Edición 179 digital mensual / Julio 2020
Rosanety Barrios
El uso de combustóleo para generar energía eléctrica es un tema que vuelve a estar en la discusión pública en nuestro país. El argumento que se esgrime, por parte de las autoridades, es la necesidad de disminuir la dependencia de combustibles importados y aprovechar aquellos que el país produce. Asimismo, se pretende fortalecer a las empresas del Estado, para que puedan operar como palanca de desarrollo.
Esta no es la primera vez que se plantea un objetivo cuyo costo es muy superior a su beneficio. Sin embargo, los costos imbuidos en esta estrategia relativos al daño al medio ambiente y el impacto a la salud pública, afectan principalmente a la población más vulnerable, a la más pobre, de forma tal que contradice frontalmente el máximo objetivo de la presente administración: Alcanzar el bienestar social.
Adicionalmente, producir combustóleo para Pemex significa perder dinero. No hay forma de que sea diferente. Si vende el combustóleo al precio de mercado, pierde dinero y si lo vende más barato para que CFE no tenga que subir sus tarifas, entonces la pérdida es mayor. Ya en otras ocasiones he explicado que entre 20 y 30% de cada barril de petróleo que Pemex refina, termina como combustóleo, y que para las refinerías texanas ese porcentaje es solo entre 1 y 2%. Por lo tanto, el objetivo de fortalecimiento también es muy cuestionable.
Para tratar de dimensionar el consumo de combustóleo con cifras duras, lo primero que quiero comentar es que, de acuerdo a la EPA, un barril de combustóleo tiene un coeficiente de dióxido de carbono de 429.61 kg[1]. Con este dato en mente, recordemos que, en el pasado, antes de que el gas natural fuera el combustible preferido adoptado por la CFE (por tener un precio y emisiones mucho menores al combustóleo y por que es un respaldo para la generación renovable), la entonces paraestatal llegó a consumir alrededor de 200 mil barriles al día de combustóleo.
Con la entrada del gas natural esta cifra fue bajando, hasta llegar a representar 60 mil barriles diarios en condiciones de demanda normal y, con condiciones de demanda pico y sin suficiente gas natural, el consumo se eleva hasta 100 mil barriles diarios. Con base en estas cifras, se concluye que nuestra empresa del Estado arroja todos los días alrededor de 26 toneladas de CO2 a la atmosfera y la cifra se eleva hasta 43 toneladas, en caso de que se usen las plantas a su máxima capacidad.
Veamos ahora cuáles son las regiones en donde se concentra la generación eléctrica con combustóleo:
Las plantas de Tula y Tuxpan consumen cada una 30% de todo el combustóleo requerido para generar. Solo con estas dos plantas, CFE arroja 15.5 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, cifra que se eleva hasta 26 toneladas en demanda pico. En tercer sitio en materia de consumo de este combustible, está Baja California Sur, con 15%. Esa joya de la naturaleza recibe todos los días, de plantas de la CFE, un aproximado de 3.8 toneladas de CO2, y en periodo de demanda pico, que está entrando ya con el verano, esa cifra se eleva hasta 6.4 toneladas. El Sureste de nuestro país consume un 8%, en el Noroeste 11%, y lo demás se divide entre Manzanillo y el Bajío.
En el caso de Tuxpan y Tula, es indispensable resolver el problema de acceso a los derechos de vía de los gasoductos, para poder contar con gas natural que sustituya al combustóleo. Las plantas del Noroeste están en proceso de terminar la construcción iniciada en el sexenio anterior y Tuxpan tiene el enorme reto de realizar la reconfiguración correspondiente, para poder consumir el gas natural. Para BCS, CFE planteó un concurso para llevar gas natural, de forma tal que, de encontrar interesados, tiene pendiente el proceso de construcción de la planta correspondiente. En el caso del Sureste, es necesario terminar 16 kilómetros de gasoducto para poder sustituir el combustóleo por gas natural.
Es así que el espacio que tiene la CFE para aumentar su generación eléctrica es muy limitado. Por un lado, dar un mayor uso a las plantas a combustóleo en tanto tiene el acceso al gas natural, tiene un costo social gigantesco, y un efecto financiero muy negativo para Pemex. Por otro, terminar los procesos de construcción o reconfiguración de plantas a gas natural parece le ocupará el resto de la presente administración.
En materia de desarrollo de la red de transmisión y distribución, todo parece indicar que la rentabilidad de estas empresas será redirigida a sostener las tarifas residenciales de CFE Suministro Básico, con lo que la expectativa en estas áreas fundamentales es también muy negativa.
La suma de los factores aquí descritos, llevan a concluir que la estrategia adoptada, si bien acude a un sentimiento nacionalista que compartimos la mayor parte de la población, también tiene límites claros que inhiben el desarrollo del sector eléctrico en su conjunto y afectan la salud pública, por lo que resulta indispensable abrir el diálogo con la sociedad para evaluar otras formas de desarrollo sustentable del sistema eléctrico.
*Experta en finanzas y energía con una experiencia profesional de más de 30 años. Tuvo a su cargo parte del diseño del nuevo modelo energético mexicano y fue responsable de la política pública para el desarrollo de los mercados de gas natural y petrolíferos, por lo que acumula más de 18 de años de experiencia en el sector energía y más de 15 en el sector financiero mexicano. Dentro de sus principales logros está el desarrollo de las políticas de almacenamiento de gas natural y petrolíferos.
Contacto: rosanety.barrios@gmail.com
[1] https://www.epa.gov/energy/greenhouse-gases-equivalencies-calculator-calculations-and-references#:~:text=The%20average%20carbon%20dioxide%20coefficient,gallon%20barrel%20(EPA%202018).
El uso del combustóleo en la generación eléctrica: una estrategia con grandes limitaciones
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