Escrito por: Opinión, Ramsés Pech

La trinidad energética mundial

mundial

La tríada mundial actual integra guerras económicas, conflictos energéticos y la adaptación tecnológica, configurando el futuro en el presente

Ramsés Pech

Grupo Caraiva Pech Arquitectos

El mundo se encuentra inmerso en una creciente crisis energética, marcada por la necesidad urgente de inversiones que permitan satisfacer la demanda eléctrica que se anticipa para las próximas décadas, en un contexto donde la quema de combustibles fósiles continúa siendo predominante. Los conflictos bélicos actuales, como los de Rusia-Ucrania e Israel-Irán, así como las tensiones comerciales entre diversas naciones, no responden a causas ideológicas, religiosas o territoriales, sino que surgen de la lucha por el control de la energía y las rutas por donde esta transita.

El gas natural juega un papel fundamental a nivel global, ya que más del 30% de la electricidad generada depende de este combustible fósil. Sin embargo, el control de este recurso ya no depende únicamente de su producción, sino de la capacidad para transportarlo entre continentes. Las interrupciones en los ductos debido a conflictos bélicos han obligado a algunos países a depender del transporte marítimo; lo que ha incrementado los costos y ha generado incertidumbre sobre la capacidad para cubrir la demanda futura. Actualmente, el gas natural es indispensable para la transición hacia una generación eléctrica basada en energías renovables infinitas.

La economía mundial depende en gran medida de los combustibles fósiles, pues aproximadamente el 80% de la actividad económica global se sustenta en su uso. Esto plantea la pregunta: ¿cuál es la estrategia adecuada para sustituir estos recursos en el corto plazo?

ucrania

En 2024, se estima que cerca del 60% de los ingresos del gobierno iraní provinieron de la venta de petróleo crudo, principalmente a China. Estos recursos han financiado inversiones en el sector nuclear, aunque recientes informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica señalan que no se ha podido verificar completamente el uso pacífico de esta energía en Irán.

Esta situación ha desencadenado recientes enfrentamientos entre Israel e Irán. Israel sostiene que Irán podría utilizar la energía nuclear no solo para generación eléctrica, sino para la fabricación de armas, lo que pondría en riesgo la estabilidad regional. Sin embargo, es importante destacar que Israel no habría emprendido acciones militares sin tener control sobre la Franja de Gaza, un acuerdo de cese al fuego con Líbano, y cambios en el gobierno de Siria, además de un control gradual sobre los rebeldes en Yemen.

Recordemos que, Hamás, Irak, Líbano, Siria y Yemen mantienen relaciones conflictivas con Israel. El control de la Franja de Gaza responde a razones energéticas más que territoriales, ya que su pérdida implicaría el colapso del suministro de petróleo crudo, gas y otros combustibles fósiles hacia Europa a través del acceso de Israel al mar Mediterráneo.

¿Quién se beneficia de este conflicto entre Irán e Israel? Arabia Saudita, cuyo transporte de petróleo, gas y derivados depende de estrechos marítimos conflictivos como Ormuz, Bab el-Mandeb y el canal de Suez, enfrentando diariamente problemas de seguridad para sus embarcaciones.

Ucrania- Rusia

El estrecho de Ormuz es especialmente estratégico, pues por él pasa el 20% del petróleo mundial y el 26% del gas natural. Ante esta inseguridad, Arabia Saudita ha buscado alianzas con Jordania, Israel y Estados Unidos para desarrollar rutas alternativas que eviten estos pasos conflictivos; proponiendo la construcción de ductos que atraviesen Jordania e Israel y utilicen el transporte marítimo por el mar Rojo y el golfo de Aqaba, con salida al Mediterráneo.

Esta nueva configuración geopolítica explica la importancia para Israel de controlar la Franja de Gaza, con el fin de reducir futuros ataques a estos ductos por parte de grupos como Hamás.

La estrategia conjunta de Israel, Estados Unidos, Arabia Saudita y otros países productores de combustibles fósiles busca disminuir el tránsito marítimo por estrechos conflictivos, privilegiando rutas terrestres y marítimas seguras, y promoviendo que Europa deje de depender energéticamente de Rusia.

En Ucrania, la falta de renovación de acuerdos para el tránsito de gas ruso ha obligado al país a diversificar sus fuentes energéticas; buscando alianzas con Estados Unidos para explotar recursos estratégicos y, en un futuro, convertirse en un aliado clave para Europa en la contención de Rusia.

La energía hoy influye directamente en la economía global, condicionando el crecimiento de los países, la inflación y la dependencia económica entre naciones. El aumento en el precio del petróleo ha llevado a que países desarrollados regresen al uso de combustibles fósiles; mientras que la adopción de vehículos eléctricos se ve frenada, y la demanda energética crece para alimentar tecnologías como la inteligencia artificial.

ucrania

No basta con aislarse o depender exclusivamente de inversión pública para garantizar un futuro energético estable; sin tecnología propia, los países están condenados a depender de las sobras del mercado energético mundial.

Según el último reporte de la Agencia Internacional de Energía, se prevé que en 2025 la inversión global en energía alcance los 3.3 billones de dólares, con China y Estados Unidos concentrando más del 50% del total. China, el mayor consumidor, y Estados Unidos, líder en minería y desarrollo nuclear, marcan la pauta del futuro energético mundial.

El Medio Oriente enfrenta el reto de un recurso finito en combustibles fósiles y debe prepararse para un futuro donde estos recursos sean menos rentables, priorizando su desarrollo industrial, tecnológico y logístico; en lugar de centrarse en la acumulación de armamento.

Las relaciones comerciales actuales ya no dependen de la diplomacia tradicional, sino del intercambio económico y la balanza comercial, aplicando aranceles para equilibrar flujos monetarios.

El idealismo del siglo XX ha quedado atrás. Hoy, la geopolítica energética se define por la capacidad de los países para producir, invertir y participar en el mercado energético global; más que por palabras o acuerdos diplomáticos.

La tríada mundial actual integra guerras económicas, conflictos energéticos y la adaptación tecnológica, configurando el futuro en el presente.

Resumen:

Irán debe ser contenido energéticamente; Israel es el último bastión para que Europa acceda a energías necesarias para el futuro; China, como mayor consumidor e inversionista, dictará las reglas del mercado; y Estados Unidos continuará asegurando su influencia económica y energética mediante la innovación tecnológica y la inteligencia artificial. Ante estos cambios geopolíticos, surge la pregunta: ¿dónde queda México? La respuesta está en manos de todos nosotros.

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