para continuar explotando.

Es en este punto es donde México queda estancado. No sigue a la par de los cambios comerciales, tecnológicos y de transformación para su aprovechamiento. Colocamos el mote a esta actividad extractiva de “soberanía energética”; cuando en la realidad no existe, debido a que toda la tecnológica para este fin proviene de otros mercados, fuera de México.

Hoy tenemos atrasos en la petroquímica, transformación de hidrocarburos líquidos a combustibles (refinerías que requieren de una mayor inversión para llegar a una utilización del 80%); y con una producción de gas natural sin incremento, y baja utilización de plantas de acondicionamiento en la generación de electricidad.

Teniendo un hecho repetitivo de conmemoración por décadas, y que realmente celebramos: “el no tener un plan específico hacia el futuro del cómo cubrir una demanda creciente de energéticos”.

Ser autosuficiente no refiere a tener una soberanía, debe ser una misión de cómo aprovechar y mutar a nuevas fuentes de energía. Hoy, México es el cuarto país de mayor demanda de combustibles a nivel automotriz, y cuya mayoría de estos son importados ante la falta de una estructura y falta de visión antes, hoy y en el futuro.

Es importante entender que, los combustibles derivados de los hidrocarburos continuarán en México cuando menos entre 7 a 10 décadas; y no debería importar si somos dueños o no de nuestros recursos, debería importar cómo aprovecharlos, disminuyendo su consumo, y dando una mayor eficiencia en la combustión.

A esto, podemos lograrlo por medio de aditivos, como oxigenantes o biocombustibles; ligado a una mejora en el rendimiento de los motores, al tener lo más cercano a una combustión completa.

Una noticia que debemos comprender en esta década: los combustibles fósiles, entre ellos el petróleo y gas, no dejarán de usarse en el mundo. Un ejemplo de esto es Estados Unidos, con su Ley de Reducción de la Inflación y la Reforma Energética de 2020, que dichos lineamientos, han sido utilizados por la Administración de Información de Energía, y con la transición energética esperada, revelan que para el 2050 continuarán con el consumo de combustibles líquidos (gasolina, diésel entre otros). Y para lo cual serán 12 millones de barriles diarios, entre un 9% y un 10% menos que en 2022; en parte porque se utilizan más modelos de vehículos eficientes en combustible y vehículos eléctricos (18 a 20% de las ventas para 2050).

En México entonces, ¿qué debemos de celebrar? ¿Algo que aconteció hace más de 80 años? o que esta es una fecha que nos recuerda que, no la hemos entendido, como para aprovechar los hidrocarburos en pro del crecimiento de país.

El mundo no dejará de usar combustibles fósiles y, la verdad, seguiremos viviendo el mismo hecho cada año; enfatizando lo que fue y no lo que debería ser.

¡Suerte con eso México en las próximas décadas!

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