Escrito por: María José Treviño, Opinión

Cambios provocaron la solidaridad de la industria energética

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En la industria energética nos dimos cuenta que la competencia es buena, pero, para tenerla, se debe procurar un mercado con reglas claras

María José Treviño
Directora general en Acclaim Energy México

El 2020 fue un año de cambios, de imprevistos sin precedentes, y de retos a los cuales se tuvo que enfrentar la industria energética. Desde una pandemia, hasta variaciones de mercado y golpes regulatorios; todas fueron circunstancias que impactaron a los jugadores de la industria y a los consumidores de energía desde sus respectivos sectores. A pesar de la inestabilidad presente estos últimos doce meses, la industria salió adelante, llena de solidaridad para seguir sus actividades en 2021.

En febrero del 2020 empezamos con cambios a permisos legados propuestos por la Comisión Reguladora de Energía (CRE); ante los cuales la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer) presentó resistencia. Después vino la propagación del COVID-19 en México; que impactó a la industria energética por la disminución de demanda eléctrica debido al cierre de plantas industriales y negocios comerciales. A raíz de esta circunstancia, salieron a relucir las ineficiencias en la infraestructura en el país. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) perdió negocio ya que muchas de sus plantas, por regla, son de las últimas en despachar.

Un freno a las renovables

El acuerdo del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) fue publicado a finales de abril; dicho documento propuso cambios en el despacho de generación eficiente y fungió como freno a la generación renovable, específicamente a aquellos proyectos en trámite de interconexión. Mucha inversión que esperaba el país en infraestructura energética dependía de la gestión de dichos trámites. Como complemento, dos semanas después, la Secretaría de Energía (Sener) publicó un acuerdo que proponía cambios en el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM).

Aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) concedió una suspensión; estas acciones ocasionaron mucha incertidumbre a nivel internacional, especialmente por el peligro que conlleva la resistencia hacía la generación limpia y su implicación en el cumplimiento de metas en reducción de emisiones de carbono.

Así, iniciamos el sexto mes del año, con el incremento en las tarifas de porteo para contratos en autoabastecimiento de energías renovables y cogeneración eficiente. Aunque existió perplejidad en el proceso de publicación y cuestionamiento sobre los poderes para hacerlo, la medida avanzó y se calcularon cambios entre 400 y 800%, aumento que volvió muchos contratos de suministro poco competitivos.

Otros esquemas

Las generación en sitio también fue amenazada. Nuevas medidas impactaron las corridas financieras de proyectos y la estrategia de empresas que apostaban por México. Por su parte, CFE debatió la definición de otorgamiento de los Certificados de Energía Limpia (CEL) para sus plantas de generación; dicho cambio impacta el mercado debido a la oferta y la demanda.

En el último trimestre, el esquema de autoabastecimiento también sufrió las consecuencias de la resolución que impidió la conexión de centros de carga a permisos legados. A pesar del dinamismo de operaciones en las empresas, esta resolución emitida por la CRE imposibilitó la expansión de centros de carga ya conectados.

En caso de que un medidor registre un consumo de energía superior al asegurado en su permiso, el consumidor tendría que llevar más exposición a la tarifa de CFE Suministro Básico y consumirle a esta última. A raíz de este freno, existen muchas empresas, grandes consumidoras de energía, que cuentan con contratos de suministro desde proyectos que aún no terminan de ser construidos y que, por esta declaración, se les imposibilita poder generar ahorro, tener certidumbre en su presupuesto y cumplir con metas de sustentabilidad, pues muchos de estos proyectos generan a través de fuentes renovables.

Aunado a estos cambios regulatorios, los procesos y trámites que se requieren para migrar a un consumidor de energía de CFE Suministro Básico a un Suministrador Calificado o de un generador privado en autoabastecimiento a Suministro Calificado en el MEM también han sido muy afectados.

Persiste duda generalizada

Es cierto que a raíz del COVID-19 se imposibilitó el contacto físico en las oficinas gubernamentales del área energética y las operaciones se tuvieron que trasladar como la mayoría a home office. Sin embargo, la postura y las acciones que el Gobierno federal tomó en 2020, ocasionaron que existiera duda generalizada de su influencia sobre entidades autónomas e independientes. Con muchos cuellos de botella en cuestión a trámites, plazos no cumplidos, burocracia y costos adicionales que desincentivan el avance en el sector.

A pesar de los retos, en Acclaim Energy vemos un mercado más competitivo que nunca, con un impulso de ofertantes de energía que brindan soluciones y estructuras de producto que benefician al consumidor industrial y comercial. También están más dispuestos a compartir riesgos con el consumidor, volviendo las transacciones un ganar-ganar. En las últimas licitaciones de energía que hemos publicado, han participado un número record de Suministradores Calificados con ofertas de precios que arrojan entre un 10% y un 25% de ahorro contra la tarifa regulada.

Unidad es necesaria

Parecería que todo cambio este año fue malo, sin embargo, dichos eventos impulsaron la unión en la industria. Nos dimos cuenta que la competencia es buena, pero para tenerla, se debe de contar con un mercado con reglas claras e incentivos continuos de inversión. Operar en la industria en direcciones opuestas no es beneficio, especialmente cuando la Iniciativa Privada (IP) busca ser competitiva y camina hacía la producción de beneficios para el consumidor, y el gobierno sigue su ideología en dirección contraria.

Las confrontaciones, procesos legales y restricciones operativas no benefician a nuestro país, lo perjudican. México necesita infraestructura energética bien planeada, con inversión que soporte tecnologías de punta y permita costos competitivos traspasados a los consumidores. A pesar del tamaño del reto, la industria energética se solidariza, trabaja en conjunto y está lista para seguir impulsando el cambio positivo este 2021.

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