Basta leer o participar en cualquier grupo de conversación para percatarse de un grado de uniformidad absoluto.
El enorme megáfono que son las redes sociales causa que todos sientan una necesidad imperiosa de treparse al debate, para convertirlo en un cuadrilátero, pero ni siquiera a dos caídas de tres, sino a ganar a cualquier costo
Santiago Barcón
Ingeniero eléctrico por la Universidad Iberoamericana. Coautor del libro “Calidad de la energía”. CEO de BAORGG y PQBARCON. Especialista en temas de Código de red
Cualquier voz discordante es aplacada por los participantes, de manera fulminante.
No hace mucho tiempo el debatir, cuestionar, dudar, preguntar, plantear alternativas, citar otras fuentes, recordar experiencias -propias e históricas- constituían la conversación entre personas preparadas y con un buen grado de educación formal. Los insultos, descalificaciones, epítetos ofensivos; reducción al absurdo, ataques personales y más se consideraban de un nivel al que no se aspiraba llegar. De hecho, era lo que marcaba la diferencia entre los civilizados de los salvajes.
Cierto que lo único constante es el cambio, pero aun considerando esto, ha sido radical la conversión. El enorme megáfono que son las redes sociales causa que todos sientan una necesidad imperiosa de treparse al debate, para convertirlo en un cuadrilátero, pero ni siquiera a dos caídas de tres, sino a ganar a cualquier costo.
Todos, sin excepción, son expertos y toman la cabecera de una noticia como si fuera el destilado del conocimiento total. La repiten y mientras más lo hacen, más convencidos se hallan. Al enfrentarlos a datos duros, bromean y dicen “yo tengo otros datos”, cuando precisamente odian al que popularizó en México esta aberración intelectual.
Pensaría uno que la cabeza fría quedaría en alguno de los bandos, pero, por desgracia, no se ve fin. Más triste aún es el que los más aguerridos de inmediato atacan a la yugular. Surgen voces para evitar el enfrentamiento, con lo cual, el agresor se queda con el “triunfo”. Me parece una posición muy sencilla el evitar debatir y llevar hasta las últimas consecuencias el intercambio, escuchando, pero no resulta aceptable ceder ante las agresiones.
En el sector energético, los primeros 4 años de esta administración son un libro de texto de esta posición con un resultado en el que no hubo vencedor ni vencido.
Los que defendieron sus contratos, a sabiendas que se había abusado del modelo y se cometía un fraude legal, donde cito a a la doctora María Elena Mansilla y Mejía:“El fraude a la ley consiste en la conducta totalmente voluntaria realizada con el exclusivo fin de obtener un fin ilícito a través de un medio lícito”, están siendo desconectados, no han podido renovar sus permisos y sus activos están varados.
Del lado del gobierno no se avanzó en sus objetivos y se retrasaron inversiones prioritarias tan necesarias para dar servicio eléctrico, ahora con la inversión masiva que está llegando y seguirá fluyendo.
Recientemente hablando con un buen amigo de uno de los despachos de abogados más importantes, me decía que recibían entre dos y tres solicitudes al mes, para buscar sitios donde colocar sus plantas… ahora son quince. Esto nos da una clara visión de lo que está sucediendo y debemos aprovecharlo.
Siempre me ha sorprendido que la iniciativa privada responda como galvanómetro ante las críticas, provocaciones y amenazas que sabemos no pasan de eso. ¡Nos van a demandar los gringos! ¡Retiraremos las inversiones! ¡Vamos a ser otra Venezuela! Sin tomar en cuenta que en la gran mayoría de los casos son solo cortinas de humo.
Los mueve como títeres y los distrae para seguir con su agenda. Por supuesto cuando se lo menciono, lo niegan, pero es sencillo demostrárselos: “Dices 4T y no gobierno, ya se te olvidó el ‘fresa’ y usas ‘fifí’, lo mismo con ‘chairo’”. Si controlan tu lenguaje, lleva mano en la partida el opositor. Por otro lado, no cantan mal las rancheras y cualquier crítica se interpreta como un insulto a la patria, la soberanía y un traidor de primera índole.
Recientemente se publicó el número 157 de la revista del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) que ya celebra 60 años de existencia. Tuve el honor de ser coautor -junto con Víctor Rodríguez Padilla, uno de los decanos de Energía Hoy- y varios funcionarios de CFE. Cuando compartí la publicación, que pueden descargar aquí; las respuestas fueron realmente alucinantes: “Ni para que perder el tiempo de leer a estos dinosaurios”, “seguro pura propaganda de los esbirros del gobierno”.
Pero lo divertido fue que edité dos de los artículos, les cambié el autor, y los compartí. Como se imaginarán, los leyeron y comulgaron con sus ideas y conclusiones. Y aunque es difícil meter reversa ante una aprobación sin restricciones, lo intentaron.
Afortunadamente al llegar el fin del sexenio y con la reanudación de eventos presenciales, sean bienvenidos, comenzamos a escuchar voces moderadas y algunos (más sorprendente aún) hasta proponen alternativas.
CFE está construyendo 12 centrales de generación de ciclo combinado de gran capacidad y otros proyectos como el fotovoltaico de Puerto Peñasco que, no le veo a este en particular ni pies ni cabeza.
Hace falta transmisión, pero ya se mueve.
Por supuesto los frentazos en Europa con una apuesta a ultranza en renovables, sin considerar que los sistemas eléctricos de potencia necesitan inercia y, más importante, diversidad de fuentes, lo ha llevado a decisiones que aquí el periódico Reforma y los medios opositores no publican: desde la nacionalización de EDF en Francia, el rescate al operador de gas en Alemania y los subsidios en el Reino Unido y España, por mencionar solo algunos.
Por supuesto hablan de Biden, pero la Federal Energy Regulatory Commission acaba de publicar nuevas normas de confiabilidad; enfocadas al cumplimiento que deben de tener las fuentes basadas en inversores, léase fuentes renovables. Un documento de más de 100 páginas que seguro marcará un hito.
En el documento cita, traducción libre: “El ritmo de la transformación del sistema eléctrico necesita ser gestionado y la transición necesita ocurrir en una forma ordenada”, de James Robb, presidente y CEO del NERC, North American Electric Reliability Council. Aquí se publica algo similar… y la bautizan de Ley Nahle… quizá allá le pongan Ley Robb. Y, como recordatorio, el porcentaje de renovables intermitentes es menor en EU que en México.
Es vital que nos olvidemos de agravios y pensemos en forma racional con cabeza fría. De lo contrario seguimos enfrascados en debates bizantinos y afectando a México. Vamos a demostrar nuestro nacionalismo bajando barreras mentales, de ambos lados, y no apoyando a la Selección Nacional de fútbol… que ya sabemos lo que va a lograr.
TAMBIÉN LEE: Representa la industria del plástico 2.9% del PIB manufacturero