Escrito por: EH 360°, Nacional, Opinión, Víctor Rodríguez-Padilla, Víctor Rodríguez-Padilla

Gas natural, ¿y ahora qué hacemos?

gas natural

El gas natural tiene potencial para desplazar al petróleo y es la mejor opción para compensar las deficiencias de la energía eólica y solar

Desde la izquierda
Víctor Rodríguez Padilla
Especialita en el sector energético

La economía mexicana se ha tornado intensiva en el uso de gas natural. En poco tiempo dicho combustible cubrirá el 50% de las necesidades energéticas del país. La situación no es alarmante pero tampoco confortable, el 96% del gas comercializable en el país -descontando el autoconsumo de Pemex- es importado; y casi todo proviene de Estados Unidos. Ninguna nación en el mundo enfrenta ese nivel de dependencia.

Para colmo, el 62% se utiliza para generar electricidad haciendo de México el importador que más lo utiliza con esta finalidad. Es cierto que el energético que nos llega allende el Río Bravo es muy barato y está a la vuelta de la esquina, pero esa doble dependencia conlleva riesgos con un potencial dañino muy importante. Lo comprobamos en febrero, cuando los precios se elevaron verticalmente y EU nos privó del suministro. Para no dejar a México sin electricidad CFE asumió una altísima factura.

¿Qué hacemos?

Y la pregunta es, ¿y ahora qué hacemos? Es claro que el modelo de consumo basado en importaciones necesita ajustes, ¿cuáles? Independientemente del camino elegido, sería un error pasar por alto problemas que exigen atención inmediata, por ejemplo, la quema y el venteo que representan más del 15% de la producción; las emisiones fugitivas de metano; la contaminación por nitrógeno que alcanza 28% en el gas asociado; el almacenamiento que solo cubre dos días de consumo; la excesiva capacidad de transporte de gas contratada por CFE durante la pasada administración; la escasez de gas y líquidos de gas en el sureste del país que obliga a Pemex a operar plantas de manera intermitente; el aislamiento de los sistemas de transporte; los cuellos de botella y un régimen fiscal inadaptado que desalienta la producción.

Potencial del gas para desplazar al petróleo

A México le conviene seguir impulsando el consumo de gas por sus ventajas técnicas, económicas y ambientales, sin echar al olvido que se trata de un combustible fósil cuyas emisiones se deben neutralizar. El gas tiene potencial para desplazar al petróleo en la industria, el transporte, el comercio, los servicios y los hogares. Definitivamente sigue siendo la mejor opción para compensar las deficiencias de la energía eólica y solar en la generación de electricidad, cuya variabilidad e intermitencia necesita corrección y respaldo por parte de máquinas con gran inercia eléctrica.

La propia dinámica del mercado impulsa el crecimiento de la demanda. El precio bajo del gas natural –entre energéticos y regiones– es un poderoso estímulo al consumo, sobre todo cuando prevalece la idea entre los especialistas de que esa ventaja se mantendrá a mediano plazo e incluso en horizontes más lejanos. Lo ideal es dejar de utilizar gas para contribuir a la lucha contra el Calentamiento Global y el Cambio Climático, pero también, porque un parque diversificado de centrales eléctricas es más confiable que sí depende abrumadoramente de una tecnología, un combustible y un proveedor.

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Abundancia y precios bajos

¿Le damos continuidad al suministro basado en importaciones? México ha gozado del gas barato estadounidense y podría seguir haciéndolo si confiamos en los escenarios de la Agencia de Información Energética de Estados Unidos, que prevé abundancia y precios bajos –alrededor de 3 o 4 dólares– hasta por lo menos 2050. Sin embargo, también existe la posibilidad de que el crecimiento de la demanda y las exportaciones de gas natural acaben elevando el precio y México pierda esa ventaja tan disfrutada.

Se podría argumentar que al país le conviene seguir aprovechando el gas barato que le llega por gasoducto porque la dependencia no significa necesariamente vulnerabilidad. EU nos necesitaría tanto como nosotros a ellos porque somos su mejor mercado, toda vez que México funciona como válvula de escape y da salida a sus excedentes de producción. En ese orden de ideas, EU sería un suministrador confiable porque los flujos se definen en un mercado competitivo y las interrupciones se explican por situaciones realmente excepcionales, además de que fueron de corta duración y libres de intencionalidad política.

Precios

Si el precio de importación llegara a subir no perderíamos competitividad frente a las manufacturas de EU porque el aumento también les pegaría, además de que tal elevación alentaría la producción nacional y el aprovechamiento de las energías renovables. En lugar de frenar la compra de gas estadounidense habría que negociar un tratado para que las autoridades de ese país le den al nuestro trato de consumidor nacional y se le garantice el suministro.

En términos generales los riesgos de la abultada importación deberían atenderse mediante coberturas y almacenamiento -por lo menos para dos semanas-; pero también mediante la diversificación de fuentes de suministro, proveedores y sitios de internación. El costo de la diversificación será el precio de tener mayor seguridad energética, entendida como energía suficiente, económica y sin interrupciones.

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