Arnoldus M. Van Den Hurk hace un recorrido por los recursos minerales de Afganistán, elemento esencial de la minería climática global
Arnoldus M. Van Den Hurk
¿Recuerdas la máscara de Tutankamón? de oro, sí. pero también de un brillante azul, o ¿La sombra de ojos de Elizabeth Taylor cuando interpretó a Cleopatra? celeste brillante.
Los ojos azules de los faraones egipcios se conseguían gracias a una gema que traían de la lejana Afganistán, el lapislázuli. Piedra opaca, compuesta de aluminio, silicato de sodio y sulfuro de sodio, de color azul oscuro y algunas manchas blancas (calcita) u oro (pirita). El lapislázuli fue utilizado en Egipto desde el período pre-dinástico para hacer cuentas, amuletos y escarabajos, y como incrustación en joyas, particularmente en los reinos medio y nuevo. Impresionaba tanto que hasta Plinio “El viejo” lo confundió con el zafiro. Osiris,Isis, Horus fueron algunos de los dioses “bendecidos” por esta piedra semipreciosa, mágica.
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Los egipcios lo apreciaban porque les inspiraba el azul oscuro de la noche de los cielos y las motas de oro de la pirita, las estrellas. En otras palabras, era el mineral imagen de los cielos. Fue también el color de fondo de las pinturas de las tumbas en el Valle de los Reyes, provenía del valle de Kokscha, noreste afgano y, hasta el descubrimiento en Ovalle (Chile), fueron las únicas minas del mundo conocidas con esta gema. Actualmente se conoce en Birmania, Siberia, Angola, Canadá y Estados Unidos.
Qué decepción se llevarían los talibanes si supieran que Afganistán fue el proveedor de joyas y figuras de una religión anterior a la suya en miles de años y que no han podido destruir.
Capilla afgana de Roma
El lapislázuli se compone de tres minerales lazurita, calcita y pirita. La primera proviene del árabe lazud que significa cielo. Y hasta el descubrimiento de la azurita (que no es lo mismo) era la forma de pintar el cielo. Hoy día, este pigmento se fabrica de forma artificial, por lo que ha dejado de explotarse la gema con esta finalidad.
En la Europa del Renacimiento, se molía la lazurita hasta un polvo fino, el pigmento llamado azul ultramar, ultramarina o azul marino. Miguel Ángel y otros aprendices de arte de la época como Boticelli fueron cautivos de su belleza y lo usaron masivamente en sus trabajos, por ejemplo, en la Capilla Sixtina. De hecho, si tenemos en cuenta el total de la superficie usada en azul por estos genios su obra más monumental, la podríamos llamar la Capilla afgana.
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Qué paradoja para los talibanes. Gracias a Afganistán se pudieron pintar figuras sacras humanas y dioses cristianos, imágenes de hombres y mujeres semidesnudos. El lugar donde nacen los papas católicos. Un azul muy diferente al del color de las burkas.