Con datos de Sener se demuestra que, en México, existe el ‘síndrome de la Chimoltrufia’ en el sector energético: “cuando dices una cosa y haces otra
Ramsés Pech
Grupo Caraiva – León & Pech Architects
El sector de energía está por colapsar en los próximos años, y esto está confirmado por parte de los datos de la Secretaría de Energía (Sener), en función del balance de energía analizados de 2012 a 2022.
El balance de energía es un indicativo primordial del aprovechamiento de toda la energía que se toma de la naturaleza, para transformarla y emplearla en los diferentes usos que se tienen de esta para todas las actividades del ser humano.
Este balance depende del total de energía disponible que existe en una nación. El cálculo en forma generalizada contempla inicialmente la entrada de energía, la cual resulta de la suma de lo que se produce (energía primaria) localmente (petróleo, gas, minerales), la que se toma de la naturaleza (radiación solar, aire, vapor, agua), la que se importa (derivados del petróleo, electricidad, etc.) y la que se recicla.
Al total integrado del anterior valor observado, deberá eliminarse lo que se exporta (petróleo crudo, petrolíferos, gas, electricidad, minerales, etc.). Este cálculo dará como resultado un balance primario de disponibilidad de energía para su transformación, consumo propio y utilización final en diferentes sectores; como el transporte, industria, comercio, hogares, entre otros.
Al final, el valor total obtenido del todo, indicará si un país tiene independencia energética, cuanta autosuficiencia e intensidad energética.
El objetivo del balance es: entender cuánto de la energía que un país toma de la naturaleza tiene un aprovechamiento para su crecimiento, y deberá estar de acorde a las políticas de reducciones en afectaciones al planeta.
Con datos de Sener se demuestra que, en México, existe el ‘síndrome de la Chimoltrufia’: “cuando dices una cosa y haces otra’. A continuación, enumeramos algunas consecuencias de esta condición del país:
- México tiene un desaprovechamiento del total de la energía que toma de la naturaleza entre un 20 a 25%, no la utiliza.
- Del total disponible, el país exporta el 20% e importa de un 35 a 45% de energías, debido a que no las produce o no puede transformarlas, ante la falta de tecnología, equipos e infraestructura para poder cubrir lo que el mercado requiere.
- A partir del 2015, México no cuenta con independencia energética, y esta situación puede agravarse. Este indicador se calcula al dividir la producción de energía primaria (energía de la naturaleza) entre el consumo total energético del mismo periodo. El grado en que un país puede cubrir su consumo de energía derivado de su producción, si es mayor a uno, el país se considera autosuficiente energéticamente; es decir, que tenga los suficientes recursos naturales para ser extraídos o producidos sin la necesidad de importar. Para 2022, el índice de independencia energética creció 4.84% respecto a lo que se presentó en el 2021, al pasar de 0.68 a 0.71.
- México es autosuficiente en producción de energía primaria (recursos naturales suficientes), pero no es autosuficiente para generar las energías secundarias; y estas últimas son las más importantes porque derivan en que una nación tiene la tecnología para transformar a las primarias en combustibles, electricidad o alguna forma de energía que sectores como industriales, el comercial y hasta en hogares, puedan utilizar. La autosuficiencia se calcula por medio de la producción generada entre el consumo de energía. De esta forma, un índice mayor a uno, índica que el país es superavitario de energía; mientras que, un índice menor a uno, índica que el país es un importador neto de energía.
En el siguiente video, se explican los cuatro puntos anteriores:
Los valores anteriores indican que, en México está aumentando la cantidad de energía que requiere la población. Antes de 2020, el consumo de energía per cápita era de 75 GJ anual (57 Kw por día) y pasó al 2022 en 81 GJ (61 Kw por día); la gente requiere más energía transformada para su utilización.
La secretaria de Energía en él informa del 2022, indica que:
“En México predominan las actividades relacionadas con la extracción y producción de energías primarias, dejando de lado la producción de energía secundaria, y para la cual es necesario contar con un sistema de transformación más amplio (refinerías, despuntadoras, plantas de gas, fraccionadoras, y centrales eléctricas)”.
Debido a esta dada aseveración, tenemos el síndrome de decir una cosa y hacer otra. Dando como resultado una disonancia energética en el mercado energético nacional y extranjero; cuyo mensaje actual y en el futuro, indica que México no cubre las demandas actuales y futuras para el desarrollo económico nacional; y al mismo tiempo, ralentiza el crecimiento del país al no poder despegar la productividad, para tener un mejor PIB.
En dicho reporte de la Sener, se indica que, ante un mayor incremento del PIB se requiere mayor energía, y esto se acentuó a partir de 2020.
Tenemos los recursos naturales y la forma del cómo extraerlos, pero no tenemos el cómo transformarlos.
Continuar creyendo que la CFE y Pemex pueden continuar ayudando a mejorar el balance energético del país, deja en claro que no tenemos un plan. Lo anterior no sucederá, debido a que las refinerías no transforman todo lo necesario en combustibles para el sector del transporte; y continuaremos importando de acuerdo con el dato de autosuficiencia del reporte. Además, que CFE tiene que importar más del 60% de energía primaria (gas natural) para producir la electricidad.
Hoy, de acuerdo con datos de la Sener en 2022:
a) Los hidrocarburos representan el 80.71% de toda la producción nacional disponible de energía, 0.81% menos que en 2021.
b) El 41.26 % del volumen de petróleo crudo producido fue procesado en el Sistema Nacional de Refinación (SNR); y el restante, 58.74%, se exportó.
c) La generación de energía eléctrica alcanzó un aumento de un 3.16 % respecto al año 2021. La CFE aportó el 40.79%, Pemex el 0.33%, mientras que los Productores Independientes de Energía (PIE) el 28.09%; los permisionarios de autoabastecimiento el 9.57%, los pequeños productores el 0.09%, las centrales de cogeneración el 5.32%; centrales eléctricas generadoras (LIE) el 15.66% y los usos propios continuos el 0.15 por ciento.
El consumo de energía aumentó y tenemos la suficiente energía primaria en nuestro entorno; pero, no tenemos hoy día como transformarla para su utilización. Para México será más complicado tener una transición energética real, ante la falta de un buen balance energético; y continuará anteponiendo una soberanía energética, la cual no está sustentada ni en una independencia ni en una autosuficiencia para aseverar que tendremos lo primero.
Hoy, las naciones del mundo no quieren una soberanía energética, más bien quieren poder cubrir la demanda. Existe una tendencia global del incremento del consumo de energía, para tener un desarrollo económico creciente por las inversiones locales o extranjeras, que realizan proyectos o negocios, y los cuales requieren energía.
Para lograr una continuidad de largo plazo y no quedarse atrás, hay que curarnos del síndrome de la Chimoltrufia.
Es urgente ser parte de la nueva diplomacia ambientalista mundial, cuyo objetivo es tener acceso a tecnologías que disminuyan el impacto medioambiental al momento tomar en menor cantidad a energías primarias de la naturaleza, transformarlas eficientemente. La misión es alcanzar un aprovechamiento del 99.9% del todo, y solo podrá ser alcanzado al implementar la captura de carbón, generación de electricidad de cero contaminantes; procesos que generen menos metano, y la eliminación de motores de combustión a una electromovilidad, eliminando a los gases que emanan del escape de cualquier transporte.
El futuro ya llegó, el presente es el pasado y el síndrome de la Chimoltrufia es tu trauma energético, uno que tiene que curarse.
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