La revolución tecnológica 4.0 que incluye el internet de las cosas, el blockchain, las criptodivisas, la digitalización, el almacenamiento de datos en la nube, los carros eléctricos y autónomos; provocará un aumento de la demanda de electricidad en un entorno de mayores riesgos generados por el calentamiento global.
La economía del compartir y la revolución tecnológica 4.0 impulsará la concentración de la población en ciudades, a fin de aumentar su productividad y generar clusters de conocimiento y entretenimiento; además de impulsar la creación de nuevos modelos de negocios y productos de base tecnológica como el blockchain y el internet de las cosas. El uso intensivo del internet y la generación masiva de datos con sensores que debe ser almacenados en la nube demandan de una gran cantidad de servidores que consumen crecientes cantidades de electricidad e irradian mucho calor. La minería de datos asociada a las criptodivisas y a la tecnología blockchain están generando un consumo exponencial de electricidad debido a los incentivos económicos generados. Las ciudades inteligentes, la digitalización de los procesos que han emprendido varios gobiernos y el crecimiento de los autos eléctricos y autónomos representará un desafío para el Sistema Eléctrico Nacional (SEN), ya que habrá una creciente demanda de electricidad con fines industriales, comerciales y residenciales deberá ser amigable con el medio ambiente y a precios asequibles para toda la población.
En la COP24 sobre cambio climático realizada en Katowice Polonia se hizo un llamado a frenar el consumo de combustibles fósiles para limitar el calentamiento global por debajo de 2 grados centígrados. En el caso de México, alrededor del 78% de la generación de electricidad se realiza con tecnologías que usan combustibles fósiles, destacando las plantas de Ciclo Combinado, Termoeléctricas y Carboeléctricas que en conjunto producen el 72% de la electricidad del país. Por lo que respecta a las energías limpias, sobresalen las 60 hidroeléctricas a lo largo de todo el territorio nacional que generan el 10% de la electricidad, mientras que la eólica y solar sólo contribuyen con el 3 y 2 por ciento, respectivamente. Las sequías más severas y los cambios en los patrones climáticos podrían comprometer el desarrollo de las energías limpias; aunque es alentador saber que, en el 2017, México estuvo entre los 10 países con mayor inversión en energías renovables, a pesar de que el monto invertido fue del 11% de lo que realizó EUA en igual periodo.
En los próximos años se requerirá de cantidades importantes de recursos a invertir en nuevas tecnologías y plantas de generación eléctrica; así como el mantenimiento de las ya existentes que permitan garantizar un flujo constante de electricidad a precios competitivos internacionalmente. El alza de las tasas de interés y el fin del crecimiento sincronizado a nivel global reducirá la capacidad fiscal de los países emergentes como México; más aún, si consideramos que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) enfrenta ineficiencias operativas importantes, pasivos laborales y sobreendeudamiento que limitan su capacidad de inversión. Por lo anterior, suena lógico mantener una estructura de generación público-privada que no presione las finanzas públicas y comprometa la calificación crediticia del país. Sin embargo, uno de los ejes del Plan Nacional de Electricidad (PNE) anunciado por la nueva administración busca frenar la compra creciente de electricidad a Productores Independientes de Energía (actualmente producen el 26.7% de la energía eléctrica que contrasta con el 52% generado por la CFE).
El PNE también pone énfasis en las energías renovables como la hidráulica, fotovoltaica y cogeneración (que siguen siendo aún caras a gran escala) para mitigar la dependencia del gas natural importado de EUA; sin duda, hay una disyuntiva entre los riesgos potenciales de una concentración excesiva de las importaciones y los beneficios de traer gas natural barato que permite reducir los costos de generación (el combustible usado en la generación de la electricidad representa cerca del 80% de la estructura de costos de producción). El compromiso del presidente es no incrementar las tarifas eléctricas por encima de la inflación, pero las alzas significativas en la tarifa de consumo medio y alto registradas en agosto de 2018, son un ejemplo de que la tarea no será fácil en un entorno de mayor demanda de electricidad. Los incrementos en los precios de la electricidad del mes de agosto pasado, prendieron las alertas del sector productivo, particularmente de la industria manufacturera y la transformación. Entre las explicaciones se encuentra el cambio de fórmula para determinar la tarifa eléctrica tras la reforma energética que obliga a reflejar los costos reales de generación; además del aumento de los precios del combustóleo, la falta de abastecimiento de gas natural e ineficiencias operativas. Por lo anterior, será importante revaluar la relevancia de las subastas eléctricas que han sido suspendidas.
Sin lugar a dudas, la electricidad será un producto de primera necesidad en una economía donde la conectividad 24/7 será clave para acceder a la información y datos que controlaran nuestra vida cotidiana; en algunos países el acceso al internet y la electricidad estará declarado como un derecho humano.
Profesor-Investigador de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe. E-mail: plsarabia@tec.mx
Cambio climático y digitalización provocará “corto circuito” en el sector electricidad
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