Los bonos verdes significan un beneficio, siempre y cuando se acompañen de expertos para poder ejecutar y reportar de manera transparente
María José Treviño
Directora general de Acclaim Energy México.
Los bonos verdes se han convertido en uno de los instrumentos financieros con mayor crecimiento en un mercado global equivalente a casi 130 trillones de dólares. Según el Climate Bond Initiative, este segmento en particular, llegó a su récord de 290 mil millones de dólares, representando un incremento de más de 245% en los últimos cinco años; y Moody’s estima que el nivel de emisiones podría alcanzar 650 miles de millones de dólares este 2021, lo cual impulsa el tamaño del mercado de bonos verdes a más de 1.2 trillones de dólares.
Una gran parte del crecimiento de dicho instrumento se atribuye a la incorporación de principios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en los negocios a nivel mundial, desde las obligaciones impuestas por instituciones financieras, industrias y clientes, hasta la concientización sobre los beneficios económicos y operativos que conlleva la integración de estos principios a la cultura y el modus operandi de una organización.
Bonos verdes en ascenso
En el 2018 solamente, el sector corporativo a nivel mundial emitió bonos verdes equivalentes a 95.7 miles de millones de dólares. Aunque se observa una aceleración importante de bonos verdes, principalmente en Europa, Estados Unidos y China. En México, como en el resto del mundo, los bonos verdes corporativos también van en ascenso y habrá que entender los efectos que esto replicará para que más empresas se sumen a la tendencia.
Los bonos verdes se refieren a instrumentos diseñados para financiar proyectos relacionados con el cuidado del medio ambiente en un esfuerzo por combatir el Cambio Climático y promover la sustentabilidad. Los bonos llevan un objetivo de por medio que respalda el activo. Algunas de las metas pudieran constatar cierto incremento de consumo de energía renovable, al manejo de residuos, o bien a la cantidad de materiales reciclados por utilizar en procesos de manufactura.
Algunas empresas
En la industria automotriz, por ejemplo, observamos un compromiso común de consumir un 50% de energías renovables para el 2025, lo cual pudiera ser una meta ligada al bono. Muchas empresas globales como Apple, Unilever, PepsiCo y Toyota han emitido bonos verdes en estos últimos años. Por ejemplo, a finales del 2019, Apple emitió un bono verde con valor de 2.2 miles de millones de dólares para apoyar sus esfuerzos de reducción de la huella de carbono, a través del aprovechamiento de materiales reciclados o más sustentables.
Por otro lado, Toyota emitió su bono verde por 750 millones de dólares para financiar vehículos que cumplan con ciertos requisitos de eficiencia y de reducción de emisiones al medio ambiente. Las empresas saben que estas acciones no solo impactan de manera positiva al medio ambiente, sino también atraen financiamiento, inversionistas y consumidores, lo cual genera beneficios económicos sostenibles en un mundo cada vez más “requisitoso”.
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El caso de México
En México, observamos un compromiso de instituciones como Nafin y Banobras, quienes han emitido bonos verdes, sustentables y sociales; el país actualmente cuenta con alrededor de quince de estos instrumentos que buscan financiar proyectos de construcción, agua potable, energías renovables y transporte.
Se observa el interés creciente por emitir estos instrumentos y a su vez, somos testigos de cómo la participación por parte de los corporativos ha replicado la tendencia mundial. Femsa colocó un bono verde por 705 millones de dólares en el NYSE y un bono sustentable por 700 millones de euros enfocados al desarrollo de proyectos de energías renovables y de gestión de residuos. Además, empresas cómo Arca Continental, Nemak, OMA, Orbia, Metalsa y Prologis también han colocado bonos de esta capacidad en el 2020, que se utilizarán para financiar proyectos de eficiencia energética, suministro renovable, conservación de agua, transporte limpio, construcción verde y manejo de residuos.
Otras empresas de infraestructura e inversión inmobiliaria como Fibra MTY inician sus procesos de exploración sobre qué compromisos asumir, diseñando su estrategia de inversiones verdes y reservando capital inicial para cubrir estos esfuerzos. El resultado de dichos ejercicios detonarán el camino que abordarán sobre bonos verdes o en
su caso bonos temáticos.
Estas empresas cuentan con un enfoque de descarbonización que se alínea con metas futuras de sustentabilidad de sus inquilinos o clientes por llegar.
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Según el Financial Times, las emisiones de bonos verdes, sociales y sustentables se doblaron en el primer semestre del 2021 y en algunos casos se triplicaron en comparación con el mismo periodo un año antes. Una parte del interés creciente por la colocación de bonos en este segmento se debe a estudios que comprueban la correlación positiva entre la emisión de bonos verdes y el precio de una acción, especialmente para aquellas que fueron certificadas por un tercero independiente.
La evaluación de compromisos por asumir públicamente, los proyectos en los que se pueden involucrar según la regulación, las finanzas, los riesgos y el mercado, la implementación del proyecto y la medición continua de resultados se debe hacer en conjunto con un tercero especialista, quien asesore al equipo interno. Acclaim Energy ha apoyado a alrededor del 50% de las empresas en México, quienes han emitido estos bonos, ya sea a planear estratégicamente, implementar los proyectos o bien, medir y reportar los resultados. La información revisada por terceros genera más confianza al inversionista y confirma el compromiso y la seriedad de la empresa en torno a estos esfuerzos.
Implicaciones
Es importante resaltar que etiquetar un bono con carácter sustentable o verde no significa que vaya a retornar una buena inversión económica, pues su principal atractivo es el impacto ambiental que protege. Para que se arroje un éxito sostenible, se debe planear, entender cómo la regulación local aplica a cada caso específico, analizar las alternativas, diseñar los mecanismos comerciales en un proyecto, estructurar las finanzas y gestionar el riesgo. Es crítico asegurar este proceso, todo partiendo desde la definición de metas específicas que sean ligadas a las condiciones financieras del bono, especialmente cuando este esfuerzo muchas veces trae consigo una alternativa de financiamiento más atractiva a raíz de la fuerte demanda de este tipo de deuda por parte de inversionistas.
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Compromiso medioambiental
Ejecutar exitosamente los proyectos a costos que hacen sentido no significa tampoco que este proceso sea exitoso, sino que se requiere el seguimiento contínuo para poder comprobar que las actividades cumplen a través de certificaciones que avalan las emisiones evitadas, que consideren la reducción de huella de carbono y el uso de recursos.
Existe tecnología para medir de manera contínua y/o en tiempo real, lo cual proporciona control y visibilidad interna hacia el cumplimiento de metas. Además, es importante que la tecnología sea complementada por el conocimiento de expertos para interpretar los datos y hacer sugerencias de cómo acelerar el cumplimiento, o bien, maniobrar conforme existan cambios de mercado, regulatorios o políticos que afecte los proyectos durante la vida del bono.
En conclusión
Las emisiones de bonos verdes van en ascenso y empresas internacionales y mexicanas se suman con cada vez más frecuencia. La evidencia sugiere la competitividad que genera la emisión de este tipo de deuda por el compromiso que asumen las organizaciones al cuidado medioambiental. Sigue siendo un mercado incipiente con poca estandarización en cuestión de gobernanza, por lo que es crucial que los corporativos utilicen la herramienta con cautela, a través de planeación, involucrándose en un proceso de exploración, entendimiento y gestión controlado, medido y con visión estratégica. Los bonos verdes implican un beneficio para las partes, siempre y cuando se acompañen de expertos para poder ejecutar y reportar, de manera exitosa y transparente.
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