Escrito por: Opinión, Ramsés Pech

El gas natural: la crisis de México


Autor: Ramsés Pech – Grupo Caraiva – Grupo Pech Arquitectos

El gas natural es una fuente de energía fundamental para la industria moderna y para la vida cotidiana de millones de personas. Sin embargo, no todo el gas natural es igual: su composición y propiedades permiten clasificarlo en distintos tipos. Entre los más comunes se encuentran el “gas húmedo” y el “gas seco”. Comprender la diferencia entre ambos es esencial para quienes trabajan en los sectores energético, químico y de transporte.

Gas húmedo

El gas húmedo es una mezcla de hidrocarburos gaseosos que contiene una cantidad significativa de líquidos asociados, principalmente hidrocarburos condensables a presión y temperatura ambientales. Entre ellos se incluyen etano, propano, butano y pentano, además de pequeñas cantidades de agua y, en algunos casos, trazas de otros compuestos.

Este tipo de gas es una fuente importante de líquidos como el etano, empleado en la fabricación de plásticos; el propano y el butano, utilizados como combustibles; y el pentano, usado en la producción de espumas y solventes. Además, parte del gas húmedo puede emplearse como combustible tras un tratamiento adecuado.

Gas seco

El gas seco contiene principalmente metano (CH₄) y muy bajas concentraciones de líquidos o hidrocarburos más pesados. Se le considera “seco” porque no produce condensados significativos cuando se somete a cambios normales de presión o temperatura.

Puede encontrarse naturalmente en algunos yacimientos, aunque la mayoría de las veces se obtiene procesando gas húmedo para retirar los líquidos o componentes más pesados. Este gas, con un alto contenido de metano y pocas impurezas, es ideal para el consumo doméstico, la generación de electricidad, la metalurgia y como materia prima en la industria química para producir amoniaco, hidrógeno y otros compuestos. Sin embargo, su obtención a partir del procesamiento encarece el costo, por lo que es preferible obtenerlo directamente de yacimientos.

A nivel mundial, se consumen alrededor de 400 mil millones de pies cúbicos de gas al día, de los cuales cerca del 40% se destina a generar electricidad (principalmente gas seco).

La situación en México

México enfrenta una inminente crisis de gas natural. Aunque mantiene la soberanía formal sobre este recurso, la elevada dependencia de importaciones limita su soberanía real. Fortalecer la producción nacional, diversificar el abastecimiento y fomentar la inversión en infraestructura y tecnología son pasos indispensables para alcanzar una verdadera autonomía energética.

El país ha registrado un crecimiento sostenido en el consumo de gas natural, impulsado por la generación eléctrica, la industria manufacturera y el sector residencial. En el año 2000, el consumo nacional era de 3,500 millones de pies cúbicos diarios, de los cuales solo 240 millones se importaban. Con la entrada en operación de plantas generadoras bajo el esquema de Productores Independientes de Energía (PIE) y el aumento de la demanda eléctrica, la dependencia creció. Para 2012, el consumo alcanzó 7,100 millones de pies cúbicos diarios, con importaciones de alrededor de 2,200 millones, principalmente desde Estados Unidos.

Actualmente, el consumo oscila entre 8,500 y 9,000 millones de pies cúbicos diarios, y entre el 70% y 75% es importado. En tres años, la dependencia podría alcanzar entre el 80% y 85%, debido a la modernización y expansión de plantas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que incrementarán el consumo y, por ende, las importaciones.

Menor producción, mayor importación

La producción nacional no ha crecido al ritmo de la demanda, obligando a importar grandes volúmenes desde Estados Unidos a través de la red de ductos que conecta ambos países. Aunque este gas tiene un precio relativamente bajo comparado con el gas natural licuado (GNL), proviene de yacimientos explotados mediante fractura hidráulica, técnica no permitida en México.

El 70% del gas que se consume en el país se destina a la generación eléctrica, 16% a actividades petroleras, 12% a la industria, 1% al sector residencial y el resto a servicios y transporte.

México solo produce el 30% del gas que consume para generar electricidad, lo que lo hace vulnerable ante cualquier interrupción en el suministro estadounidense. El país cuenta con apenas 2.4 días de capacidad de almacenamiento, y aunque existe un plan para aumentarla a cinco días, la infraestructura aún no está desarrollada.

La geopolítica del gas añade riesgos: Estados Unidos podría modificar permisos de exportación o priorizar su mercado interno, como ya ha ocurrido con la autorización de nuevas plantas de GNL, mientras que inversiones similares en México se mantienen en pausa.

Posibles soluciones

Incrementar la producción nacional, conforme al plan de Pemex, dependerá del presupuesto aprobado por la Cámara de Diputados. Actualmente, solo el 15% del gas que distribuye la empresa estatal se envía a ductos de gas seco; el resto se destina a plantas endulzadoras y criogénicas. La CFE es la principal importadora, pues requiere gas seco para generar electricidad, parte del cual también vende al sector industrial.

La solución: reactivar la producción en la Cuenca de Burgos, lo que reduciría significativamente la dependencia externa. Aprovechar el potencial de los yacimientos convencionales y, sobre todo, de los no convencionales podría cubrir una parte importante de la demanda nacional y reforzar la seguridad del sistema eléctrico. No obstante, esto requeriría voluntad política, inversión y apertura a la fractura hidráulica.

México aún está a tiempo de realizar un cambio real, pero la ventana para evitar la crisis que se avecina se estrecha rápidamente.

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