Un análisis del sistema eléctrico de California & el de México
Santiago Barcón Palomar
Especialista en Código de Red
No pasa una semana sin noticia sobre los planes de California para un futuro libre de carbono en el sistema eléctrico. Se publican los éxitos pero no los tremendos fracasos y el grave olvido de sus sistemas eléctricos.
California acapara las planas de los periódicos por su importancia económica. Si fuese un país independiente sería la quinta economía del mundo. En los últimos años, eventos, aparentemente no relacionados han sido los más comentados: incendios y leyes de transición energética.
Iniciemos con los devastadores fuegos. En 2018 se calcinaron 800 mil hectáreas, 2% de la tierra destinada a bosques y áreas naturales. En 2019, la conflagración disminuyó por las lluvias a 105 mil hectáreas. Por desgracia, 2020 ha sido un verdadero infierno con un millón, 500 mil hectáreas calcinadas.
En los incendios, las sequías juegan un papel muy importante, por ello en 2019 con precipitación pluvial abundante, disminuyeron.
Los siniestros tienen siempre una causa raíz, esta en general, es de origen humano; lo que pocos saben, es que los incencios que han resultado devastadores en California fueron causados por los sistemas de distribución eléctrica en media tensión; que, al no ser detectados en el inicio, tomaron una fuerza inusitada.
En dicho estado, la infrestructura está integrada por 40 mil kilómetros de líneas de alta tensión y 470 mil kilómetros en el sistema de distribución. Para comparar, en México hay 110 mil kilómetros en transmisión y 830 mil kilómetros en distribución.
Más de 70% de las líneas de distribución es aérea en California; por ende el riesgo de crear corto circuito es latente, causado por conductores a tierra, arcos con árboles por falta de poda adecuada o líneas que por el viento entran en contacto entre fases. Estos eventos crean chispas que, en muchas ocasiones, inician el fuego.
Convertir las líneas aéreas a subterráneas tiene un costo de 2 millones de dólares por kilómetro lo que lo hace inviable económicamente, aún para el estado más rico de Estados Unidos, además de que tomaría décadas relizarlo. O, para verlo desde otra perspectiva, si se distribuyera el costo entre los 16 millones de usuarios cada uno tendría que pagar 15 mil dólares.
Pacific Gas & Electric, la otrora poderosa empresa eléctrica descuidó por años el mantenimiento a los sistemas de distribución. En gran parte, la culpa recae en los directivos, sin embargo, los costos de efectuarlo no han sido reconocidos por la comisión reguladora.
Mucho se debe a la acelerada proliferación de los sistema fotovoltaicos: al tener menor ingreso el mantenimiento sufre. Como era de esperar en EU, las demandas llegaron y llevaron a la quiebra a PG&E quién se acogió a la ley de protección conocida como chapter 11.
Ante esta realidad, ahora en 2020, lo único que queda es suspender el servicio eléctrico. Esto es ya de por sí un grave inconveniente con costos económicos. Adicionalmente, ocurre durante las horas de mayor demanda que son las de más alta temperatura. Esto no tiene forma de corregirse en el corto plazo, y por supuesto, afecta con mayor fuerza a los de escasos recursos sin ingresos para un generador casero de respaldo o baterías.
Aunemos esta realidad al objetivo de generación libre de carbón en 2050 y, para complicar más el escenario, la no venta de autos de combustión interna para el 2035 lo que, naturalmente, disminuirá la energía disponible. Como cereza en el pastel se cerrará la planta nuclear de San Onofre por encontrarse cerca de la falla de San Andrés (comulgo con la decisión, pero complica el panorama).
California importa 30% de su consumo eléctrico, pero los estados vecinos están creciendo y siempre les conviene más vender en los lugares cercanos, máxime que dicho estado tiene un techode precio en su legislación causado por los problemas con Enron de manipulación del mercado.
Como ingeniero pienso que todo es posible, pero la realidad económica es muy terca y las proyecciones rayan en el optimismo exhuberante de Latinoamérica.
¿Qué tiene que hacer California?
Construir líneas de transmisión que le permitan mejorar sus importaciones y mejorar la protección en los sistemas de distribución. Atacar con mayor ahínco la eficiencia energética y revisar sus reglas de mercado.
Para México, si no nos enrollamos en la bandera nacional, representa una enorme oportunidad para construir plantas de ciclo combinado. Esto ayudaría a la falta de suministro en Baja California. Ya sé, algunos dirán que es darle la vuelta al objetivo y sin duda puede considerarse así. Pero, son los mismos que se hacen de la vista gorda cuando hablan de la transición energética en Alemania y omiten mencionar que ahora generan más CO2 porque cerraron sus plantas nucleares.
Hay mucho que aprender y aprovechar de California, pero debemos evitar creer que si ellos pueden (que falta ver si pueden)podemos calcarlo en México.
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