El reto en este sentido se centra en promover la pertenencia y la identidad organizacional. Quizá muchos equipos hayan experimentado mayor cohesión a raíz de la pandemia, sin embargo, serán necesarias nuevas dinámicas que fomenten una integración global
Leonor Fernández del Busto González
Licenciada en Economía, especialista en Desarrollo Humano y socia de IRALTUS SC
La pandemia provocó grandes cambios en todos los ámbitos, no podemos pensar que volveremos a un estatus como el que prevalecía a mediados de 2019. Las empresas y sus colaboradores tuvieron que adaptarse rápidamente a nuevos formatos de trabajo que demandaban estructuras organizacionales más ágiles y menos jerárquicas para poder operar; y asumir desafíos digitales en tiempo récord.
Estos cambios externos, motivaron un replanteamiento de prioridades para todos, unas más de tipo operativo como el cómo y dónde se trabaja, hasta unas de carácter más trascendental como el por qué y para qué del trabajo.
Enfrentamos grandes disrupciones en modo de supervivencia durante los últimos años y, aunque persisten muchas dudas en el horizonte; tenemos que adaptarnos y tomar decisiones a partir de información cambiante, incompleta e imperfecta. El 2023 será año en el que se afianzarán tendencias importantes en el mercado laboral.
Por un lado, cada vez veremos mayor flexibilidad. Las jornadas laborales como las que prevalecían antes de la pandemia tienden a desaparecer y la asincronía cobrará cada vez mayor relevancia. Este nuevo esquema en el que el trabajo en equipo se difiere en el tiempo, ofrece mayor libertad al colaborador y mejora la productividad; al tiempo que ayuda a romper fronteras; sin embargo, también representa un reto importante en la cultura organizacional.
De manera paralela, la salud mental ha tomado un lugar preponderante en las empresas; es muy significativo que los trastornos depresivos y de ansiedad sean una de las causas de discapacidad más frecuentes en el entorno laboral. En este sentido, el fomentar el balance entre la vida personal y profesional de los colaboradores será cada vez más importante.
Si bien diversos estudios demuestran que la productividad laboral no solo no disminuyó durante la pandemia, sino que incluso aumentó; se espera que se presente un fenómeno de “fatiga tecnológica” entre los colaboradores. Lo anterior demandará tiempo de desconexión y un mayor énfasis de las empresas en
políticas orientadas al bienestar de los colaboradores, básicamente en términos de mayor tiempo disponible; lo que implica menor tiempo dedicado a traslados y mejor calidad de tiempo de ocio.
En este sentido cobran mayor relevancia los nuevos entornos de trabajo, distintos a la oficina tradicional y al home office; espacios de encuentro que faciliten y promuevan conexiones y redes, que brinden experiencias al talento y en los que haya disponibilidad de elementos de apoyo (coworking).
También veremos cada vez mayor itinerancia, el trabajo a distancia ha dado lugar a la opción de poder trabajar y vacacionar al mismo tiempo; una manera de integrar horas de trabajo y de ocio de una manera distinta y más orgánica, que se conoce como workaction.
El reto en este sentido se centra en promover la pertenencia y la identidad organizacional.
Quizá muchos equipos hayan experimentado mayor cohesión a raíz de la pandemia; sin embargo, serán necesarias nuevas dinámicas que fomenten una integración global; que promuevan con naturalidad las relaciones entre personas de distintas áreas y funciones dentro de la organización; en tiempos asincrónicos y en lugares físicamente distantes. Reforzar la cultura interna y transformarla en un activo será prioritario en las empresas; en la medida en que esté alineado el propósito individual con la aspiración y objetivo del negocio, mejores resultados podrán obtener ambas partes.
En términos de habilidades y actitudes de los colaboradores, también veremos cómo se afianza el reposicionamiento que vimos durante los últimos años. El día de hoy, ya no es suficiente la experiencia y los conocimientos, las habilidades sociales toman preponderancia.
Las empresas necesitan identificar los conocimiento y habilidades que les son indispensables para lograr un negocio sostenible; evaluando qué se puede construir internamente y qué es necesario adquirir fuera para incorporarlo en la empresa.
Se vuelve fundamental la capacidad de escucha y de comunicación, flexibilidad y apertura, empatía, capacidad de enforque y conexión; así como el enfoque en generación de valor, tecnología digital y manejo de datos en la vida cotidiana.
El éxito dependerá en gran medida de la sombra que proyecten los líderes de las empresas, el momento demanda un liderazgo efectivo, ejemplar en autenticidad; empatía y adaptabilidad que dedique tiempo a interactuar con los colaboradores de todos los niveles, para coordinar y facilitar el intercambio de ideas; construyendo y supervisando equipos, identificando y resolviendo problemas.
Con toda seguridad, enfrentaremos grandes retos en el mercado laboral durante 2023. Estas tendencias señalan solo algunos puntos, lo que es claro es que ni empresas ni colaboradores podemos caer en una zona de confort; los tiempos que vivimos nos exigen vivir de frente a la nueva realidad.