Escrito por: Opinión, Santiago Barcón Palomar

Da tristeza ver el espectáculo causado por los Acuerdos del CENACE


Santiago Barcón

Director general del Baorgg

De un Acuerdo razonable, el del 29 de abril, se llegó a otro el 15 de mayo que va mucho más allá. El resultado final no lo sabemos aún pero no hay cielos claros para los fotovoltaicos y el viento no sopla a favor para los eólicos

Baltasar Gracián, SJ fue un sacerdote jesuita que vivió en la primera parte del siglo XVII y escribió varias obras. Las más recordadas son El Criticón y El Arte de la Prudencia, de esta última -que no pierde vigencia- tomaré varias perlas de sabiduría que vale la pena aprovechar.

Antes un poco de historia. El CENACE publico el 29 de abril un Acuerdo para garantizar la continuidad de servicio durante la pandemia. La respuesta de la iniciativa privada (IP) fue virulenta, sin ser sustentada técnicamente (que de eso se trata el Acuerdo) y, para abrir boca: “… tomará las medidas legales”. Yo, por lo menos, si voy a proceder legalmente, no le aviso a quien pienso demandar. Se sumaron, como se podían quedar atrás, decenas de organismos e inició el golpeteó mediático. Sorprendente que los que tienen que interactuar día a día con el CENACE no mantuviesen una posición de bajo perfil. Leyendo a Gracián hubiesen aprendido: “Has de hablar como en testamento, que a menos palabras, menos pleitos”

Las críticas se llevaron a cabo con cero análisis y, de pronto como por obra del Espíritu Santo, todos entendían el funcionamiento de un sistema eléctrico de potencia. “Si hay poca carga, pues es más fácil operar y despachar”, “En Alemania…”, “No hay riesgo de hacer pruebas…si antes se realizaron” hasta el exdirector general de CFE emitió su juicio técnico; se ve que aprendió poco en su paso por la empresa productiva del Estado. Ya decía el sacerdote jesuita: “El primer paso de la ignorancia es presumir de saber”.

Como era de esperarse en las conferencias matutinas salieron comentarios poco afortunados, a lo que ya deberíamos de estar acostumbrados, que caldearon aún más el ambiente. Las redes sociales se congestionaron con el tema y llegaban solicitudes de firma en contra del Acuerdo de personas y organismos que se veía a todas luces ni habían leído el texto. Como se usa al medio ambiente una buena parte de la sociedad bien intencionada, pero que no conoce, se sumó a la preocupación apoyando aún sin entender.

Ambos, gobierno e iniciativa privada, debieron escuchar a Gracián: “Es mejor consultar las cosas con la almohada a tiempo que perder el sueño por su causa después”. Pero ya con las dos partes en el cuadrilátero hay poco que hacer.

Se filtró un segundo Acuerdo que, como era de esperarse, venía con muchas más restricciones para las energías intermitentes. Si me vas a demandar, pues ya que sea por algo que valga la pena. No lo justifico en lo más mínimo pero era natural, conociendo su forma de pensar, que sucediese.

CONAMER se manifestó que tenía que pasar por el proceso de consulta pública y, antes de que hubiese un respiro, apareció en el Diario Oficial de la Federación el 15 de mayo. El texto, largo y con muchas aristas, fue rechazado de ipso facto por los afectados. Opino que correctamente en este caso, pero la celeridad con la que se hizo supera la capacidad de análisis profundo. Además los comunicados sorprenden por lo escuetos y sin un análisis detallado.

Ahora estamos en el proceso legal y con mínimas posibilidades, por lo menos en el corto plazo, de tener un arreglo entre los involucrados. Va a ser una batalla legal y mucho más allá. Cada parte buscará como complicarle la vida al otro y, en este forcejeo, la autoridad lleva una ventaja muy importante. Ya tenemos un primer fallo legal para que continúen las pruebas lo que me parece un riesgo innecesario en plena pandemia y, dicho sea de paso, poco solidario. Todos tenemos que apretarnos el cinturón. Un caso personal, tenemos un contrato de renta firmado donde tendríamos que pagar por el uso de las oficinas, vayamos o no, pero solicitamos una reducción y se otorgó de inmediato, un 50 %. El exigir que se cumpla el contrato a rajatabla, de nuevo en un sistema eléctrico con poca carga y en el que no se ha invertido, no puedo comulgar con ello. Ojalá no tengamos un apagón. Yo, por mi parte, no me gustaría llevar la responsabilidad moral en mi conciencia. Aunque la posibilidad sea baja la consecuencia -de nuevo en una pandemia- no debe de minimizarse, de estas actitudes vienen las grandes tragedias y recordemos Chernobyl.

Independientemente del resultado final lo que sí es un hecho es que el futuro de las energías renovables, por lo menos este sexenio, no será halagüeño. Si no se ponen recursos en transmisión, y recordemos que  en el sexenio pasado no se llevaron a cabo inversiones, se ahorca la evacuación y emperora la estabilidad del sistema, ergo no despacho renovables. Orden judicial, amparo o cualquier otra figura legal la continuidad va a terminar ganando.

Los dos contrincantes se han comportado como párvulos o, quizá más adecuado, como adolescentes altaneros donde el gran perdedor es México pero también el sector. Añado que por manifestarme a favor del primer Acuerdo recibí toda clase de comentarios e insultos. Pero de nuevo Gracián da apoyo: “El hombre sensato obtiene más de sus enemigos que el necio de sus amigos”.

Sería bueno regalar a los que ahora se enfrentan ejemplares del Arte de la Prudencia a ver si algo aprenden. Termino, porque si seguimos a Gracián, su frase probablemente más conocida es: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

 

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