Escrito por: David Madrigal, Opinión

Se nos prohibió soñar: El Cisne Verde y algo que se avecina

david madrigal

Estábamos ya condicionados en una carrera hacia el 2030 para cumplir con los 17 objetivos de desarrollo sostenible (17 ODS´s) de las Naciones Unidas. El panorama lucía difícil, pero dábamos pasos hacia allá

David Madrigal, director de operaciones de TAO Solutions

Pareciera que hace un par de años, (sí ya más de dos años que comenzó la crisis mundial por la pandemia de la Covid-19) se nos prohibió soñar. Como si a un par de generaciones se hubiera puesto el dedo en la frente y dicho: “esas ideas que tienes allí dentro, elimínalas, asegúrate de que no estén ahí por mucho tiempo y, sobre todo, que no nazcan más de esas”.

Estábamos ya condicionados en una carrera hacia el 2030 para cumplir con los 17 objetivos de desarrollo sostenible (17 ODS´s) de las Naciones Unidas. El panorama lucía difícil, pero dábamos pasos hacia allá.

Países como China tenían planes ambiciosos para 2050; potencias como Alemania estaban tomando fuertes medidas y países del tercer mundo, por lo menos llevaban a la mesa el diálogo a sus esferas legislativas y de poder.

Después de años, me atrevo a decir décadas de esfuerzo, innovación atrapada, escepticismo sobre el tema, se había encontrado el punto de equilibrio de un tercio que manda en la sostenibilidad, la economía. Había soluciones probadas y aplicándose de forma cada vez mayor y con éxito.

La transformación

Pero entre enero y abril del 2020 según el punto del planeta donde te encontrarás todo cambió. El enfoque sobrevivir a futuro se redirigió a sobrevivir de inmediato. Nos encerramos y nos olvidamos momentáneamente de lo que sucedía afuera. Nos encerramos en nuestras casas buscando respirar y poco más.

Una ola tras otra y ahí vamos… el mar me gusta, pero éstas iban dejando a cada vez menos personas con su pasar; aunque trayendo cada una un poco más de información y tecnología para tratar de atender la pandemia. De pronto, entre la cuarta y la quinta oleada a nivel mundial, estábamos por reencontrarnos con el bote que habíamos pateado por espacio de 26 meses.

A finales de febrero de este año el presidente de Rusia, Vladimir Putin anunció que realizaría una operación militar especial en el este de Ucrania, que ha resultado en tensiones entre la OTAN y Rusia, con todo el mundo a la expectativa.

Resultado ha sido el alza de los energéticos en todo el mundo, un panorama de estanflación (aceleración de la inflación) en varios países y recesión simultánea debido a la que ya se encontraba muy estresada, cadena de suministros.

¿Qué está pasando?

La inflación se encuentra en algunos países de Europa con cifras sobre los dos dígitos. Por otro lado, Alemania se vio con la mano sobre la chapa de la puerta, su enfrentamiento al cambio climático ahora se ve truncado por la dependencia del gas ruso y sus plantas nucleares fueron cerradas por el programa Energiewende, el motor de la economía europea, probablemente no tenga el mejor suministro de gas durante su invierno.

La situación de Ucrania, que (además de estar siendo destruida) es el primer país de Europa en términos de superficie cultivable; es el quinto del mundo que más trigo exporta. En la temporada mundial de su comercialización 2020/21, Ucrania representó el 9% del comercio mundial de este grano, siendo el proveedor referente para Europa.

¿A dónde vamos?

Especialistas en materia económica prevén entre cuatro y ocho trimestres con los mismos comportamientos del mercado. Es decir, la situación no va a mejorar pronto, aunque si es responsabilidad nuestra llevarla en un u otro sentido.

En estos tiempos, dado el contexto, me viene a la mente el discurso de Howard Beale en la película Network de 1976 y que aquí lo recupero:

“Sabemos que el aire no es apto para respirar y nuestra comida no es apta para comer, y nos sentamos a ver nuestros televisores mientras un presentador de noticias local nos dice que hoy tuvimos 15 homicidios y 63 crímenes violentos, como si fuera normal. Sabemos que las cosas están mal, peor que mal. ¡Están locas!

Es como si todos, en todas partes, se estuvieran volviendo locos, así que ya no salimos. Nos sentamos en la casa y lentamente el mundo en el que vivimos se hace más pequeño y todo lo que decimos es: ‘por favor, al menos déjenos solos en nuestras salas de estar. Déjame tener mi tostadora y mi televisor y no diré nada. ¡Déjanos en paz!

Bueno, no te voy a dejar en paz. ¡Quiero que te enojes! No quiero que protestes. No quiero que te amotines, no quiero que le escribas a tu congresista porque no sabría qué decirte que escribas. No sé qué hacer con la depresión y la inflación y los rusos y el crimen en la calle. Todo lo que sé es que primero tienes que enojarte. Tienes que decir: “¡Soy un ser humano! ¡Mi vida tiene valor! Así que levántate ahora”.

El camino es hacia el mismo lugar que íbamos hace más de un par de años, hace unas cuántas décadas. Si bien la ruta no será la misma debido al reordenamiento y nuevos retos que puedan venir, el punto a seguir será siempre una constante.

Por ahora resta ser mesurados, prepararnos, volvernos ágiles, para cuando se requiera, tener la capacidad para dirigirnos sobre la vereda que se vaya abriendo al mejor ritmo posible.

 

 

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