Ciudad de México (Redacción / Energía Hoy).- El escenario que ahora prevemos para México en 2020 es uno de plena recesión, con un crecimiento estimado del PIB de -2.6% este año frente al 0.5% estimado anteriormente. La revisión resulta de vientos en contra globales más fuertes (particularmente los que atañen a los sectores estadounidenses más relevantes para México), así como de un impacto más profundo del brote de Covid-19 en la economía nacional en relación con el previsto anteriormente.
En particular, la respuesta tardía en la implementación de políticas públicas de salud resultará en un choque económico más largo y profundo, en nuestra opinión. La combinación de una “R-0” más alta para la pandemia actual frente a la del AH1N1 en 2009, junto con una aplicación rezagada de las intervenciones no farmacéuticas y una menor preparación en general en los sistemas de salud, derivarían en un impacto más profundo y duradero sobre la actividad. Esto debería conducir a una trayectoria económica “en forma de U” en lugar de “en forma de V”.
En consecuencia, ahora estimamos que Banxico recorte su tasa objetivo en 75 pb en su próxima reunión, y que la tasa al cierre del año se ubique en 5.00%. La pregunta clave es si la Junta de Gobierno logrará “ver a través” de la depreciación del peso. Creemos que la respuesta es un sí calificado. El bajo traspaso a la inflación del tipo de cambio permite un tipo de cambio real más débil que ayudaría a asimilar el impacto, al tiempo que la exposición limitada a riesgos cambiarios por parte de las empresas locales y los hogares implica “efectos de hojas de balance” acotados. Sin embargo, creemos que, en términos comparativos con sus pares, Banxico actuará con más cautela.
Anticipamos un deterioro de la postura fiscal. Incluso bajo los supuestos de que la mayor parte de la caída en los precios de la gasolina beneficiará los ingresos por IEPS, que la cobertura de petróleo protege alrededor del 70% de los ingresos petroleros y que los recursos del fondo de estabilización (FEIP) se agotan, nuestras nuevas estimaciones macro, junto con una plataforma de producción de petróleo revisada a 1.5 millones de barriles por día (mbd), implican que el superávit primario de 0.7% del PIB se convierte en un déficit de -0.1% del PIB. Que esto conduzca, o no, a una reacción negativa por parte del mercado dependerá en última instancia de qué otros cambios instrumente el gobierno, en nuestra opinión.
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