Escrito por: Petróleo

Análisis | OPEP+: histórico recorte en la producción de crudo para mitigar los efectos del COVID-19


 Dr. Pablo López Sarabia 
Investigador de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe.  E-mail: plsarabia@tec.mx
Los países miembros de la OPEP liderados por Arabia Saudita y los no miembros encabezados por Rusia lograron un histórico acuerdo para recortar la producción de petróleo en 9.7 millones barriles diarios, tras una caída significativa en la demanda provocada por el COVID-19. México sólo aportará 100 mil barriles diarios, muy por debajo de la propuesta original. 
EUA destraba la negociación para alcanzar un recorte global en la producción de crudo, ante la oposición de México. El gobierno de México se opuso a la propuesta original de recortar 400 mil barriles diarios de crudo en la reunión ministerial extraordinaria de los países de la OPEP y no OPEP, celebradas el 9 y 10 de abril del año en curso, aceptando sólo disminuir su producción en 100 mil barriles diarios. En una jugada de ajedrez; EUA presionó a su aliado en medio oriente, quien ha sido cuestionado internacionalmente por la muerte del periodista Jamal Khashoggi, para aceptar la propuesta de México. No olvidemos que Arabia Saudita también tiene la presidencia pro tempore del G-20, convocando a una reunión extraordinaria de ministros de energía, el 10 de abril pasado. El 12 de abril, Rusia aceptó también la nueva propuesta de México, ya que, desde mi punto de vista, para los rusos era fundamental que todos comprometieran parte de su producción y contar con la presencia activa de EUA en la negociación, al ser el productor marginal a nivel mundial (13% de la producción global de crudo). 

El acuerdo final contempla un recorte total de 9.7 millones de barriles diarios de petróleo, para los dos meses próximos, iniciando el 1 de mayo de 2020. Posteriormente, se tendrá un recorte 7.7 millones de barriles diarios que será efectivo en el periodo que comprende el 1 de julio al 31 de diciembre de 2020. El ajuste a la producción de crudo seguirá siendo gradual para alcanzar un nivel de 5.8 millones de barriles diarios, en el periodo del 1 de enero de 2021 al 30 de abril de 2022. El acuerdo será revisado durante diciembre de 2021, para valorar su efectividad y el cumplimiento de los compromisos adquiridos; siendo clave para su éxito, el papel que tendrán los tres mayores productores de crudo en el mundo (EUA, Rusia y Arabia Saudita). Es claro que la OPEP ha perdido la capacidad para influir por si sólo en los precios del crudo, al controlar sólo el 32% de la producción mundial. Así, la OPEP+ es de facto la OPEP 2.0 quien tendrá que afrontar diferentes desafíos en el futuro como: i) la migración a las energías limpias y renovables, ii) el gradual abandono de los combustibles fósiles, iii) la transformación de la industria automotriz a los autos eléctricos, y iv) menor financiamiento ante el nuevo paradigma de las inversiones sostenibles que consideran los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG por sus siglas en inglés). 



La defensa de la producción de esquisto impulsó a EUA a tener un rol más activo en la negociación extraordinaria de la OPEP+. La producción no convencional de crudo en EUA mediante la técnica del fracking es intensiva en capital y requiere un breakeven de entre 40 a 50 dólares el barril de crudo, para tener viabilidad económica y financiera (desde finales de marzo el número de plataformas petroleras han disminuido). Sin duda, EUA tenía los incentivos para estabilizar el precio internacional del petróleo; más aún, cuando la Reserva Federal ha recortado su tasa de referencia y ha mantenido su política monetaria ultra acomodaticia, dando un respiró a la carga financiera de las empresas de EUA, incluidas las del fracking. Sin duda, la frase del escritor Dale Carnegie resume la negociación realizada por EUA. “En una negociación funciona la diplomacia; la diplomacia es que los demás hagan lo que nosotros queremos que hagan, y que, además, lo hagan agradeciendo”.   


México con poco margen de negociación dado sus riesgos económicos y financieros, en un escenario energético donde los juegos de suma cero cambian a uno donde ganan o pierden todos. La propuesta original de la OPEP+ de tener recortes proporcionales en la producción de crudo de los principales productores mundiales, fue un balde de agua fría para México. La actual administración ha tenido como desafío estabilizar la producción de petróleo de PEMEX en un entorno de pecios a la baja, generado por una menor perspectiva en el crecimiento mundial asociada al COVID-19, impactando negativamente los ingresos de la empresa y el país. El recorte comprometido por México parece tendrá un balance positivo en el neto, ya que la recuperación de la producción de PEMEX será en el largo plazo y requiere de cuantiosas inversiones público-privadas (a costos mayores debido a la degradación de la calificación soberana de México y la de PEMEX). Por lo que la mejor manera de anclar los ingresos de PEMEX y el gobierno federal es contribuir a la estabilización en el precio del crudo, permitiendo tener un mejor presupuesto y coberturas petroleras en el 2021. Además de aliviar las presiones sobre el tipo de cambio peso-dólar, las primas de riesgo crédito y país. El impacto sobre la inflación no subyacente parece estar contenido, ya que la parálisis en la actividad productiva podría reducir la recuperación gradual en los precios de las gasolinas, siendo compensado en parte, por un menor precio del gas natural ante el impulso del fracking en EUA. 

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