El reactor JT-60SA, ubicado en la ciudad de Naka, Japón, es fruto de la cooperación entre Europa y Japón. Su papel es servir como banco de pruebas para ITER, el gran proyecto internacional de fusión nuclear en Francia.
Construido a partir del JT-60 de 1985, el nuevo dispositivo mide 15 metros de alto y 14 de diámetro. Su diseño permite confinar un plasma de 130 m³ para generar campos magnéticos de 2.25 teslas y corrientes de 5.5 millones de amperios.
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¿Cuáles son los desafíos para el reactor JT-60SA?
Uno de los principales desafíos en la fusión nuclear es medir la temperatura del plasma, que alcanza los 150 millones de grados Celsius. Ningún sensor puede resistir esas condiciones, por lo que los ingenieros han desarrollado un sistema de dispersión de Thomson para calcular de manera indirecta la temperatura y densidad electrónicas.
Este sistema se compone de dos subsistemas: uno japonés para el núcleo del plasma y otro europeo para su borde. Ambos permiten conocer en tiempo real el comportamiento del plasma en condiciones extremas.
Operativo desde finales de 2023, el JT-60SA se considera esencial para resolver retos técnicos antes de que ITER inicie pruebas con combustibles reales. Sus resultados permitirán avanzar en aspectos críticos como el confinamiento del plasma, la resistencia de materiales y la extracción de energía.
Aunque no producirá electricidad, el JT-60SA representa un paso estratégico hacia la fusión nuclear como fuente limpia e ilimitada, en línea con los compromisos internacionales de descarbonización.