Hoy en México no hay inversión extranjera directa debido a la política energética nacional, que solo confía en la recaudación fiscal para lograr el desarrollo.
Ramsés Pech
Grupo Caraiva – León & Pech Architects
Un país depende de cuánto dinero circula diariamente, proveniente de la inversión directa extranjera, divisas, inversión pública y/o privada; que dan origen al desarrollo industrial, comercial, agrícola y de servicios de la sociedad. No tener el dinero y crear expectativas con base a un presupuesto anual, planes o supuestos originados por los mercados internacionales; crea una desventaja significativa ante cualquier cambio financiero, energético y, en este 2020, de salud.
Hoy, ante la pandemia que paralizó 2020, estar en contracción económica y decir que todos los países están igual de contraídos; es no saber qué tiene el país en donde vives, al no tener un plan de largo plazo. Un ejemplo que surge, es la declaración del gobierno de Dinamarca, que acordó con una mayoría de su parlamento “poner fin a toda la exploración y extracción de petróleo y gas en el Mar del Norte para 2050; así como cancelar su última ronda de licencias”. Actualmente produce un promedio de 100 mil a 115 mil barriles diarios. Esta decisión se fundamentó en un cambio radical sobre la forma de realizar negocios dentro del país; basándose principalmente en un desarrollo industrial que aproveche las energías primarias para su transformación y utilización. En donde se incluye el concepto de crear menos contaminantes o calor, para liberarse en el entorno.
A partir de 2021, cada país tendrá que redescubrir que energías primarias tienen o importan para ser transformadas para su utilización; y deberán de crear un nuevo modelo que genere negocios, empleos y crecimiento económico, basado en la capacidad de desarrollar tecnología (comprarla a otros países); para poder tener una continuidad de largo plazo, y esto se liga a las políticas públicas, a las leyes, normatividades, regulaciones y sincronización con el mercado.
Así, se permitirá la entrada de nuevas inversiones cada año, y los activos de proyectos continuarán por un largo tiempo. El no hacerlo, derivará en continuar teniendo una balanza comercial con el mundo en déficit, para volverse dependiente a codependiente del mundo.
Hay que entender que las divisas no son los mismo que la inversión directa extranjera (IED). Las primeras son de una alta incertidumbre y dependen de las condiciones en el volumen, tipo de cambio y de una armonía en el mundo. En cambio, la IED depende mucho de las condiciones internas del país. Es decir, cuan tan fácil puedes hacer negocios cumpliendo con las leyes, regulaciones y todo lo que el marco requiere de una nación, para que te permita hacerlo.
El problema de la IED se da cuando gran parte de la inversión para el crecimiento de una nación lo pretende hacer la parte pública; la cual depende de la recaudación fiscal que logre. Pero esto resulta un círculo vicioso que, al limitar el ingreso de nueva inversión, de a lugar a una “economía cíclica estacionaria”; con el mismo número de negocios, empleos, salarios y flujos de efectivos en forma constante; y como consecuencia crecimiento económico pobre o nulo en el corto plazo.
Hay que recordar que la IED, es inversión de empresas que tienen la confianza de colocar su dinero en un país. Algunos ejemplos pueden verse en el mercado de hidrocarburos, como las empresas que están en la Amexhi; y como Valero, que continúa comprando crudo a la nación para sus refinerías en Estados Unidos, al instalar oficinas en nuestro país.
El último informe del Banco de México analiza que, del total de la IED del acumulado del tercer trimestre en energía está contraído; pasando del 2018 de 25.39% a 14.06%, indicativo de que se ha dejado de invertir, ante la falta de confianza o reducción del mercado. La inversión pública tendrá la capacidad para sustituir el 11.3% que ya no está (3 mil 518 millones de dólares). Por otra parte, el Inegi señaló que más de un millón de MiPyMes cerraron en México por la pandemia, ante la falta de ofrecer sus servicios en negocios y muchas de ellas dependían de la IED.
Revisando por sector, se observa que, en la parte de instituciones crediticias y financieras no bursátiles, representaron del total de la IED en 2018 el 8.52%; y en este año el 16.67%, lo que indica que hay dinero, pero no se usa para hacer negocios. Al concentrar el total de la IED en cinco estados del país, esta es de alrededor del 53%.
Realmente no hay inversión o simplemente no estamos sabiendo dejar que esta entre; al pensar que con solo el dinero de la recaudación fiscal saldremos avante. Muchos de nosotros o tú, el que está leyendo, ¿cuántos han tenido que dejar su trabajo? O ¿cuántos han cancelado negocios que llevaron meses de consolidación? y ¿cuántas empresas extranjeras han dado las gracias para no continuar un proceso de un proyecto e integración económica? Argumentando que actualmente no están las condiciones para poder hacer inversiones de mediano a largo plazo en México.
¿A dónde queda el corto plazo en la vida cotidiana de este país?
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