Escrito por: Life&Style, Lifestyle

Etsuro Sotoo, esculpiendo al artista de la Sagrada Familia

Etsuro

Etsuro Sotoo lidera los trabajos del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona, y también está al frente del domo de la Catedral de Florencia

El Templo Expiatorio de la Sagrada Familia emplazado en Barcelona, España, es una de las edificaciones más enigmáticas del mundo contemporáneo. Su superficie de 4 mil 500 m2 de piedra, hormigón y acero encierran siglo y medio de arte y vanguardia arquitectónica; dibujando en roca las líneas que el catalán Antoni Gaudí bosquejó hace ya tanto tiempo, en sus columnas estriadas y capiteles elípticos de su nave central o en los ventanales neogóticos de sus muros exteriores.

El máximo exponente del modernismo catalán, Antoni Gaudí, partió de este plano sin ver culminada su creación. No obstante, después de 140 años de la colocación de la primera piedra (19 de marzo de 1882), todavía no se sabe en cuánto tiempo llegará su culminación, aún con la colación de las últimas torres, de la cuales se dio recientemente la inauguración de la Torre de María, a cargo del escultor en jefe de la Sagrada Familia, el maestro Etsuro Sotoo, quien desde 1978 ha sabido interpretar la visión de Gaudí y la misión del templo hacia la humanidad.

Etsuro

Etsuro Sotoo, escultor en jefe del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia.

En entrevista con Energía Hoy, el japonés artífice de la continuación del templo relata cómo es que incursionó en las artes plásticas, cuál es su conexión con la Sagrada Familia, con el mismo Gaudí; así como sus vivencias y anhelos de cara a la curva de aprendizaje que le ha dejado el trabajo en piedra.

Esculpiendo a Etsuro

Etsuro Sotoo no se considera a sí mismo como un escultor, y más bien se define como un aventurero que ha encontrado su camino en la vida a través de la expresión artística.

No sé si soy escultor o no, desde el principio no imaginé que fuera a ser escultor. Desde mi niñez siempre me gustó dibujar, moldear plastilina, crear pequeñas esculturas y todo eso. A la edad de 15 años, mi madre me dijo que debía salir de casa a buscar mi propio camino, y decidir cómo iba a ganarme la vida. Creo que es buena lección, porque hoy día los jóvenes tardan mucho en encontrar su lugar en la sociedad, en solventar su economía”.

En palabras de Etsuro, hay dos maneras de ganarse la vida. Una de ellas es la vida tranquila, en un trabajo asalariado en determinada empresa, la ruta segura; y el otro camino es el de la aventura, donde la libertad es la guía para trascender, y esta fue la travesía que eligió al ingresar a la Universidad de Bellas Artes de Kioto.

“Escogí la aventura, y a mis dieciocho años cuando entro en Bellas Artes, me llamó la atención el deporte de rugby. En esta escuela todos eran dibujantes, pintores, no querían romperse un dedo. Siempre me costó mucho encontrar compañeros de rugby, pero yo estaba preparado para ser aventurero; y fue así como me rompí la columna”.

Etsuro

En aquel entonces, los médicos auguraron una vida de cuidados y una larga recuperación para este jugador de rugby, quien presentaba varias vértebras rotas. Así, a Etsuro lo condenaron a usar una faja especial por el resto de sus días, a no levantar peso, a optar por una vida tranquila, quizá de profesorado en Bellas Artes. Y Etsuro sí fue profesor en esta universidad de Kioto, pero de ninguna manera renunció a la aventura.

En ese momento tomé una decisión y cuando me sentí capaz, escapé de este hospital de Kioto, hasta dejé la faja. El hospital me enseñó que la quinta vértebra de mi columna estaba rota y que lo demás ya comenzaba a romperse también y claro, dolía mucho. Pero yo no deseaba estar así por mucho tiempo. Evidentemente después de que me fui del hospital, siempre regresé a ver el progreso de mi columna con rayos X, dos veces al año, y al cabo de un tiempo, mi lesión de hueso y músculo terminó por soldarse”.

Y fue en este punto donde Etsuro reconoció el equilibrio que existe en su cuerpo, y en el mundo. En sus palabras, toda respuesta correcta es equilibrio, su músculo era fuerte porque jugaba rugby y por ello se tensó y se rompió junto con el hueso. Al constatar su propia estructura corporal, vio el equilibrio entre la carne y el hueso que moldeó su recuperación; equilibrio que trasladó a sus manos para dar paso a la creación artística, pues toda obra arquitectónica o de escultura posee equilibrio.

Hay que mantener equilibrio. Músculo que afloja empieza a doler, músculo que se endurece comienza a romperse. Pude morir en aquella época, pero el equilibrio me mantiene con vida a mis 68 años. Me preguntan si soy escultor o no, y no puedo responder. Pero sí soy un explorador, siempre en la búsqueda de algo a través del arte, más bien de la piedra. La gente me llama escultor, pero mi vida no es esculpir, sino buscar algo con este cuerpo limitado”.

La Sagrada Familia

Una vez que Etsuro Sotoo halló su propio equilibrio, se dio a la búsqueda de encontrar el lugar idóneo para desarrollar su expresión artística, pues ya había decidido el camino de la aventura y de las artes plásticas para ganarse la vida; sin embargo, debía experimentar otra vivencias fuera de su hogar, incluso de su país natal. Tras graduarse de la Universidad de Kioto en el 1977 y trabajar como profesor, Etsuro cogió maletas y se encaminó hacia el viejo continente.

Templo Expiatorio de la Sagrada Familia. Barcelona, España.

“Me gradué de Bellas Artes en Kioto y trabajé un año como profesor de arte. Ahora, todos los profesores tienen que resolver preguntas de sus alumnos, pero el profesor mismo ¿a quién puede preguntar si tiene dudas? Debía buscar mis propias respuestas, a mis propios maestros ¿Y dónde hay más cultura de piedra en el mundo? La respuesta es Europa”.

Etsuro se percató de que Japón no le daría la posibilidad de picar piedra tan fácilmente como sí se la daba Europa, y tomándose un sabático en la Universidad de Bellas Artes de Kioto, en 1978 se halló en Barcelona, frente al Templo Expiatorio de la Sagrada Familia.

No soy constructor del templo, solamente soy un buscador de piedra. Por casualidad o por curiosidad llegué a esta obra arquitectónica, y la Sagrada Familia me presentó a Antoni Gaudí. De él yo no conocía nada en aquel tiempo, y tampoco hoy nadie sabe completamente quién fue Gaudí. Pero después de 43 años de trabajar en la Sagrada Familia, estoy encontrando respuesta a mis cuestionamientos, ¿quiénes somos?, ¿a dónde tenemos que ir y cómo debemos avanzar? Gaudí también lo sufrió. Por tanto, más que ser su discípulo, sigo su camino; pues Gaudí nos ayuda a encontrar cómo tenemos que vivir y en dónde tenemos que estar. Es algo importante, sobre todo en este Siglo XXI, hallar un camino. Eso es lo que quiero expresar a todos ustedes”.

Sotoo solicitó trabajo de cantero en el templo y después de acreditar una prueba, este fue concedido. A partir de entonces continuó el trabajo de Antoni Gaudí, con la poca información que tenía. A Sotoo se le adjudican las esculturas de los ángeles músicos y los infantes que cantan en la fachada de la Natividad, de cuatro gárgolas que se incorporan a la Torre de los Evangelista, entre otras creaciones. Gracias al trabajo de Etsuro, la Unesco declaró a la Fachada de la Natividad como Patrimonio Mundial de la Humanidad en 2005.

Una luz desde la oscuridad

La conexión que mantiene Etsuro Sotoo con la Sagrada Familia es tan fuerte que llevaron a este aventurero y artista a convertirse al catolicismo en 1991; con el objetivo final de comprender el mensaje del templo, de su creador.

Etsuro reconoce que en un punto de este camino se encontró en un obscuro pasaje; la falta de instrucciones, de una hoja de ruta a seguir para continuar con los trabajos de construcción ofuscaron su razón. ¿Qué ideas tenía Gaudí?, sobre todo de las secciones inacabadas. El arquitecto catalán no dejó diseños, ni una sola maqueta, y todos lo que le trataron en vida hoy ya no están para ayudar. Por ello, Sotoo tuvo que luchar contra la falta de información, de interpretación y de visión.

En aquel momento entré en un mundo oscuro, estuve desesperado, Gaudí no me estaba ayudando, sufrí mucho, siempre en compañía de la ignorancia; pero el simple hecho de llorar no soluciona nada. En esta oscuridad, empecé a ver una luz, y esta luz era el mismo Gaudí, de alguna forma. No sé cómo explicar esta sensación. Me convertí al catolicismo para mirar en donde miró Gaudí, pues debía pararme en donde él estuvo, para ver en la misma dirección. Yo estaba ciego, ante un cielo oscuro e inesperadamente, Gaudí entró en mí. Esto es la verdadera libertad y hoy aún atesoro la sensación, procuro recordarlo”.

Descifrando a Etsuro

Sobre los trabajos de Sotoo en la fachada de la Natividad de la Sagrada Familia, el aventurero señala que sencillamente buscó cumplir los deseos de Gaudí. ¿Cuál es el mensaje que quiso compartir con todos los todos los espectadores a través de estas puertas de bronce que son ya emblemáticas de la fachada de la Natividad? 15 de sus esculturas se ubican en esta fachada, iniciada por el propio Antoni Gaudí, y que hoy ostenta varios galardones internacionales.

Antes del simbolismo, y de todos los adornos que coloqué, quería cumplir el deseo de Gaudí para esta basílica, y este es que todo el mundo tenga ganas de venir. En tiempo de Gaudí casi nadie visitaba la obra, solo algunas personas ilustres de la época. Y Gaudí declaró que algún día vendría mucha gente de todo el mundo a visitar su fachada. Yo quiero compartir esta ilusión, que todo el mundo nos visite, pues en cada visita siempre encuentras nuevos detalles, que en un principio se escondieron. Yo mismo siempre encuentro cosas nuevas en esta fachada, después de cuatro décadas”.

De esta manera, los espectadores del templo y de esta fachada siempre tendrán ganas de volver. De acuerdo con Etsuro, esto se debe a que la Fachada de la Natividad y el templo en su totalidad encierran misterio, misticismo; y precisamente de eso se encarga el artista japonés, de incrustar más misterio a la obra para invitar a las audiencias a la reflexión, y a la sorpresa.

Aún así, el escultor en jefe de la Sagrada Familia dice que no ha creado nada; simplemente ha encontrado la respuesta a su arte, porque al igual que la ciencia, el arte se trata de encontrar la respuesta correcta.

Por otro lado, más allá de la roca, el material más difícil de moldear para Etsuro es la persona.

Después de trabajar medio siglo en piedra, veo que no hay ningún material es igual a otro. La piedra blanda como la arenisca cuesta mucho trabajarla, porque no rebota tanto el martillo como sí lo hace en la piedra dura como el granito, donde no tengo que levantar tanto mi instrumento de un kilo para martillar veinte mil veces por día. Pero, la persona es más pesada que la piedra. La Sagrada Familia y cualquier obra se debe trabajar en conjunto. Gaudí mismo no trabajó solo. Cuantas más personas avancen en la misma dirección, se llega más rápido y mejor, pero también esto más difícil de controlar, dominar las emociones; por tanto, el material más difícil para trabajar es el ser humano”.

Etsuro y la Fundación Honoris Causa

Actualmente Etsuro Sotoo lidera los trabajos del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona, y también está al frente de la culminación del domo de la Catedral de Florencia de 700 años de antigüedad, entre otros proyectos, de los cuales la Fundación Honoris Causa está haciendo eco para compartir la visión de uno de los artistas plásticos más relevantes de este siglo.

Esta familia (Honoris Causa) es mucho más grande que la Sagrada Familia de Barcelona. Es algo en donde no he picado piedra, no tiene las decenas de metros de altura de una catedral; pero sí es más importante construir al ser humano, para el beneficio del mundo. Estoy muy agradecido y orgulloso de colaborar con este grupo para erigir un mejor camino para la humanidad. Hoy la gente pierde sabiduría, conocimiento y sobre todo valentía; y es algo que no deseo a la juventud. Lo importante es construir cimientos y al construir, aprendemos mucho más. Desde que soy escultor de la Sagrada Familia, quiero esculpir al mundo y a mí mismo”.

►REVISANELSON MANDELA, SÍMBOLO MUNDIAL DE PAZ, LIBERTAD Y JUSTICIA SOCIAL

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