Ramsés Pech
Grupo Caraiva – Grupo Pech Arquitectos
En la actualidad, muchas viviendas presentan deficiencias en su ventilación y carecen de sistemas adecuados de extracción en las áreas de cocina; lo que dificulta la eliminación eficaz de los gases generados por la combustión. La exposición inmediata e indirecta a estos gases, que se dispersan por todo el hogar, representa un riesgo significativo para la salud respiratoria a largo plazo; convirtiéndose en un peligro silencioso y persistente para los habitantes.
Algunas personas consideran que basta con abrir las ventanas para ventilar los espacios y eliminar ciertos contaminantes; sin embargo, esta práctica depende en gran medida de la ubicación geográfica y de los tipos de contaminantes presentes en el ambiente.
Es importante recordar que, la quema cotidiana de combustibles fósiles libera una variedad de gases que permanecen en la atmósfera por periodos prolongados. Estos gases se oxidan al reaccionar con el oxígeno ambiental y generan compuestos que pueden resultar aún más perjudiciales para los seres vivos.
Para emplear gas LP en la cocción de alimentos, se requieren dos elementos fundamentales: la presencia de aire —compuesto principalmente por oxígeno (21%) y nitrógeno (78%)— y una fuente de ignición, que puede ser una chispa en las estufas modernas o el encendido manual con cerillos o encendedores para activar la hornilla.
Aunque este proceso es habitual en hogares, restaurantes y otros establecimientos que utilizan este derivado del petróleo y del gas natural, durante la formación de la primera llama se generan gases que no son perceptibles a simple vista; únicamente es posible sentir el calor que emite la combustión.
Al quemar gas LP se producen principalmente dos reacciones químicas. En la primera, el oxígeno presente en el aire interviene generando dióxido de carbono (CO₂), cuyos niveles pueden incrementarse en espacios sin sistemas adecuados de extracción. Si la concentración de oxígeno desciende por debajo del 21% (en la Ciudad de México suele estar entre 13% y 15%), puede ocurrir una combustión incompleta que dé lugar a monóxido de carbono (CO), un compuesto considerablemente más tóxico que el CO₂.
Después, aunque el nitrógeno es un gas inerte que normalmente no reacciona por sí mismo, las altas temperaturas generadas por la llama aportan la energía necesaria para que el nitrógeno y el oxígeno se combinen, formando dióxido de nitrógeno (NO₂). Este compuesto tendrá un impacto significativo en las zonas urbanas durante las próximas décadas.
Ambos gases pueden permanecer en el ambiente doméstico durante largos periodos y ser inhalados de manera continua, sumándose a los contaminantes que provienen del exterior.
No es posible dejar de respirar ni sustituir completamente el uso de combustibles, ya que actualmente no existe una alternativa plenamente viable. Sin embargo, es posible modificar ciertos hábitos y adoptar alternativas dentro del hogar para disminuir la exposición.
Un estudio presentado en PNA NEXUS por el Departamento de Ciencias del Sistema Terrestre de la Universidad de Stanford reveló que las estufas de gas y propano (gas que conforma el GLP) emiten cantidades considerables de dióxido de nitrógeno, un contaminante asociado a un mayor riesgo de asma, enfermedades cardiovasculares, afecciones pulmonares y otros problemas de salud.
Además, el estudio encontró que la contaminación del aire en espacios interiores constituye un problema crítico y poco atendido, que debe ser considerado por profesionales encargados del diseño de viviendas, departamentos y otros entornos habitacionales, con el fin de optimizar la calidad ambiental interna. La adopción masiva de estufas eléctricas podría reducir la exposición al dióxido de nitrógeno en más de un 50%, disminuyendo así los riesgos sanitarios asociados a estos compuestos.
En este proceso, la energía nuclear juega un papel estratégico para la generación eléctrica, utilizando el gas natural como recurso de transición; no obstante, es indispensable contar con sistemas de cocción eléctricos y con una infraestructura robusta de transmisión y distribución para alcanzar dicho objetivo.
La investigación también señala que la operación de una estufa de gas puede elevar los niveles de dióxido de nitrógeno en interiores hasta igualar la suma de todas las fuentes externas de contaminación (como la combustión de gasolina, diésel o la generación eléctrica, entre otras).
Se estima que el 38% del dióxido de nitrógeno inhalado diariamente por personas en zonas rurales proviene de estufas de gas LP o de leña, mientras que en áreas urbanas esta proporción es del 20%, cifra mayor en zonas rurales debido al uso predominante de leña para cocinar. Asimismo, destaca que quienes emplean alrededor de 2.5 horas diarias en la cocción están expuestos a cerca de un 25% más de NO₂ a largo plazo.
Se recomienda que la Secretaría de Energía y la Secretaría de Salud utilicen estos datos para contribuir a la transición energética mediante la reducción del uso de combustibles fósiles y la implementación de regulaciones de monitoreo domiciliario que permitan evaluar los niveles de gases presentes en los hogares. Es importante considerar que las zonas urbanas, especialmente en grandes ciudades, suelen contar con espacios habitacionales reducidos y cocinas de diseño abierto.
En México, el consumo diario de Gas Licuado de Petróleo (GLP) se estima entre 39 y 42 millones de litros. Esta demanda genera cada día entre 70 y 75 mil toneladas de CO₂ y entre 100 y 120 mil miligramos de NO₂. El sector residencial representa el 80% del consumo total de GLP, lo que equivale a la emisión diaria de entre 55 y 60 mil toneladas de CO₂ y entre 80 y 90 mil miligramos de NO₂.
En el país existen 39 millones de hogares, de los cuales 33 millones emplean gas LP. Cada uno de ellos produce diariamente entre 1.6 y 2 kilogramos de CO₂ y entre 2.5 y 3 miligramos de NO₂. En consecuencia, la persona encargada de las labores de cocina asimila, en promedio, una exposición equivalente a una “píldora” de 1 cm de NO₂ cada día.
Posibles soluciones:
• Las campanas extractoras de recirculación eliminan inicialmente una parte significativa del NO₂ capturado; sin embargo, su capacidad disminuye de forma considerable con el tiempo, llegando a tasas de eliminación de solo 20% después de varias semanas de uso. Debido a que la eficiencia decae rápidamente y los filtros rara vez se reemplazan, estas campanas se consideran poco efectivas para eliminar el NO₂.
• En una vivienda tipo, considerando que la única ventana abierta es la de la cocina, la exposición estimada al contaminante aumenta alrededor de 20% cuando las ventanas permanecen abiertas durante cuatro horas diarias. Este incremento puede deberse a la entrada de gases provenientes del exterior.
El dióxido de nitrógeno (NO₂) es un gas irritante capaz de llegar directamente a los pulmones. Aunque no se clasifica como una partícula, se combina con otros gases para generar material particulado nocivo (PM2.5, PM10). Estas partículas tienen la capacidad de penetrar profundamente en los pulmones y el sistema circulatorio, provocando inflamación, tos, sibilancias y agravando enfermedades respiratorias preexistentes como el asma.
Consideraciones para la transición de estufas de gas LP a eléctricas en México:
Una estufa eléctrica con una potencia de 1,500 W (1.5 kW), utilizada durante cuatro horas diarias, consume 6 kWh. Si se sustituyeran todas las estufas convencionales de gas LP por eléctricas en el país —estimadas en 33 millones de unidades— el consumo total sería de 198,000 MWh en un periodo de cuatro horas. Esto implicaría una demanda de 49,500 MW por hora, siempre que todas operaran simultáneamente, cifra que superaría el pico máximo anual registrado en México.

En consecuencia, sería necesario incrementar la capacidad de generación eléctrica y ampliar la infraestructura de transmisión y distribución. Es fundamental que esta energía provenga de fuentes limpias como hidroeléctrica, nuclear, solar o eólica, con el objetivo de reducir las emisiones contaminantes.
Aunque la electricidad generada a partir de gas natural elimina las emisiones directas de dióxido de carbono y óxidos de nitrógeno dentro de los hogares al no haber combustión, la exposición a contaminantes podría persistir si la generación eléctrica sigue dependiendo de combustibles fósiles.
Por ello, resulta prioritario que México avance en el desarrollo de tecnologías como la fusión nuclear, con el fin de garantizar un suministro energético sostenible a largo plazo y establecer condiciones que favorezcan la salud pública frente a los desafíos sanitarios que se anticipan para las próximas décadas.
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