Un gobierno que considera un endeudamiento externo sólo para sanear las finanzas de Pemex y CFE, está lejos de cambiar el rumbo
Pablo Ramírez
Especialista en Energía y Cambio Climático de Greenpeace México
Este 25 de noviembre se publicó la Ley de Ingresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2021 que entre otras cosas autoriza una deuda pública de mil millones de dólares para Petróleos Mexicanos (Pemex).
Aunque claro está que en este momento no podemos dar por hecho que la dependencia hará uso de esa posibilidad, hay algunas reflexiones que vale la pena poner en la mesa. Una de ellas es la soberanía, este concepto que denota el nacionalismo mexicano y se relaciona con la no dependencia del país a fuentes externas; que se rompe cuando vemos que el Estado mexicano considera como una opción contraer este endeudamiento sólo para sanear las finanzas de Pemex y CFE.
Hay quienes dirán que este planteamiento es muy básico y lo es porque entendemos que hay muchos otros factores que juegan en el modelo neoliberal en el que el mundo se mueve. Sin embargo, esto es solo un ejemplo para evidenciar la distancia que existe entre los dichos y los hechos; que cuando en el discurso político se habla de soberanía y se apela al nacionalismo se omite lo que hay detrás.
Otro ejemplo es cuando se dice que se va a sanear financieramente a la paraestatal. No estamos refiriéndonos a que el Estado tenga la capacidad de hacerlo, sino que puede recurrir a organismos como el Banco Mundial a contraer deudas millonarias que, como lo sabemos por la experiencia, terminará pagando la ciudadanía; pese a que Pemex recientemente ha sido considerada por los especialistas como un riesgo para las finanzas públicas del país.
El caso de CFE
En el mismo contexto se encuentra la Comisión Federal de Electricidad (CFE), para quien se autorizó una deuda externa de 500 millones de dólares para los mismos fines: alcanzar el balance financiero. Más allá de los presupuestos y los números, se reafirma una vez más la importancia de ambas dependencias en el gobierno actual. Y la ausencia de señales que muestren la voluntad de una transición energética hacia fuentes renovables que desde nuestro planteamiento pueden darnos verdadera soberanía energética.
Nuestra propuesta pasa porque las personas puedan generar su propia energía a base de fuentes renovables; y que instituciones públicas como CFE y Pemex sean partícipes de esta transformación, la cual nos ayudará a reducir las emisiones de gases de Efecto Invernadero (GEI) que aceleran el aumento de la temperatura del planeta.
Un gobierno que considera un endeudamiento externo por mil 500 millones de dólares sólo para sanear las finanzas de las dos dependencias; que son el pilar de un modelo energético basado en los combustibles fósiles, está lejos de cambiar el rumbo pese a que el futuro nuestro y de las siguientes generaciones esté en juego. Ojalá estemos equivocados.