Dr. Pablo López Sarabia
Profesor-Investigador de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe. E-mail: plsarabia@tec.mx
La desaceleración económica mundial y local, el avance de la revolución energética de EUA con la técnica del fracking, la renovación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+), el cambio climático y el papel de las energías renovables, las ciudades inteligentes y los autos eléctricos son algunos temas de la agenda energética. Además, del reto que representa mejorar la logística de distribución y almacenamiento de energía para impulsar la industria; así como los impactos del sector en las finanzas públicas.
La desaceleración económica mundial y la sobreproducción de petróleo en EUA y otros productores marginales representará un desafío para estabilizar los precios y las finanzas públicas de los países exportadores de crudo en 2020. El decaimiento de “Cantarell” uno de los principales yacimientos petroleros de México; así como la baja inversión en el sector y su cadena de valor ha llevado a un punto de inflexión significativo donde el gobierno vuelve a tomar un rol relevante en la industria, inyectando recursos frescos a las dos empresas productivas anclas del sector: PEMEX y CFE. La desaceleración económica local y la falta de una reforma fiscal limita la capacidad financiera del gobierno federal para seguir apoyando a las empresas productivas del Estado, más aún cuando se han usado parte de los recursos del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios para políticas contra cíclicas y no sólo para el pago de las coberturas petroleras. El desequilibrio del mercado petrolero seguirá generando volatilidad en los precios del crudo, ya que existe una sobreoferta y crecientes inventarios (impulsada por la técnica del fracking); aunque los recortes adicionales por 500 mil barriles diarios anunciados por la OPEP+ dará un piso al crudo de entre 50 y 60 dólares el barril en el corto y mediano plazo (primer semestre de 2020). El cambio climático y un fuerte invierno podría hacer más robusto el piso en el precio del crudo; aunque la desaceleración económica mundial y la guerra comercial de EUA con China podrían cobrar factura y presionar los precios del petróleo a niveles no vistos desde 2015 y 2016.
El auge de tecnologías como el Blockchain, drones de vigilancia, realidad virtual y aumentada, el análisis de Big Data, Machine Learning y la minería de datos son elementos que podrían apoyar a un combate más eficiente al “Huachicoleo” de gasolina, petróleo y gas. La inversión productiva es clave para recuperar la producción de petróleo y apoyar la cadena de valor de la industria; así como dotar de insumos a la producción de electricidad (cerca del 70% del costo de producción de la electricidad depende del combustible utilizado para su generación) como es el caso del gas natural. Sin embargo, existen desafíos para garantizar el acceso a los combustibles básicos que requiere el país, por lo que se deben detonar las inversiones para impulsar la infraestructura de almacenamiento, tecnologías limpias, logística más eficiente con una mejor red de ductos y gasoductos. La ciberseguridad y la gobernanza de datos seguirá siendo una tarea pendiente que debe reforzar en un entorno de mayores amenazas digitales propiciadas por el internet de las cosas y la red 5G. La aprobación del T-MEC por la Cámara de Representantes de EUA da certidumbre para seguir apoyando la inversión extranjera, pero sobre todo blinda una parte de la Reforma Energética de 2013. Aunque aún no es claro el rumbo que tendrán las Rondas Petroleras, Subastas Eléctricas y los Certificados de Energías Limpias. La acelerada urbanización y el surgimiento de las ciudades inteligentes; además, del cambio que experimenta la industria automotriz con la producción de autos eléctricos implicará mantener el impulso del uso de las energías renovables como: eólica y fotovoltaica altamente competitivas a nivel local (y no perder de vista la energía nuclear que sigue siendo muy competitiva en costos).
La energía fósil seguirá dominando la industria a nivel mundial, aunque en el 2050 podríamos llegar al punto de inflexión, para México es fundamental definir las características que tendrá nuestra matriz energética y el papel que tendrá nuestro país en la producción de energías renovables que le permitan diferenciarse de los productos de gas natural y GNL; así como de Chile, Argentina y Bolivia que tendrán el control de los principales yacimientos de litio en el mundo. El futuro es incierto y más en una industria de grandes inversiones y riesgos económicos y financieros. Sin embargo, el punto de inflexión que experimenta la industria petrolera local y eléctrica puede ser una oportunidad de replantear nuestra estrategia y el papel que tendrán las dos empresas productivas del Estado como anclas del desarrollo. Cualquiera que sea la decisión, es claro que debemos reforzar la reestructura productiva y financiera de PEMEX y CFE, donde los pasivos laborales y los programas de inversión son tareas claves. Además de invertir en el capital humano y tecnologías como el internet de las cosas y el uso del Blokchain para ser más eficientes y reducir la corrupción. Las alianzas con Universidades e Institutos de Investigación en temas energéticos de frontera serán clave para que México se reincorpore con fuerza en el nuevo contexto de los países generadores de un portafolio energético diversificado que impulse a la industria y el crecimiento productivo de México.
Un agradecimiento a todos los lectores de mi columna, sus comentarios siempre son bienvenidos y permiten una mejora continua. Felicidades y que el 2020 sea un año de muchos éxitos, pero sobre todo de salud para ustedes y sus seres queridos.
Por Dr. Pablo López Sarabia
Profesor-Investigador de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe. E-mail: plsarabia@tec.mx
Los desafíos del sector energético de México para el 2020
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