Por Aranza Bustamante
En el marco del Día Internacional de las Bibliotecas que se conmemora cada 24 de octubre, la Universidad Iberoamericana (Ibero) rememora sus espacios literarios y culturales más representativos, entre los que se encuentra la Biblioteca Xavier Clavijero.
Cuna de documentos históricos relevantes, sus materiales están organizados en cuatro grandes secciones: Acervos Históricos, Libros Antiguos y Raros, la Fototeca y el Archivo Histórico de la Ibero.
En una visita guiada en la que participaron medios de comunicación, la doctora en historia y académica de tiempo completo de la biblioteca, Cecilia Sandoval, señaló la importancia de activar el diálogo de los acervos en las nuevas generaciones.
“La historiografía, es decir, la narrativa que va a producir, está condicionada desde el origen de cómo se archivó. Lo que a mí me interesa de esto es cómo hacer vigente el archivo, o sea, lo que el archivo nos dice el día de hoy y por qué es pertinente hacer una revisión”, detalló.
Joyas documentales que narran la historia
La sección de Acervos Históricos de la Ibero resguarda 98 fondos que van desde pleitos indígenas por tierras en el siglo XVI hasta la correspondencia presidencial y personal de Porfirio Díaz, compuesta por cerca de un millón de documentos. Entre ellos, se encuentran una carta de Thomas A. Edison y la misiva con la que un joven Francisco I. Madero le envía su libro “La Sucesión Presidencial”, un acto que precedería a la Revolución.
La segunda sección, Libros Antiguos y Raros, es hogar de ejemplares únicos por su edición o dedicatoria. Sandoval señala que la Ibero resguarda entre sus archivos el “Canto General” de Pablo Neruda. Donado por el arquitecto Luis Barragán, este libro —el número 244 de un tiraje limitado de 500— está ilustrado por Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Su valor se multiplica al revisar la lista de suscriptores, quienes pertenecían a la izquierda intelectual global de 1950.
Reivindicando el archivo de las mujeres
Un eje fundamental del trabajo de la Ibero es “activar” sus archivos para visibilizar el legado de mujeres que documentaron su tiempo desde perspectivas únicas. El trabajo de Mariana Yampolsky es uno de los que más destaca. Resguardado por la Fototeca, contiene 90 mil negativos con los que registró la vida cotidiana en México y la arquitectura vernácula.
Otros archivos que la Fototeca resguarda son los de Ana Victoria Jiménez, pionera en documentar las primeras marchas feministas y fotógrafa que dedicó su vida a visibilizar a las trabajadoras del hogar a través de su proyecto “Cuaderno de tareas”. Su idea era crear una agenda para que las trabajadoras pudieran registrar sus labores y dignificar su tiempo; sin embargo, el proyecto nunca fue publicado.
Finalmente, la cuarta sección está dedicada al Archivo Histórico de la Ibero: “Narra el devenir de nuestra institución, que está padrísimo porque tiene fotografías, planes de estudio, revistas que funcionaron, revistas que no funcionaron, pero ahí está el testigo. Cómo eran los chicos de comunicación, pero en los 60, por ejemplo, o de química, las chavas como eran en 1949”, explica Cecilia Sandoval.
La trascendencia de estas secciones es tal que varias han recibido el reconocimiento “Memoria del Mundo” por la Unesco, certificando su valor universal y cada una ofrece un portal a historias que esperan ser contadas.
Del archivo a la galería: cuando la historia se vuelve interactiva
Para combatir la percepción de que los archivos son espacios “densos y confusos”, la Ibero diseñó una estrategia para hacerlos accesibles y atractivos. Se trata de la exposición “La tierra es azul como una naranja”, que se encuentra en la Galería Andrea Pozzo.
El título, extraído de un poema de Paul Éluard, fue elegido para celebrar “la libertad de la palabra”. Basada en los 36 tomos de la revista Poesía y Poética, editada en la Ibero en los años 90, la muestra transforma el material de archivo en una experiencia lúdica para “quitarle el miedo a la poesía”.
En lugar de una exposición documental tradicional, se invita al público a jugar: 36 artistas, escritores y estudiantes recibieron un poema y una instrucción creativa, como “baila el poema” o “ve al supermercado y compra algo con ese poema”. El resultado convierte la consulta del archivo en un acto creativo y muy personal.
El mensaje es claro: el patrimonio histórico no es un tesoro bajo llave. Con estas iniciativas, la Ibero reafirma su rol como un puente activo que transforma la historia en un recurso vivo, dinámico y accesible para entender el presente e imaginar el futuro.
Cecilia Sandoval menciona que los acervos históricos son públicos y pueden consultarse con cita previa, mientras que la exposición en la galería está abierta a todo el público: “Nosotros les daremos un código QR para que puedan acceder junto con una credencial vigente oficial con fotografía”.
Si te interesa visitar los acervos históricos de la Universidad Iberoamericana, escribe a servicios.biblioteca@ibero.mx para consultar los pasos a seguir.
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