México está inmerso en la confrontación de la oposición partidista rumbo a las elecciones de los próximos meses. La pregunta es: ¿cómo un grupo de personas guiarán los destinos del país, ligados al poder ejecutivo, legislativo y judicial, a fin de armonizar el crecimiento interno del país y ante la nueva forma de convivencia entre todas las partes a nivel internacional?
Ramsés Pech
Grupo Caraiva – León & Pech Architects
Pero una nación depende de cuánto dinero puede tener, para mover a toda la maquinaria necesaria y generar crecimiento, productividad, desarrollo y sobre todo, para tener a una sociedad que pueda valer por sí misma, ante los cambios abruptos que suceden dentro y fuera.
En México la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) emite los pre-criterios presupuestarios; que dan lugar a cómo deberán ser considerados los ingresos y egresos del país. Todo esto con el objetivo de tener un menor déficit presupuestal, pues indica el grado de estrés, incertidumbre y la falta de planeación en la distribución de los gastos programados para el desarrollo social y económico del país.
Es aquí a donde todos están observando, evaluando y consensuando cómo llegar al futuro de México; concentrados en lograr el control. ¿El control de qué?
Los pre-criterios ofrecen para el 2025 una serie de observaciones que dan lugar a muchas preguntas, incertidumbres y porqués. Esta primera información definirá la próxima década del país. Al no tener una alternativa o continuidad de lo actual, podría crearse un caos continuo, donde no se defina el rumbo del país. Debido a que los poderes están en una constante lucha de demostración, sin tener un consenso de un paso o salto a dar, para poder ser una nación que realmente entienda cómo mejorar la vida de las personas de manera cotidiana y a futuro.
Los pre-criterios ofrecen una semántica financiera a considerar. La podemos establecer en las siguientes líneas:
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La deuda pública
También puede definirse como el conjunto de dinero que adeuda el país (incluye el déficit del gobierno federal, sector público y saldos históricos de éste último). Para 2019 la deuda era de cerca de 10.87 billones de pesos, y había un déficit presupuestal de 410 mil millones de pesos. Al 2024 se espera que la deuda pueda llegar a los 16.86 billones, con un déficit presupuestal de 1.7 billones de pesos.
Recordemos que este último es dinero que no hay forma de cubrir dentro de lo planeado, aunque se supone que debe ser cubierto por deuda, mayor recaudación de impuestos o alguna forma de obtener este peculio. Esto significa que durante los últimos seis años, en promedio la deuda creció un billón de pesos anualmente; en tanto, el déficit presupuestal creció cuatro veces.
La deuda pública (medida como porcentaje del PIB) ha fluctuado entre 48 y 50 por ciento; pero no es acaso que el PIB se incrementa en cada año y por eso hay un crecimiento. La deuda es en dinero, no en porcentajes.
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Falta de nueva inversión extranjera directa
¿Lo anterior es bueno para el país? ¿Estará creándose en México un caos financiero en el corto plazo, ante la falta de nueva inversión directa extranjera que permita ingresos adicionales al país? Pues recordemos que esta inversión genera más impuestos por los negocios, empleos y todo lo que conlleva. No la confundamos con la IED, referente a la reinversión de utilidades o el dinero que manda a la matriz, debido a que estos solo son para mantener al negocio dentro del mercado.
La deuda actual es casi dos veces el gasto del presupuesto de 2025. El gobierno debe continuar creando negocios o debe facilitar que otros arriesguen su dinero; generando flujos de efectivo circulantes en el país y obteniendo más ingresos, con la finalidad de crear la infraestructura necesaria para el desarrollo económico del país. Y así poder reducir el gasto social, al mantener una mayor fuente de ingresos a las familias por medio del trabajo, y mayor conocimiento o capacitación para poder ser parte del salto.
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Hacia 2025
Con respecto a 2024, los pre-criterios del 2025 ofrecen una reducción del gasto del país de alrededor de 480 mil millones de pesos. Esta cifra se refiere principalmente al gasto programado (incluye el desarrollo social y económico). La pregunta es ¿a dónde o por qué reducirá esta cantidad de dinero? A lo que la SHCP responde: a causa de la contracción en el gasto no recurrente, que tuvo a lugar en lo previsto en el presupuesto de este año.
Sin embargo, este tipo de gastos se refieren a aquellos que se hacen una sola vez o que no son constantes. Por lo tanto cabe la duda: ¿Cuáles fueron esos gastos no recurrentes por más de 600 mil millones de pesos en 2024? ¿Qué se pagó en forma extraordinaria? Cabe mencionar que la variación no proviene de los programas sociales, la provisión de servicios públicos y el pago de obligaciones legales o contractuales, pues según no son afectados hacia 2025.
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Dependencia de finanzas públicas
Todo ello confirma que México seguirá dependiendo de las finanzas públicas de los hidrocarburos. Ahí está la hipocresía ambientalista legislativa. La Ley de Ingresos depende de la cuestión petrolera, alrededor del 12 al 15% (incluyendo la producción de hidrocarburos, comercialización de sus derivados y la exportación de petróleo crudo a otros países, incluido el enviado a la refinería de Deer Park).
Además, el país tiene al mejor recaudador de impuestos: Petróleos de México (PEMEX). No obstante, entre los impuestos, derechos pagados y el papel dentro de la Ley de Ingresos por parte de la petrolera, no es tiempo de sacarla de la ecuación, tampoco al petróleo. Lo cual no es coherente con que según seremos un país que producirá energía sin la necesidad de combustibles fósiles.
Conclusión
El presupuesto, dentro de los pre-criterios de 2025, indica que la deuda pública aumentará, a causa de un incremento del déficit presupuestario, al no tener los ingresos necesarios para cubrir la totalidad del gasto de la nación. Manteniendo el gasto programado, sin cambios extraordinarios, continuaremos exportando crudo y dependeremos de los ingresos petroleros, forzando a PEMEX a ser recaudador dentro de la Ley de Ingresos. Esto dará lugar una incertidumbre que irá del 2026 al 2036, al no tener un plan de nación real continuo transexenal de largo plazo, apostando a un gasto social mayor y menor en cuanto al desarrollo económico.
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