Durante la Cumbre de las 1000 Empresas 2025, realizada el 8 de diciembre en el Hotel St. Regis de la Ciudad de México, la marca “Hecho en México” dejó atrás su rol tradicional como eslogan para consolidarse como una certificación estratégica que busca fortalecer la producción nacional, incentivar el consumo interno y reducir la dependencia de importaciones.
El anuncio fue encabezado por Bárbara Botello, titular del programa, acompañada por Francisco Demesa, CEO de Natura y Avon; el diputado Pedro Haces y Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
El relanzamiento convierte a “Hecho en México” en un sello oficial de calidad y buenas prácticas industriales, ahora integrado al Plan México, la política pública orientada a detonar el potencial productivo del país. Durante su intervención, Bárbara Botello recordó que el símbolo tiene un origen histórico que remite a movimientos estudiantiles de los años 60 y posteriormente a una campaña del gobierno de José López Portillo en los setenta.
De acuerdo con la funcionaria, esa identidad evolucionará ahora hacia un mecanismo de certificación gratuito, digital y administrado por la Secretaría de Economía, con beneficios concretos para las empresas, como acceso a programas de capacitación gubernamentales, un producto de crédito especializado en desarrollo con NAFIN y Bancomext, e inclusión en campañas nacionales de comunicación para promover a las compañías certificadas.
El objetivo, subrayó Botello, es contundente: “Importar lo menos que se pueda producir lo que México necesita y, por supuesto, consumir lo que nosotros estamos produciendo. En este marco (la Cubre) es tan importante que el secretario Marcelo Ebrard hace el relanzamiento de ‘Hecho en México’”.
La visión empresarial
Empresas como Natura y Avon ya han incorporado la certificación como parte de su estrategia de expansión nacional e internacional. Su CEO, Francisco Demesa, explicó que el sello fortalece su compromiso con México en un momento clave para el crecimiento manufacturero.

Actualmente, la compañía produce 60% de los artículos que comercializa en el país en su planta de Celaya, Guanajuato, mientras que 40% se destina a exportación hacia Estados Unidos y Centroamérica. La planta opera completamente con energía renovable, alineándose con los criterios de sustentabilidad que promueve el programa.
Sin embargo, Demesa señaló que el sello también revela un reto estructural: el desarrollo de cadenas de suministro locales más sólidas. Aunque la empresa trabaja con 700 proveedores que generan alrededor de 70 mil empleos directos e indirectos, la disponibilidad de materias primas sigue siendo una limitante para ampliar la producción nacional.
Aun así, afirmó el panorama es positivo: “Seguimos muy comprometidos y entusiasmados; es un buen momento para invertir en México”.
La transición hacia la jornada de 40 horas
El éxito del nuevo “Hecho en México” también depende de la capacidad del país para elevar la productividad laboral. El diputado Pedro Haces defendió la calidad de la mano de obra nacional y destacó que es “la mejor del mundo”.
Sin embargo, desde la perspectiva empresarial, el desafío va más allá del orgullo. Demesa advirtió que la reducción de la jornada laboral a 40 horas debe acompañarse de inversiones en infraestructura y tecnología para evitar impactos negativos en competitividad.
“México es uno de los países con el mayor número de horas trabajadas en el mundo, promedio per cápita; sin embargo, no es de los más altos en productividad. Creo que tiene que ser un esfuerzo de muchas variables conjuntas para lograr llegar a esos niveles de productividad que permitan reducir el número de horas”, dijo.
En respuesta, Haces explicó que la transición será gradual, con una implementación paulatina entre 2026 y 2030, para evitar presiones inflacionarias y permitir la adaptación de las empresas.
La medida fue celebrada por Francisco Cervantes, presidente del CCE, quien destacó el consenso alcanzado: “Logramos ponernos de acuerdo trabajadores, empresarios y gobierno. Ese es un trabajo muy importante”, expuso.
Una nueva etapa de inversión
Los panelistas coincidieron en que México está frente a una oportunidad decisiva para detonar inversión, siempre y cuando se construya un clima de estabilidad y consenso. Cervantes señaló que muchos capitales permanecen en espera debido a la incertidumbre generada por reformas estructurales como la judicial, pero no han abandonado el país.
Por su parte, Pedro Haces destacó la relevancia de la ratificación del T-MEC, que calificó como una “necesidad”, además de la importancia de diversificar mercados como la Unión Europea, cuyo comercio con México asciende a 80 mil millones de dólares, lejos de los 800 mil millones del intercambio con Estados Unidos.

De cara al futuro inmediato, los representantes empresariales y legislativos prevén que 2026 será un año favorable para la inversión, impulsado por la nueva certificación, el fortalecimiento del mercado interno y un entorno de mayor colaboración entre sectores.
El mensaje final vino de Bárbara Botello, quien llamó a colocar la confianza en el centro de la estrategia nacional: “Hoy necesitamos confiar en México y que esta marca de certificación refleje que detrás de ella hay talento, calidad y la certeza de que el país tiene todo para salir adelante”.
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