El gas natural es el más resiliente de los hidrocarburos. No en balde llegó para sustituir al carbón en la generación eléctrica
Rosanety Barrios
Analista independiente de energía
No cabe duda que la presencia del COVID-19 y sus implicaciones para la salud pública y economía global no han terminado de ser dimensionados en todo su alcance. Por el momento, seguimos viviendo las difíciles condiciones que provocan una demanda creciente de hidrocarburos con una producción aún insuficiente para atenderla.
Y esas condiciones de insuficiencia están alimentadas no solo por la subinversión ocurrida en 2020, cuando los precios tocaron mínimos históricos, sino por la dificultad de entender si la recuperación de la demanda será sostenida y por cuánto tiempo, a efectos de justificar nuevas inversiones en el sector.
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UE invierte en transición
Bajo esta lógica, hemos conocido ya sobre la aprobación del plan de recuperación para Europa, denominado NextGenerationEU, el cual comprende una inversión conjunta de la Unión Europea por 750 mil millones de euros a precios de 2018 (806 mil 900 millones a precios corrientes), a realizarse entre 2021 y 2027. Dicho programa incluye, entre otros incentivos la transición energética, un mecanismo de ajuste por emisiones de carbono a todas las importaciones realizadas en dicha región.
Asimismo, en su regreso al Acuerdo de París, el gobierno de Estados Unidos (EU) ha ajustado sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC’s), estableciendo una ambiciosa meta de disminución del 52% de las emisiones para el año 2030. Todo forma parte de su plan de recuperación para EU, el cual requiere de inversiones por 2 trillones de dólares en infraestructura, (2 millones de millones, en nomenclatura nacional), la cual debe ajustarse a la transición energética.
Es así que las señales para los mercados financieros son muy claras: la oportunidad de inversión está en la transición y todo aquello que no se alinee, adquiere automáticamente un mayor nivel de riesgo para la recuperación de la inversión.
Gas natural en crecimiento
Pero por el momento, la demanda de energía sigue, de manera natural, concentrada en los hidrocarburos. De manera particular, el gas natural observa un crecimiento en sus precios que ha llevado el costo de la electricidad a niveles estratosféricos en Europa, al tiempo que los precios futuros del gas en EU han superado ya los cinco dólares para todos los meses del invierno próximo.
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El gas natural, lo he manifestado en otras ocasiones, es el más resiliente de los hidrocarburos. No en balde llegó para sustituir al carbón en la generación eléctrica, ofreciendo precios similares, pero emisiones a la atmósfera equivalentes a la mitad de las que se obtienen con el carbón. Sus líquidos son materia prima para la petroquímica y al momento, la transición energética no tiene una solución para sustituir a esta industria.
Energético fundamental
Bajo esta combinación de hechos, el planeta entero nos enfrentamos a una circunstancia sumamente compleja: tenemos que pagar mucho más por el gas natural y por el momento no podemos prescindir del mismo para generar energía eléctrica, para producir petroquímicos y para proveer a una enorme cantidad de procesos industriales de la energía necesaria para operar.
Por poner un ejemplo, no olvidemos que el amoniaco, producto indispensable en la producción de fertilizantes, requiere también del gas natural para su producción. Por esa razón, sus precios también se han disparado, creando toda una cadena de presiones para la industria alimenticia y la inflación global.
Mientras el mundo se ajusta a una nueva realidad, en donde el control de la producción de hidrocarburos pierda fuerza frente a las nuevas fuentes de energía, me declaro absolutamente a favor de que México aproveche sus reservas de gas natural y que los beneficios de hacerlo se canalicen hacia el financiamiento de la transición energética.
Solo que, para ello, sería necesario reactivar las rondas petroleras, posibilidad de la que nos alejamos cada día más.
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