Ciudad de México ( Véronique DUPONT / AFP / Energía Hoy).- El fin del vasallaje llegó después de la peste negra y el advenimiento del estado del bienestar tras la destrucción de la Segunda Guerra Mundial. Sobre las cenizas de grandes desastres a menudo han surgido avances sociales capitales.
Con la crisis del coronavirus, muchos gobiernos han adoptado medidas que parecían hasta hace poco impensables: “cheques” para los particulares, cobertura médica para los más vulnerables, alojamientos para los sin techo, promesas de inversiones masivas en salud. ¿Se podrán mantener?
– Protecciones para los precarios –
El virus ha puesto de manifiesto el peso de los trabajadores precarios –conductores, cajeras, repartidores, profesores, enfermeras, todos mal pagados y hasta denostados–, que han “sostenido” los países durante el confinamiento.
En Gran Bretaña hay cinco millones de trabajadores independientes, a menudo sin protección social. Downing Street decidió ofrecerles cobertura sanitaria desde el primer día, y no desde el quinto como hasta entonces, por temor a que siguieran trabajando incluso enfermos, e incluso les concedió el mismo desempleo parcial que a los asalariados: 80% de sus ingresos mensuales medios, en torno a 2.500 libras mensuales.
El ministro de Hacienda, Rishi Sunak, ya ha hablado de la ralentización de estas ayudas pero consciente de que “los fuertes han dependido de los más débiles para su supervivencia”, no resultará fácil retirar todos estos logros totalmente, advierte David Napier, profesor de antropología médica de la Universidad UCL.
– Ingreso universal –
Desde Hong Kong a Estados Unidos, donde el individualismo es rey, la idea de un ingreso universal básico se está labrando su camino. Para socorrer a la economía, la administración republicana de Donald Trump ha entregado hasta 3.000 dólares en metálico a cada familia como parte de su plan de reactivación contra el impacto económico que ha dejado sin empleo a 30 millones de personas.
Un estudio de la Universidad de Oxford muestra que el 71% de los europeos apoyan el concepto de ingreso universal básico, que hasta hace poco era considerado como “radical, e incluso utópico”, dice el profesor Garton Ash.
– Miles de millones para los hospitales –
Médicos y enfermeras, en la línea de frente de la batalla contra la pandemia –y muchos incluso víctimas– llevaban reclamando durante años más medios para la salud pública que estaba al borde del colapso cuando el ‘tsunami’ de la covid-19 irrumpió.
Emmanuel Macron, el presidente francés, tras afirmar que no había “dinero mágico”, ha prometido un “plan masivo” para la salud.
En Reino Unido, después de una década de recortes, el primer ministro Boris Johnson se ha convertido en ardiente defensor del sistema público de salud (NHS), después de que él mismo se curó de la covid-19 en un hospital público.
“La historia del primer ministro salvado por el NHS” es “potente” dice Mark Harrison, profesor de historia económica de la Universidad de Warwick. “Será duro para los conservadores incumplir las promesas” de invertir en la salud.
– Hoteles para los sin techo –
Los sin techo, generalmente con mala salud, están particularmente expuestos a los contagios cuando duermen en albergues hacinados.
El gobierno británico lanzó el programa “Everyone In” (Todo el mundo protegido) y las autoridades locales recurrieron a los hoteles o albergues. Según el gobierno, 5.400 personas, en torno al 90% de las personas que habitualmente duermen en la calle, han sido albergados.
Estas cifras no incluyen a todos los sin techo –según la asociación Crisis en Reino Unido, hay unos 170.000- y “muchos están a punto de ser expulsados de su alojamiento, pero ha habido un esfuerzo increíble del gobierno”, dice Jamine Basran, portavoz de Crisis UK. “Esto demuestra que cuando hay voluntad política es posible”.
– ¿Mano verde? –
Muchos piden que se aproveche esta vuelta de la “mano” del Estado para orientar la política industrial, como en la época del Plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial, y aprovechar para hacer una economía “más verde”.
Hasta el director de la Agencia Internacional de la Energía, Fatih Birol, ha pedido a los mandatarios mundiales que “garanticen que la transición energética está en el primer plano de sus respuestas a la enfermedad de covid”.
En Francia, la patronal ha pedido una “moratoria” para la puesta en marcha de medidas medioambientales, pero el gobierno asegura que no se frenará la adopción de la ley antidespilfarro ni antiplástico. Y repite también que la inyección de 7.000 millones de euros para apoyar a Air France deberá estar acompañada de una reducción de los vuelos cortos y de las emisiones contaminantes.
En Alemania, los llamados a las ayudas del Estado estarán condicionados a los compromisos climáticos.
– ¿Quién va a pagar? –
Para Mark Harrison, la crisis, “porque afecta a todo el mundo, tiene el potencial de cambiar la percepción de la gente por mucho tiempo” e incluso hasta “moralizar” la vida económica.
A más largo plazo, los gobiernos van a encontrarse muy endeudados, los impuestos van a subir y se enfrentarán “a los límites de la solidaridad”, vaticina Sankalp Chaturvedi, profesor del Imperial College Business School.
Después de la pandemia ¿es el turno de las utopías?
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