Ciudad de México, (Sandrine Dupriez, Energía Hoy ).- MIENTRAS QUE EL TEMA DE LA REFORMA ENERGÉTICA ADQUIERE CADA DÍA MÁS RELEVANCIA, CUBRIENDO UN ABANICO DE TÓPICOS COMO LAS INVERSIONES QUE SE REQUIEREN PARA AMPLIAR LA PRODUCCIÓN, LA NECESIDAD DE SENSIBILIZAR A LOS CIUDADANOS Y LAS EMPRESAS, EL AHORRO DE ENERGÍA, LAS ALTERNATIVAS QUE PERMITEN CUIDAR MEJOR EL MEDIO AMBIENTE, ENTRE MUCHOS OTROS…, NOS OLVIDAMOS DE UN ASUNTO QUE NOS AFECTA DE MANERA MUCHO MÁS PERSONAL: ¡NUESTRA PROPIA ENERGÍA, LA QUE NECESITAMOS CADA DÍA PARA LOGRAR NUESTRAS METAS!
Hay personas con más energía que otras. Las reconocemos fácilmente por su gran capacidad de cumplimiento, rápido y eficaz, enfrentando varías situaciones. Para otras, más linfáticas, todo parece ser un reto insuperable y se dan por vencidas a la primera. A pesar de saber mantener altos nuestros niveles de energía, nos pasa a todos sentir que nuestras baterías se descargaron por completo, a veces de golpe o por tensiones continuas. Sabemos que los problemas de salud -ocasionales o crónicos- socavan nuestra moral y minan nuestra energía física al recordarnos que nuestro cuerpo necesita descanso y atención. No obstante, existe una amenaza menos reconocida: ¡nuestra energía mental puede ser víctima de ataques mucho más insidiosos! El incidente más pequeño a veces puede hacernos perder todos nuestros recursos y dejarnos completamente desmotivados, como si de repente nada importara, como si nada más valiera gastar nuestra energía en nada.
François Proust, escritor francés, en su libro “Máximas para el uso de los gobernados y sus líderes”, afirma que “Motivar permite invertir el sentido de la energía”, es decir, la motivación que nos anima no solo renueva nuestra energía, también la transforma. Seguramente, habrán notado que “el fracaso proviene más a menudo de la falta de energía que de la falta de dinero”, como lo sostenía Daniel Webster, prominente estadista de los Estados Unidos. En general, la motivación es directamente proporcional a la energía que uno está dispuesto a gastar.
Si de todas las fuentes de energía el calor humano es el menos costoso, la frialdad humana es probablemente la mejor manera de desmotivar a alguien. Ciertamente conocen personas que son “ladrones” de energía. Esos “energivoros”, como me gusta llamarles, ostentan una actitud que es un verdadero sifón para la moral, se creen a sí mismos muy por encima de los demás y usan cada oportunidad para menospreciar a sus colegas, o exigen continuamente nuestra compasión, cuidado y protección, haciéndonos sentir mal por no bridarles el apoyo que consideran les debemos.
También hay situaciones que son verdaderos agujeros negros y saquean la energía que teníamos almacenada. Seguramente hay batallas en las cuales ganamos más al evadirlas. Es mejor evitar ciertas situaciones que tratar de enfrentarlas a todas, especialmente si consumen mucha energía y nos dejan K.O. para lo que es realmente prioritario.
La capacidad de elegir nuestra reacción, ante una persona o evento que nos afecta, es clave para conservar nuestra energía y es la mejor manera de mantenerse motivado a pesar de todo.
La próxima vez que estés frente a un “energivoro”, pregúntate si su opinión es realmente relevante para ti y elige tu reacción, ¡no dejes que te roben tu energía!
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